Proyecto de Documentación Ñuke Mapu
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NACIONAL REPORTAJES 
24 de Enero de 1999 
   
 
Una convivencia cada vez más difícil y riesgosa  
Mapuches versus empresas forestales  

Indígenas de la comunidad de Temulemu, en los alrededores de Traiguén,extraen madera de la empresa Forestal Mininco. Aseguran que ellos plantaron los árboles, en tierras que les pertenecen, aunque es la empresa la que tiene los títulos de propiedad. 

 
 
Ocho brigadistas forestales de Mininco fueron duramente golpeados por un grupo de mapuches que los emboscó cuando se trasladaban en dos camionetas por un camino rural. El caso es investigado por la justicia. 

 (Foto: COPESA) 

 
  Andrés Ovalle, gerente regional de Mininco: "Esta es una acción muy 
concertada" Para el gerente regional de Forestal Mininco, Andrés Ovalle, no es la empresa la que tiene problemas con las comunidades mapuches, sino que son éstas las que se mantienen en conflicto con las empresas. Y considera poco serios los argumentos jurídicos del abogado Lincoqueo, que representa la comunidad de Temulemu. "Se refiere a problemas del año 1852, que tienen que ver con la guerra de Arauco. Uno lee sus planteamientos y llega a la conclusión de que en este país cualquier persona puede presentar una querella sin fundamento. Los tribunales no las debieran tomar en cuenta, porque son muy poco serias", dice. 

 -Los mapuches reclaman 58,4 hectáreas. -Sus argumentos se basan en que existiría un título de merced que incluiría esas 58,4 hectáreas. Yo he conversado con el presidente Huenchu Nahuelcura y le he dicho que lo que tiene que hacer es presentar un juicio formal para que los tribunales resuelvan de quién es la propiedad. 

 -Dicen que presentaron una demanda y reclaman que no se consideró la Ley Indígena, que se dictó durante el gobierno de Aylwin. -Aquí hay una sola ley para todos los chilenos, la que se ve en los tribunales de justicia. La Ley Indígena no tiene nada que ver con esto. 

 Ellos tienen que entregar los antecedentes que poseen para que los tribunales decidan cuáles son los deslindes que corresponden. 

 -¿Cómo adquirió Mininco Santa Rosa de Colpi? -Le compramos esa propiedad a un particular. Que los tribunales decidan a quién pertenece. Pero eso no ha sido presentado. Lo que reclaman las comunidades es que todas las tierras al sur del Biobío les pertenecen. 

 -¿La empresa tiene algún otro conflicto? -La empresa no tiene conflicto. Son ellos los que tienen el conflicto con nosotros. Diría que hay un conjunto de comunidades que le está creando conflicto a todas las empresas forestales. Este es un asunto concertado por el grupo Ad Mapu; conozco a Santos Millao (su presidente), quien tiene el apoyo del Partido Comunista, que incentiva la toma de fundos. 

 Hay otras agrupaciones, como el Consejo de Todas las Tierras, que estimulan los conflictos y cuentan con financiamiento externo. Actúan como unidades muy cerradas y es difícil saber cómo se organizan. 

 "Hay que ser claro en los términos que utilizamos: ellos están robando madera hace ya 60 días. Nosotros presentamos las denuncias a los tribunales, pero han actuado muy lento. Carabineros espera la orden del tribunal para incautar la madera robada. Mientras, ya han reducido una buena parte. Hay aserraderos que compran madera robada". -Ellos los acusan de contratar guardias que los agreden... -Mentir, mentir que algo queda. Los que causan delito son los mapuches,no las empresas forestales. Ellos asaltaron a nuestra gente en un camino público y alteran el orden social, lo que se puede constatar en los tribunales. Hay problemas en Galvarino, en Cañete, Collipulli, Carahue,Tirúa, y el Gobierno se ha desligado de éstos, diciendo que son entre particulares. Pero es una acción muy concertada, que está alterando el orden público de todas estas comunidades. 

 "Lo que ha hecho la empresa es tener un grupo de personas para apagar una gran cantidad de incendios intencionales provocados por las comunidades,cerca de 30. Tenemos el derecho a tomar las providencias para que no nos quemen nuestro patrimonio". -¿Esa gente fue preparada por Conaf? -Conaf no capacita gente, no existe eso en nuestro país. Ellos tienen conocimiento básico para hacer prevención y para evitar que la gente circule libremente dentro de los fundos que son propiedad de la empresa. -Según los mapuches, los pinos secaron sus tierras. -Todas las comunidades plantean lo mismo. Es un argumento impulsado por las ONG para atacar las empresas forestales, que se originó en Canadá y no en Chile. Lo utilizan los grupos que han unido el problema étnico con el ecológico para convertirlo en bandera de lucha. El alcalde de Traiguén y los mapuches no están lo suficientemente informados como para afirmar eso, que tendría que ser avalado por estudios técnicos. El problema es producto de la sequía que se vive actualmente; este es uno de los años más secos del último siglo. -¿Qué solución le ve a esta situación? -Se requiere que los dirigentes de las comunidades no tengan como único argumento la recuperación de tierra. La mayoría vive en extrema pobreza; a algunas comunidades les hemos ofrecido trabajo, pero una sola aceptó y las demás no quieren trabajar. 

 A mediano y largo plazo, la solución tiene que venir de una mayor preparación, mejorando la parte técnica para que sean más productivos en la poca superficie que tienen. Pero, obligatoriamente, mucha otra gente tendrá que emigrar a la ciudad. Espero que se logre capacitar a todos los pobres rurales para que emigren a la ciudad y no formen parte de los cordones marginales de pobreza, sino que puedan trabajar, sobrevivir y hacer un aporte. -Ellos dicen que sin tierra no son mapuches... -Ello no es efectivo. Habría que preguntarles a los 500 mil mapuches que viven en Santiago si son o no mapuches. Hay activistas que usan a los mapuches que viven y trabajan en las comunidades de la Octava Región. 

 Ellos viven de esa agitación política. Hay grupos organizados de no mapuches que hacen de reducidores de los robos a las empresas forestales. 

 Es necesario descubrir quiénes constituyen esas mafias. El problema de fondo es la pobreza rural que pocos gobiernos han querido enfrentar. Es cierto que existe una cultura mapuche, una religión, un idioma y determinadas costumbres, pero no es necesario ser pobre para conservar la cultura. El suelo no tiene alta productividad agrícola -es suelo forestal- y su uso intensivo va a llevar a que esa gente, si hoy día es pobre, mañana va a ser más pobre. 

 

 
Nunca ha sido fácil la convivencia entre las comunidades mapuches de la Novena Región con las empresas forestales que se han instalado en la zona. Pero cada vez esa convivencia se está tornando más riesgosa. 

 En diciembre de 1997, un grupo de mapuches quemó dos camiones de la Forestal Arauco, cerca de Lumaco. Y una de las muchas ocupaciones de predios que hubo el año pasado tuvo como escenario el fundo Santa Rosa de Copi, en las cercanías de Traiguén, donde los mapuches de Temelemu piden la devolución de 58 hectáreas que consideran suyas. Fue en esa misma zona donde el 14 de enero pasado, en el sector conocido como Las Tres Bajadas,una cincuentena de mapuches -algunos con sus rostros cubiertos- atacaron dos camionetas de la Forestal Mininco, propietaria de Santa Rosa de Colpi, y golpearon duramente a sus ocupantes. 

 El caso provocó tal revuelo que el intendente Oscar Eltit solicitó un ministro en visita y el pleno de la Corte de Apelaciones de Temuco nominó a Archibaldo Loyola, quien por estar con feriado legal fue subrogado por Luis de la Fuente. 

 Minutos antes de declarar ante el ministro en visita (s) en el tribunal de Traiguén, Alvaro Jaramillo, conductor de uno de los vehículos,recordó: "En el camino aparecieron dos niños, yo disminuí la velocidad y de pronto llegaron como 70 mapuches por todas partes, algunos con tablones con clavos. Puse marcha atrás y choqué con la otra camioneta. 

 Sobre un montículo había uno con escopeta hechiza que disparó a la rueda y sobre mi puerta. Un 'cabró de unos 16 ó 17 años corrió gritando y me golpeó en la cabeza con una lanza con punta de acero... hasta ahí no más me acuerdo". 

 Sus otros colegas, Cristián Soto, José Vergara y José Callunao -quienes resultaron policontusos- agregan que "mientras nos pegaban, gritaban que nos fuéramos, que no volviéramos nunca más, que la próxima vez nos iba a ir peor". Cuentan que en medio de la confusión "una mujer gritó que ya estaba bueno, porque parece que se les estaba pasando la mano de acuerdo a lo que ellos mismos habían planificado". También dicen que al volcarse una camioneta, uno de sus colegas quedó abajo y "los mapuches se asustaron creyendo que estaba muerto y entonces ellos mismos lo sacaron". 

 

JUZGADO DE INDIOS

El inicio de estos graves incidentes se remontan a muchos años atrás,exactamente a 1930, cuando Ricardo Purín -hoy un anciano de la comunidad de 70 años- era un niño y el Juzgado de Indios de Victoria, en un juicio de merced, decidió que esas 58,4 hectáreas pertenecían a Antonio Ñirripil, cacique de Temulemu. 

 El abogado José Lincoqueo, quien defiende a las 90 familias de Temulemu,señala que "a pesar que el juicio fue ganado, debido a la ineptitud de los chilenos nunca se les entregó nada". No hay papel alguno en manos mapuches que acredite la resolución judicial. 

 El terreno que sigue reclamando la comunidad de Temulemu fue vendido a la empresa Forestal Mininco por un particular, a fines de los años '70. 

 Lincoqueo asegura que "en marzo de 1998 tomé el caso y tuve que pelear muy fuerte para que Indap (Instituto de Desarrollo Agropecuario) me entregara la sentencia. Presenté una demanda en el tribunal de Traiguén contra el Estado de Chile y la Forestal Mininco, pero la jueza Silva Molina se enfermó, y el Consejo de Defensa del Estado sugirió que la demanda se hiciera en Temuco". Entonces, presentó la demanda en el Segundo Juzgado, "pero el juez Gerardo Merino Ciudad se inhabilitó,porque tiene un juicio con el fisco, y el juez subrogante, Alejandro Vera, ordenó que se hiciera un procedimiento ordinario, que demora años y décadas". 

 Ahí fue cuando la gente de Temulemu determinó tomarse el bosque "y defenderlo a como diera lugar". 

 En septiembre recomenzaron los intentos de ocupación, hasta que en los primeros días de diciembre, por orden del tribunal de Traiguén, fuerzas especiales de Carabineros los desalojaron y detuvieron a cuatro personas. 

 Eso determinó que la comunidad de Temulemu cambiara de estrategia. 

 Compraron un aserradero, donde convierten en metro ruma los pinos "que sacamos de las 58,4 hectáreas que nos pertenecen", según explica el anciano Huenchu Nahuelcura. 

 

ATAQUES VAN Y VIENEN

Ante esa situación, Mininco contrató un grupo de hombres para que ejerciera el doble rol de apagar posibles incendios y vigilar a quienes transitan por los predios para impedir que continúe la extracción de madera. 

 Los miembros de Temulemu y de otras comunidades coinciden en que los brigadistas "llegaron 'potentes' al tiro", registrando, agrediendo a quienes encontraban "y mostrando sus pistolas". 

 Eduardo Norín, un joven de 21 años, relata: "Iba con una carreta con leña cuando aparecieron, me dijeron que andaba robando y me pusieron una pistola en la cabeza. Me zamarrearon y querían cortar la 'coyundá de los bueyes. El lazo me lo cortaron en pedacitos y se llevaron la escopeta,una cadena y el hacha, que son mis herramientas de trabajo". 

 A los pocos días ocurrió el ataque a los guardias en el sector Las Tres Bajadas. Norín sabe que será llamado a declarar. "Estoy tranquilo, porque ese día yo estaba en Traiguén, tenía un comparendo con un patrón por una plata que no me pagó. Tengo los comprobantes". 

 En la comunidad, todos niegan saber qué ocurrió, sólo aseguran "que no fue nadie de por acá". 

 La policía maneja la tesis de que fueron los miembros de la comunidad,como una respuesta al maltrato que recibían de los guardias. A la vez,investiga si hubo ayuda externa en la planificación y ejecución de los hechos, la que pudo provenir de grupos de universitarios mapuches radicalizados o de quienes compran la madera extraída por los mapuches. 

 En la zona existe el convencimiento de que la espiral no se ha detenido. 

 Corren fuertes rumores respecto de que la empresa forestal habría contratado nuevos guardias, más y mejor armados. 

 Los mapuches más jóvenes, que no confían en lo que resuelvan los tribunales -"porque todo se arregla con plata"-, afirman que "nos jugaremos hasta el último". 

 Tampoco confían en las autoridades gubernamentales. 

 Nahuelcura, con la sabiduría de los años, repite una y otra vez que "durante tres años le hemos pedido a (Andrés) Ovalle -gerente regional de Mininco- que lleguemos a un acuerdo para evitar lamentos después, pero él no escucha". 

 GALVARINO RAIMáN, DIRIGENTE INDíGENA: "SIN TIERRA NO SOMOS MAPUCHES" Uno de los funcionarios de la Forestal Mininco que resultó golpeado,Edmundo Henríquez, señaló ante el ministro en visita (s) Luis de la Fuente, que había reconocido entre sus agresores a uno de los hermanos Raimán (Galvarino y Alfonso), sin poder distinguir cuál de los dos era. 

 Ambos aseguran no haber participado y tener coartadas que así lo acreditan. En Traiguén, Galvarino Raimán conversó con La Tercera 
-¿Por qué lo involucran en los hechos? 
-Mis principios me convocan a asumir responsabilidades para mejorar la calidad de vida de nuestra gente. Eso me hace ser un dirigente público con permanente contacto con las autoridades e, incluso, con las empresas forestales. Yo he estado en Mininco, en Temuco, con Andrés Ovalle, para buscar un canal que genere una buena relación de las comunidades mapuches con las forestales. Eso no dio resultado y no quise seguir insistiendo. 

 Pero cada comunidad tiene sus propias estructuras y dirigentes, y decide su forma de actuar. Yo no soy dueño de la voluntad de cada individuo ni de sus dirigentes. 

 
-¿En qué consiste su trabajo?  
-En Traiguén hay 13 comunidades indígenas y en Lumaco 22. Hace tres años empezamos a promover un trabajo productivo más económico para mejorar la calidad de vida. Nuestra lucha no puede ser sólo pedir reivindicaciones sin promover programas que permitan gestionar una vida mejor. 

 
-¿Cuál es el problema de Temulemu con Mininco? 
-No es Temulemu con Mininco. Es un problema de los mapuches con las empresas forestales. Nosotros le planteamos una vez que destruyen el medio ambiente, generan sequía y eso causa un impacto negativo sobre quienes vivimos en la zona. Les dijimos que si ellos no tienen sensibilidad para buscar una solución, esto iba a empeorar y las comunidades iban a empezar a reclamar con fuerza. Pero las empresas se cerraron en un capricho económico que nos está llevando a este tipo de problemas. 

-¿Cuándo llegaron las forestales a la zona? 
-A partir de 1979, pero el problema de la tenencia de la tierra surge de la "pacificación de la Araucanía", que en realidad fue una matanza generalizada. Una situación de hace muchos años, pero hoy la gente ya no tiene respiro y por eso, a la fuerza, hace sentir sus problemas. 

 
-¿Qué solución proponen ustedes? 
-Hay que entender en qué mundo vivimos, que en este país existen minorías que tienen un derecho enajenado jurídicamente. Y debido al mismo desarrollo del país, hay jóvenes mapuches que logran estudiar y entender la sociedad, la economía, el poder y los políticos. Esos hermanos reflexionan acerca de la injusticia social histórica que ha afectado al pueblo mapuche; y si no hay una voluntad política para remediar eso,estamos en camino de un enfrentamiento en forma permanente el día de mañana. 

-¿Pero han entregado propuestas a las autoridades? 
-No fuimos considerados. Tengo miedo de que los mapuches tengamos que entregar vidas humanas y de la otra parte también. 

 Se lo hemos hecho presente a las autoridades. He sido un aliado para reorientar sus políticas indígenas y sus programas. He servido de freno a lo que se me acusa; si promoviera la violencia no hablaría con las autoridades ni sugeriría alternativas de solución. 

 
-¿Es posible una convivencia armónica entre las empresas forestales y los mapuches? 
-Siempre que se respete nuestra realidad y se valorice lo que es distinto. Si el Gobierno no toma atención a estas cosas, la situación empeora y se encamina hacia una rebeldía mapuche que es algo que no me gustaría llegar a ver. El año pasado fue Pichilincoyán, ahora Temulemu. 

 Este no es un problema ideológico. Aquí hay una cuestión espiritual,religiosa, espiritual. No hay medicinas para las machis, porque los pinos y eucaliptos han invadido el territorio y cortado esa relación espiritual de los mapuches con el mundo del más allá, que se conecta a través de la naturaleza. También hay necesidad de tierra para vivir y tener el pan del día. Es un problema con fundamentos en la filosofía mapuche y eso es lo que lamentablemente no entienden las autoridades que no son mapuches. Si no entienden esto estamos condenados a un enfrentamiento, porque los mapuches sin tierra no somos mapuches. 

 Eduardo Rossel, enviado especial 

 
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