Por más de 20 años fue parlamentario por la Región de La Araucanía, y considera que en todo ese tiempo el problema no fue tratado adecuadamente, por lo que proliferaron los grupos radicalizados y se multiplicaron las demandas.

Macarena Vega
"El conflicto no se va a apagar, y con consecuencias terribles para la Región de La Araucanía, porque aquí hay empresarios, pequeños empresarios, agricultores, y hay también chilenos que están trabajando para el desarrollo y la movilidad de Chile", dice Roberto Muñoz Barra. Fue parlamentario por la zona por más de 20 años. Primero como diputado, después como senador. Primero en el Partido Radical, y luego en el PPD. Ahora es independiente, aunque reconoce haberse reunido varias veces con Marco Enríquez-Ominami (PRO), a quien dice admirar y que "algún día llegará a ser Presidente".
Muñoz Barra comenta que en la región le han pedido que vuelva a competir -luego de haber sido derrotado en la senatorial pasada por el actual líder del PPD, Jaime Quintana-, y dice que aunque no es "de los políticos que están vueltos locos por ocupar un cargo, la carne es débil".
Ha estado toda su vida en La Araucanía y su diagnóstico es desesperanzador: "Ojalá que me equivoque, pero las medidas anunciadas por el Gobierno no van a traer ninguna solución cuando faltan diez meses para que termine. Es como pasó con la ex Presidenta Michelle Bachelet: no hubo resultados".
"Nunca en ningún Ministerio del Interior le dieron trascendencia al tema"
En las más de dos décadas en que fue una autoridad de la zona, Muñoz Barra vio sucederse a varios ministros del Interior de los gobiernos de la Concertación. A su juicio, salvo por algunas medidas, como la Ley Indígena y la creación de la Conadi, adoptadas durante la administración de Patricio Aylwin (DC), ninguno de los que ocupó posteriormente el cargo tomó el asunto en serio.
"Se va a incendiar la pradera en La Araucanía" es lo que solía decirles cuando abordaban el tema. Desde comienzos del gobierno de Eduardo Frei advertía que habían comenzado a surgir movimientos más radicalizados en la región. "Nunca en ningún Ministerio del Interior le dieron trascendencia al tema, y recurrían simplemente a medidas que eran coyunturales, pero que no incidían en el desarrollo de lo que se estaba produciendo en sectores de las 2.800 comunidades de la región".
A modo de ejemplo, señala que una de las últimas gestiones que hizo Bachelet fue designar a José Antonio Viera Gallo como delegado presidencial. "Él venía a la región en viajes muy rápidos de mitad de la mañana y se iba en la tarde. Fue en los últimos cuatro o seis meses del gobierno. No podía encontrar ninguna solución real, porque la punta del hilo venía de mucho tiempo atrás y era imposible que, a pesar de ser un hombre muy inteligente, pudiera compenetrarse en la temática para encontrar una solución. Entonces, cuando veo que recién ha comenzado a haber reuniones más ceñidas en los últimos meses del gobierno de Sebastián Piñera... No tienen una idea de cuál es el horizonte de expectativas, de peticiones, que tiene el pueblo originario de La Araucanía".
"Si quieren que se les devuelvan las tierras habría que demoler todas las ciudades de la región"
Como presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, estuvo encargado de tramitar el convenio 169 de la OIT, que dice que se deben reponer las tierras ancestrales y, de no ser posible, retribuirles tierras de igual calidad o indemnizarlos según los precios comerciales de estas. Y también que no se puede hacer ninguna obra de carácter público -aeropuertos, centrales hidroeléctricas, etc.-, sin consultar primero a los pueblos originarios. Lo conoce y por lo mismo le preocupa que, además de haber poca claridad respecto de las demandas de los mapuches, estas puedan llegar a una cifra muy elevada.
"Ellos están planteando que se les devuelvan las tierras usurpadas. Si los gobiernos no saben puntualmente qué va a producir la tranquilidad de los sectores más radicalizados, entonces simplemente es un saco sin fondo en que usted va echando 40 mil hectáreas, 15 mil, 30 mil. Hoy los mapuches de La Araucanía no tienen más de 160 mil hectáreas. Y si ellos dicen que tenían 2 millones 800 mil, y eso quieren, habría que demoler Los Ángeles, Angol, Temuco y todas las ciudades de la Región de La Araucanía", advierte.
Como una posible solución, plantea que el Gobierno autorice a algunos sacerdotes, como Monseñor Ricardo Ezzati o el obispo de Temuco, Manuel Camilo Vial, para que se reúnan con los dirigentes de los sectores más conflictivos y les ayuden a dilucidar un "temario de planteamientos" en base al cual evaluar qué medidas son posibles de adoptar y qué medidas no lo son.
"Ya no son simplemente los mapuches iletrados los que están conduciendo este movimiento"
Los conflictos producidos por grupos radicalizados que en algún momento se circunscribieron a Ercilla, dice Muñoz Barra, se han ido trasladando a otros lugares como Cunco, Vilcún y Teodoro Smith. Pero ese no es el único problema que prevé el ex senador. El otro es que "ya no son simplemente mapuches iletrados los que están conduciendo este movimiento de búsqueda de soluciones ancestrales, sino que también hay una intelectualidad joven. Ya no son focos que uno los pueda apagar con un simple soplido".
Con esto se refiere a los jóvenes dirigentes, algunos de ellos universitarios, y pone como ejemplo al alcalde de Renaico, Juan Carlos Reinao. "Es mapuche, es médico, fue recién elegido en tal investidura y él ha señalado que es miembro de la CAM y que se siente muy orgulloso de ello".
En su análisis, estos "nuevos intelectuales del pueblo originario araucano" pueden recurrir a organismos internacionales para hacer valer el convenio de la OIT. Algo similar al caso de la jueza Karen Atala. De ocurrir esto, asegura, "el prestigio internacional de Chile en esta materia va a estar muy por debajo de lo positivo que las cifras económicas y análisis internacionales pueden decir del país".
"No están hablando con quienes tienen la guaripola del tema. Es una pérdida de tiempo"
Muñoz Barra también tiene suspicacias respecto de las mesas de diálogo que ha tratado de implementar el Ejecutivo con algunos dirigentes mapuches. Considera que esto en gran parte se produce porque las soluciones manan de Santiago, por lo cual muchos "empiezan a dictar cátedra desde Santiago y a analizar el tema sin tener la experiencia de vivir la región, de conocer a los mapuches, de conocer las comunidades, y de conocer incluso a sus dirigentes".
Considera que hay campesinos mapuches que son personas más accesibles para dialogar con las autoridades, pero "no son los representantes de los grupos que están creando la situación. No están hablando con quienes tienen la guaripola del tema. Es una pérdida de tiempo".