Una
convivencia cada vez más difícil y riesgosa
Mapuches versus empresas forestales
Indígenas de la comunidad de
Temulemu, en los alrededores de Traiguén,extraen madera de la empresa
Forestal Mininco. Aseguran que ellos plantaron los árboles, en tierras
que les pertenecen, aunque es la empresa la que tiene los títulos
de propiedad.
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Ocho brigadistas forestales
de Mininco fueron duramente golpeados por un grupo de mapuches que los
emboscó cuando se trasladaban en dos camionetas por un camino rural.
El caso es investigado por la justicia.
(Foto: COPESA) |
Andrés Ovalle, gerente regional de Mininco: "Esta es una acción
muy |
concertada" Para el gerente regional de
Forestal Mininco, Andrés Ovalle, no es la empresa la que tiene problemas
con las comunidades mapuches, sino que son éstas las que se mantienen
en conflicto con las empresas. Y considera poco serios los argumentos jurídicos
del abogado Lincoqueo, que representa la comunidad de Temulemu. "Se refiere
a problemas del año 1852, que tienen que ver con la guerra de Arauco.
Uno lee sus planteamientos y llega a la conclusión de que en este
país cualquier persona puede presentar una querella sin fundamento.
Los tribunales no las debieran tomar en cuenta, porque son muy poco serias",
dice.
-Los mapuches reclaman 58,4 hectáreas. -Sus argumentos
se basan en que existiría un título de merced que incluiría
esas 58,4 hectáreas. Yo he conversado con el presidente Huenchu
Nahuelcura y le he dicho que lo que tiene que hacer es presentar un juicio
formal para que los tribunales resuelvan de quién es la propiedad.
-Dicen que presentaron una demanda y reclaman que no
se consideró la Ley Indígena, que se dictó durante
el gobierno de Aylwin. -Aquí hay una sola ley para todos los
chilenos, la que se ve en los tribunales de justicia. La Ley Indígena
no tiene nada que ver con esto.
Ellos tienen que entregar los antecedentes que poseen para que
los tribunales decidan cuáles son los deslindes que corresponden.
-¿Cómo adquirió Mininco Santa Rosa de
Colpi? -Le compramos esa propiedad a un particular. Que los tribunales
decidan a quién pertenece. Pero eso no ha sido presentado. Lo que
reclaman las comunidades es que todas las tierras al sur del Biobío
les pertenecen.
-¿La empresa tiene algún otro conflicto?
-La empresa no tiene conflicto. Son ellos los que tienen el conflicto con
nosotros. Diría que hay un conjunto de comunidades que le está
creando conflicto a todas las empresas forestales. Este es un asunto concertado
por el grupo Ad Mapu; conozco a Santos Millao (su presidente), quien tiene
el apoyo del Partido Comunista, que incentiva la toma de fundos.
Hay otras agrupaciones, como el Consejo de Todas las Tierras,
que estimulan los conflictos y cuentan con financiamiento externo. Actúan
como unidades muy cerradas y es difícil saber cómo se organizan.
"Hay que ser claro en los términos que utilizamos: ellos
están robando madera hace ya 60 días. Nosotros presentamos
las denuncias a los tribunales, pero han actuado muy lento. Carabineros
espera la orden del tribunal para incautar la madera robada. Mientras,
ya han reducido una buena parte. Hay aserraderos que compran madera robada".
-Ellos los acusan de contratar guardias que los agreden... -Mentir,
mentir que algo queda. Los que causan delito son los mapuches,no las empresas
forestales. Ellos asaltaron a nuestra gente en un camino público
y alteran el orden social, lo que se puede constatar en los tribunales.
Hay problemas en Galvarino, en Cañete, Collipulli, Carahue,Tirúa,
y el Gobierno se ha desligado de éstos, diciendo que son entre particulares.
Pero es una acción muy concertada, que está alterando el
orden público de todas estas comunidades.
"Lo que ha hecho la empresa es tener un grupo de personas para
apagar una gran cantidad de incendios intencionales provocados por las
comunidades,cerca de 30. Tenemos el derecho a tomar las providencias para
que no nos quemen nuestro patrimonio". -¿Esa gente fue preparada
por Conaf? -Conaf no capacita gente, no existe eso en nuestro país.
Ellos tienen conocimiento básico para hacer prevención y
para evitar que la gente circule libremente dentro de los fundos que son
propiedad de la empresa. -Según los mapuches, los pinos secaron
sus tierras. -Todas las comunidades plantean lo mismo. Es un argumento
impulsado por las ONG para atacar las empresas forestales, que se originó
en Canadá y no en Chile. Lo utilizan los grupos que han unido el
problema étnico con el ecológico para convertirlo en bandera
de lucha. El alcalde de Traiguén y los mapuches no están
lo suficientemente informados como para afirmar eso, que tendría
que ser avalado por estudios técnicos. El problema es producto de
la sequía que se vive actualmente; este es uno de los años
más secos del último siglo. -¿Qué solución
le ve a esta situación? -Se requiere que los dirigentes de las
comunidades no tengan como único argumento la recuperación
de tierra. La mayoría vive en extrema pobreza; a algunas comunidades
les hemos ofrecido trabajo, pero una sola aceptó y las demás
no quieren trabajar.
A mediano y largo plazo, la solución tiene que venir de
una mayor preparación, mejorando la parte técnica para que
sean más productivos en la poca superficie que tienen. Pero, obligatoriamente,
mucha otra gente tendrá que emigrar a la ciudad. Espero que se logre
capacitar a todos los pobres rurales para que emigren a la ciudad y no
formen parte de los cordones marginales de pobreza, sino que puedan trabajar,
sobrevivir y hacer un aporte. -Ellos dicen que sin tierra no son mapuches...
-Ello no es efectivo. Habría que preguntarles a los 500 mil mapuches
que viven en Santiago si son o no mapuches. Hay activistas que usan a los
mapuches que viven y trabajan en las comunidades de la Octava Región.
Ellos viven de esa agitación política. Hay grupos
organizados de no mapuches que hacen de reducidores de los robos a las
empresas forestales.
Es necesario descubrir quiénes constituyen esas mafias.
El problema de fondo es la pobreza rural que pocos gobiernos han querido
enfrentar. Es cierto que existe una cultura mapuche, una religión,
un idioma y determinadas costumbres, pero no es necesario ser pobre para
conservar la cultura. El suelo no tiene alta productividad agrícola
-es suelo forestal- y su uso intensivo va a llevar a que esa gente, si
hoy día es pobre, mañana va a ser más pobre.
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Nunca ha sido fácil la convivencia entre las comunidades mapuches
de la Novena Región con las empresas forestales que se han instalado
en la zona. Pero cada vez esa convivencia se está tornando más
riesgosa.
En diciembre de 1997, un grupo de mapuches quemó dos camiones
de la Forestal Arauco, cerca de Lumaco. Y una de las muchas ocupaciones
de predios que hubo el año pasado tuvo como escenario el fundo Santa
Rosa de Copi, en las cercanías de Traiguén, donde los mapuches
de Temelemu piden la devolución de 58 hectáreas que consideran
suyas. Fue en esa misma zona donde el 14 de enero pasado, en el sector
conocido como Las Tres Bajadas,una cincuentena de mapuches -algunos con
sus rostros cubiertos- atacaron dos camionetas de la Forestal Mininco,
propietaria de Santa Rosa de Colpi, y golpearon duramente a sus ocupantes.
El caso provocó tal revuelo que el intendente Oscar Eltit
solicitó un ministro en visita y el pleno de la Corte de Apelaciones
de Temuco nominó a Archibaldo Loyola, quien por estar con feriado
legal fue subrogado por Luis de la Fuente.
Minutos antes de declarar ante el ministro en visita (s) en el
tribunal de Traiguén, Alvaro Jaramillo, conductor de uno de los
vehículos,recordó: "En el camino aparecieron dos niños,
yo disminuí la velocidad y de pronto llegaron como 70 mapuches por
todas partes, algunos con tablones con clavos. Puse marcha atrás
y choqué con la otra camioneta.
Sobre un montículo había uno con escopeta hechiza
que disparó a la rueda y sobre mi puerta. Un 'cabró de unos
16 ó 17 años corrió gritando y me golpeó en
la cabeza con una lanza con punta de acero... hasta ahí no más
me acuerdo".
Sus otros colegas, Cristián Soto, José Vergara y
José Callunao -quienes resultaron policontusos- agregan que "mientras
nos pegaban, gritaban que nos fuéramos, que no volviéramos
nunca más, que la próxima vez nos iba a ir peor". Cuentan
que en medio de la confusión "una mujer gritó que ya estaba
bueno, porque parece que se les estaba pasando la mano de acuerdo a lo
que ellos mismos habían planificado". También dicen que al
volcarse una camioneta, uno de sus colegas quedó abajo y "los mapuches
se asustaron creyendo que estaba muerto y entonces ellos mismos lo sacaron".
JUZGADO DE INDIOS
El inicio de estos graves incidentes se remontan a muchos años atrás,exactamente
a 1930, cuando Ricardo Purín -hoy un anciano de la comunidad de
70 años- era un niño y el Juzgado de Indios de Victoria,
en un juicio de merced, decidió que esas 58,4 hectáreas pertenecían
a Antonio Ñirripil, cacique de Temulemu.
El abogado José Lincoqueo, quien defiende a las 90 familias
de Temulemu,señala que "a pesar que el juicio fue ganado, debido
a la ineptitud de los chilenos nunca se les entregó nada". No hay
papel alguno en manos mapuches que acredite la resolución judicial.
El terreno que sigue reclamando la comunidad de Temulemu fue vendido
a la empresa Forestal Mininco por un particular, a fines de los años
'70.
Lincoqueo asegura que "en marzo de 1998 tomé el caso y
tuve que pelear muy fuerte para que Indap (Instituto de Desarrollo Agropecuario)
me entregara la sentencia. Presenté una demanda en el tribunal de
Traiguén contra el Estado de Chile y la Forestal Mininco, pero la
jueza Silva Molina se enfermó, y el Consejo de Defensa del Estado
sugirió que la demanda se hiciera en Temuco". Entonces, presentó
la demanda en el Segundo Juzgado, "pero el juez Gerardo Merino Ciudad se
inhabilitó,porque tiene un juicio con el fisco, y el juez subrogante,
Alejandro Vera, ordenó que se hiciera un procedimiento ordinario,
que demora años y décadas".
Ahí fue cuando la gente de Temulemu determinó tomarse
el bosque "y defenderlo a como diera lugar".
En septiembre recomenzaron los intentos de ocupación, hasta
que en los primeros días de diciembre, por orden del tribunal de
Traiguén, fuerzas especiales de Carabineros los desalojaron y detuvieron
a cuatro personas.
Eso determinó que la comunidad de Temulemu cambiara de
estrategia.
Compraron un aserradero, donde convierten en metro ruma los pinos
"que sacamos de las 58,4 hectáreas que nos pertenecen", según
explica el anciano Huenchu Nahuelcura.
ATAQUES VAN Y VIENEN
Ante esa situación, Mininco contrató un grupo de hombres
para que ejerciera el doble rol de apagar posibles incendios y vigilar
a quienes transitan por los predios para impedir que continúe la
extracción de madera.
Los miembros de Temulemu y de otras comunidades coinciden en que
los brigadistas "llegaron 'potentes' al tiro", registrando, agrediendo
a quienes encontraban "y mostrando sus pistolas".
Eduardo Norín, un joven de 21 años, relata: "Iba
con una carreta con leña cuando aparecieron, me dijeron que andaba
robando y me pusieron una pistola en la cabeza. Me zamarrearon y querían
cortar la 'coyundá de los bueyes. El lazo me lo cortaron en pedacitos
y se llevaron la escopeta,una cadena y el hacha, que son mis herramientas
de trabajo".
A los pocos días ocurrió el ataque a los guardias
en el sector Las Tres Bajadas. Norín sabe que será llamado
a declarar. "Estoy tranquilo, porque ese día yo estaba en Traiguén,
tenía un comparendo con un patrón por una plata que no me
pagó. Tengo los comprobantes".
En la comunidad, todos niegan saber qué ocurrió,
sólo aseguran "que no fue nadie de por acá".
La policía maneja la tesis de que fueron los miembros de
la comunidad,como una respuesta al maltrato que recibían de los
guardias. A la vez,investiga si hubo ayuda externa en la planificación
y ejecución de los hechos, la que pudo provenir de grupos de universitarios
mapuches radicalizados o de quienes compran la madera extraída por
los mapuches.
En la zona existe el convencimiento de que la espiral no se ha
detenido.
Corren fuertes rumores respecto de que la empresa forestal habría
contratado nuevos guardias, más y mejor armados.
Los mapuches más jóvenes, que no confían
en lo que resuelvan los tribunales -"porque todo se arregla con plata"-,
afirman que "nos jugaremos hasta el último".
Tampoco confían en las autoridades gubernamentales.
Nahuelcura, con la sabiduría de los años, repite
una y otra vez que "durante tres años le hemos pedido a (Andrés)
Ovalle -gerente regional de Mininco- que lleguemos a un acuerdo para evitar
lamentos después, pero él no escucha".
GALVARINO RAIMáN, DIRIGENTE INDíGENA: "SIN TIERRA
NO SOMOS MAPUCHES" Uno de los funcionarios de la Forestal Mininco que resultó
golpeado,Edmundo Henríquez, señaló ante el ministro
en visita (s) Luis de la Fuente, que había reconocido entre sus
agresores a uno de los hermanos Raimán (Galvarino y Alfonso), sin
poder distinguir cuál de los dos era.
Ambos aseguran no haber participado y tener coartadas que así
lo acreditan. En Traiguén, Galvarino Raimán conversó
con La Tercera
-¿Por qué lo involucran en los hechos?
-Mis principios me convocan a asumir responsabilidades para mejorar
la calidad de vida de nuestra gente. Eso me hace ser un dirigente público
con permanente contacto con las autoridades e, incluso, con las empresas
forestales. Yo he estado en Mininco, en Temuco, con Andrés Ovalle,
para buscar un canal que genere una buena relación de las comunidades
mapuches con las forestales. Eso no dio resultado y no quise seguir insistiendo.
Pero cada comunidad tiene sus propias estructuras y dirigentes,
y decide su forma de actuar. Yo no soy dueño de la voluntad de cada
individuo ni de sus dirigentes.
-¿En qué consiste su trabajo?
-En Traiguén hay 13 comunidades indígenas y en Lumaco
22. Hace tres años empezamos a promover un trabajo productivo más
económico para mejorar la calidad de vida. Nuestra lucha no puede
ser sólo pedir reivindicaciones sin promover programas que permitan
gestionar una vida mejor.
-¿Cuál es el problema de Temulemu con Mininco?
-No es Temulemu con Mininco. Es un problema de los mapuches con las
empresas forestales. Nosotros le planteamos una vez que destruyen el medio
ambiente, generan sequía y eso causa un impacto negativo sobre quienes
vivimos en la zona. Les dijimos que si ellos no tienen sensibilidad para
buscar una solución, esto iba a empeorar y las comunidades iban
a empezar a reclamar con fuerza. Pero las empresas se cerraron en un capricho
económico que nos está llevando a este tipo de problemas.
-¿Cuándo llegaron las forestales a la zona?
-A partir de 1979, pero el problema de la tenencia de la tierra surge
de la "pacificación de la Araucanía", que en realidad fue
una matanza generalizada. Una situación de hace muchos años,
pero hoy la gente ya no tiene respiro y por eso, a la fuerza, hace sentir
sus problemas.
-¿Qué solución proponen ustedes?
-Hay que entender en qué mundo vivimos, que en este país
existen minorías que tienen un derecho enajenado jurídicamente.
Y debido al mismo desarrollo del país, hay jóvenes mapuches
que logran estudiar y entender la sociedad, la economía, el poder
y los políticos. Esos hermanos reflexionan acerca de la injusticia
social histórica que ha afectado al pueblo mapuche; y si no hay
una voluntad política para remediar eso,estamos en camino de un
enfrentamiento en forma permanente el día de mañana.
-¿Pero han entregado propuestas a las autoridades?
-No fuimos considerados. Tengo miedo de que los mapuches tengamos que
entregar vidas humanas y de la otra parte también.
Se lo hemos hecho presente a las autoridades. He sido un aliado
para reorientar sus políticas indígenas y sus programas.
He servido de freno a lo que se me acusa; si promoviera la violencia no
hablaría con las autoridades ni sugeriría alternativas de
solución.
-¿Es posible una convivencia armónica entre las empresas
forestales y los mapuches?
-Siempre que se respete nuestra realidad y se valorice lo que es distinto.
Si el Gobierno no toma atención a estas cosas, la situación
empeora y se encamina hacia una rebeldía mapuche que es algo que
no me gustaría llegar a ver. El año pasado fue Pichilincoyán,
ahora Temulemu.
Este no es un problema ideológico. Aquí hay una
cuestión espiritual,religiosa, espiritual. No hay medicinas para
las machis, porque los pinos y eucaliptos han invadido el territorio y
cortado esa relación espiritual de los mapuches con el mundo del
más allá, que se conecta a través de la naturaleza.
También hay necesidad de tierra para vivir y tener el pan del día.
Es un problema con fundamentos en la filosofía mapuche y eso es
lo que lamentablemente no entienden las autoridades que no son mapuches.
Si no entienden esto estamos condenados a un enfrentamiento, porque los
mapuches sin tierra no somos mapuches.
Eduardo Rossel, enviado especial |