Afirmó que el ex ministro PS, José Antonio Viera-Gallo, firmó documentos con grupos radicales para darles prioridad en la entrega de tierras por sobre otras comunidades.
MANUEL FERNÁNDEZ BOLVARÁNCon una huelga de hambre de 75 días espera un grupo de comuneros mapuches la decisión de la Corte Suprema. Ésta se pronunciará si acoge o no el recurso para anular el juicio que los condenó por el ataque contra un fiscal en 2008.
La cuestión indígena reaparece y uno de sus protagonistas es el ministro de Planificación, Felipe Kast, quien lidera la mesa de diálogo creada en 2010, a raíz de la crisis causada por otra extensa huelga de hambre.
"Una de las características que ha tenido este Gobierno es el diálogo. El pueblo mapuche se ha sorprendido mucho de que un gobierno de centroderecha tenga tanta vocación de diálogo. Tanto para enfrentar la huelga de hambre, donde se generaron compromisos que hemos cumplido al pie de la letra, como en la mesa de diálogo que me toca liderar. Llevamos más de 45 mesas de diálogo y han participado unas 1.500 personas", afirma.
-¿Llegan mejor preparados a esta huelga que el año pasado?
"No mejor preparados sino consistentes. Hemos recuperado el respeto a la institucionalidad del Gobierno. Los líderes mapuches han visto que la palabra empeñada se cumple y que no se prometen cosas que no se pueden cumplir".
De la mesa que lidera Kast se deriva una consulta para "sentar las bases de la nueva institucionalidad indígena". No es un plebiscito, sino un proceso masivo de diálogo, a través de 111 talleres abiertos a todos quienes se sientan parte de una etnia, para tratar tres temas: reconocimiento constitucional a los pueblos originarios, creación de una Agencia de Desarrollo Indígena en lugar de la Conadi y fijación de las condiciones que deberán cumplir las consultas futuras a los pueblos indígenas para ser válidas. Costará $400 millones y durará todo el año, desde julio.
-En diálogos anteriores se ha terminado oyendo a los grupos radicales, con más capacidad de organizarse y presionar.
"Si no hay diálogo constante, es fácil que surjan liderazgos extremos, pero los pueblos originarios no les tienen mucho aprecio a esos grupos. Lo que pide el pueblo mapuche es más dignidad y que se haga mejor la pega. Por eso es importante empoderar nuevos liderazgos".
-¿Y eso se ha reflejado en la política de tierras?
"Sí. Esos nuevos líderes me dicen: 'Ministro, yo tengo que volver a mi comunidad y decir qué hemos hecho'. Si ven que empezamos a dar tierras con apoyo productivo o que la mesa de diálogo genera una gran consulta nacional, tienen mucho que contar y eso los legitima. Hay que generar un círculo virtuoso de que las confianzas recuperadas se traducen en más bienestar".
Destaca la modificación al decreto 701 de fomento forestal, que obliga a los predios afectos a él a ser reforestados. Las tierras mapuches podrán estar al margen de esta obligación. "Con esto le dimos una tremenda noticia a las comunidades: van a poder transformar sus tierras en lo que ellos soñaban", dice.
-Siempre se criticó a las comunidades que se "saltaban la cola" en la entrega de tierras, a través de tomas o violencia. ¿Cómo abordan este problema?
"Hay dos mecanismos de compra de tierras. Uno es el 20A, que funciona a través de postulación y que estaba prácticamente congelado cuando llegamos al Gobierno; nosotros lo abrimos, porque es más transparente, y beneficiamos a 762 comunidades. El otro es el 20B, que favorece a quienes buscan restituir derechos sobre tierras. Ahí la Concertación hizo una priorización de 115 comunidades, pero nos encontramos con que el ex ministro de la Segpres, José Antonio Viera-Gallo, firmó documentos con grupos más radicales para que se 'saltaran la cola'. Hemos dicho con claridad que vamos a priorizar a los 115 originales, porque llevan demasiado tiempo esperando".
-Otra crítica es el sobreprecio pagado por algunos fundos.
"Había un incentivo muy perverso, porque el precio lo negociaba la comunidad que recibía el predio con el vendedor y pagaba el Estado. Eso infló mucho los precios. Ahora nosotros estamos haciendo las negociaciones, nos metimos en el mercado de las tierras y pusimos topes máximos. Eso nos ha permitido, con los mismos recursos, comprar 30% más de tierra".