El primero fue René Quitral. El más célebre, Marcelo Salas Melinao. Hubo dos en Sudáfrica 2010: Jean Beausejour Coliqueo y Gonzalo Fierro Caniullán. Pero la mayor identificación entre el fútbol y la raza originaria la tiene Alfonso Neculñir, quien habla del conflicto.

Aldo Schiappacasse
"Mi papá era de Nueva Imperial y se vino a los quince a Santiago. Jamás volvió, salvo a veces que íbamos de vacaciones. Él tenía unas tierras, pero al final otra gente se quedó con ellas. Trabajaba en una fábrica de levadura llamada 'La Golondrina' y murió en el año 1978, antes que yo alcanzara a debutar en Primera. No diría que lo pasó mal, porque ganaba su sueldo; no teníamos lujos, pero no faltó nada en la casa y era muy sociable, lo que siempre ayuda. Conversaba con todo el mundo, sin que su condición de mapuche le significara problemas", dice, a modo de introducción, el más célebre de los jugadores de apellido mapuche paterno que pasara por el fútbol chileno. Alfonso Neculñir, actuando como titular en Colo Colo, obligó a aprender a pronunciar la raíz autóctona, aunque antes otros abrieran el camino.

"Cuando entré al colegio sentí discriminación por el apellido. De repente, trataba de decir presente antes de que me nombraran en la lista. Pero después, cuando entré a jugar en Colo Colo cambió la cosa, porque la gente sintió que había logrado algo. Ya estaba más grande también, porque son los niños los que no tienen suficiente fuerza para defenderse de la burla o el maltrato".

-¿Y en el fútbol?

"Es que el fútbol es otra cosa. Ahí claro que usan el origen para insultarte, pero pasa lo mismo si eres chino, negro, chico, pobre o cuico. El rival canchero te mira y sabe qué te va a decir para apocarte, pero había que sacar personalidad nomás. Cuando yo debuté eran pocos los mapuches que habían destacado. Juanito Catafau en Temuco y Juan Pichulmán en Magallanes son los que yo recuerdo".

-¿Cuál es tu posición en el conflicto que se vive en La Araucanía, Alfonso?

"Es complicado, porque yo sólo lo veo por la tele. Yo siempre entendí que las dos partes debían ceder en sus posiciones para evitar un conflicto más serio todavía. Nosotros -y cuando digo 'nosotros' me refiero al pueblo mapuche- no somos capaces de ponernos de acuerdo porque falta un liderazgo unitario. Las necesidades de cada comunidad son distintas y las cosas más urgentes también. Lo fundamental era que primero debían ponerse de acuerdo en las cosas importantes que se van a pedir, porque en este tipo de situaciones al tiro comienzan a aflorar los intereses propios de cada grupo, lo que provoca muchos roces".

-¿Y qué es lo que te parece más importante?

"La dignidad y el respeto por la cultura. Yo entiendo que acá en Santiago nos hemos adaptado, somos bien acogidos, no tenemos grandes problemas. Pero la gente que se quedó en las tierras lucha por ser reconocida, por que no se pierdan las cosas que marcan los estilos diferentes de vida. En ese sentido hay que cuidar las tradiciones, la cultura y sobre todo las tierras. Yo sigo teniendo familia en la zona, así es que entiendo la raíz del problema".

-Igual la lucha se da por las tierras, básicamente...

"Con el tema de las tierras yo entiendo que quieran recuperarlas, pero hay muchos que ni siquiera las trabajan. Hay grupos que son flojos, dejados o que se conforman con muy poco".

-¿Te preocupan los efectos de la huelga de hambre? Aún quedan diez huelguistas...

"Me preocupa, porque los mapuches son muy determinados. Y también inquieta que mientras se hacen todos los esfuerzos -sin importan cuánto cuesten- para salvar a los 33 mineros, no existan ni el mismo interés ni la misma dedicación para superar la situación de los 34, a los que estaban dejando morir con su huelga. En ese sentido, siento que las autoridades han sido egoístas porque siempre debieron buscar todos los métodos, y lo más rápido posible, para salvarlos. En el norte lo que es más importante es llegar a rescatarlos, sin importar por qué se produjo el problema. Habría que actuar con la misma vara".

-Y tú, Alfonso, ¿sientes el conflicto como propio?

"Yo quisiera ser más comprometido. Mi papá, por ejemplo, nunca nos enseñó el mapudungún y hoy me arrepiento de no haberlo aprendido para enseñárselo a mis hijos. Lo mismo pasa con la bandera y otras tradiciones. Cuando jugaba al fútbol y veía a los paraguayos, por ejemplo, hablando orgullosamente en su propia lengua, sentía que nosotros nunca habíamos luchado con la misma fuerza por mantener las costumbres".

-¿Y te gustan los jugadores mapuches actuales que han pasado por Colo Colo?

"No han sido muchos. A Huaiquipán lo conocí, pero pensó que lo que tenía le iba a durar para toda la vida, y eso en el fútbol no sirve. Tienes que batallar cada día. Canío, por ejemplo, parece ser mucho más profesional, pero por edad debería estar mucho más arriba. Ojalá vengan muchos más todavía, pero tienen que ser como Marcelo Salas Melinao, ambiciosos, luchadores, corajudos".

-Y ahora, ¿qué estás haciendo?

"Trabajo en una escuela de fútbol de la Asociación Cristiana de Jóvenes que dirige Jaime Vilches. Es una labor hermosa y complicada, porque trabajo con jóvenes del Sename que tienen entre 15 y 20 años. Tengo como treinta a mi cargo, y el sueño es poder salvar a la mayoría gracias al fútbol y al trabajo en grupo, pero no siempre se puede. Pero con uno que rescatemos, ya nos sentimos totalmente pagados".

"Mi papá nunca nos enseñó el mapudungún y hoy me arrepiento de no haberlo aprendido".

La selección mapuche del ex lateral de Colo Colo
Para muchos, el primer y más destacado apellido de origen mapuche en el fútbol fue el de René Quitral, arquero que llegó a actuar en la Selección chilena en la década de los 50. El más célebre de todos fue Marcelo Salas Melinao, y los más populares fueron los representantes que tuvo Colo Colo: Alfonso Neculñir, Francisco Huaiquipán y ahora Cristián Canío.

Los precursores, en todo caso, datan de los setenta, cuando Juan Catafau pasó de Temuco al fútbol español y al magallánico Manuel Pichulmán, quien puso en aprietos a relatores y comentaristas con su apellido, que en lengua mapuche significa "pluma de cóndor". Raúl Imilpán, Pablo Huaracán, Rodrigo Lemunao y Carlos Llaitur también transitaron por el profesionalismo.

Hoy hay más. Dagoberto Currimilla, Marcos Millape, Frank Carilao, Rodrigo Paillaqueo, Mauricio Tampe, Iván Vásquez Quilodrán y Cristián Canío juegan habitualmente, mientras la selección se nutre con Jean Beausejour Coliqueo y Gonzalo Fierro Caniullán.