El anuncio de término del prolongado ayuno realizado por comuneros en protesta por procesamientos bajo la Ley Antiterrorista y la Justicia Militar puso sobrerrelieve a las comunidades de las que son originarios, su representatividad y los nexos que tienen, los que llegan incluso hasta Europa y Estados Unidos.
Más de 80 días sin ingerir alimentos estuvieron comuneros y simpatizantes mapuches. Dos vías, una legislativa y otra de diálogo fueron las sendas seguidas para que la mayoría de ellos depusiera el ayuno y, al mismo tiempo, tratar de enfatizar en el problema de fondo que afecta a las comunidades que viven en el sur del país.El anuncio de finalización de la acción de protesta puso sobre la mesa no sólo los requerimientos de los huelguistas, sino también las redes de respaldo con que contaban, sustentadas en las organizaciones que funcionan en una decena de comunas, especialmente en la región de La Araucanía.
Muchas de ellas han sido escuchadas y mantienen contactos a nivel internacional, llegando a exponer su situación en una serie de foros, como las Naciones Unidas y la OEA.
LND investigó cómo lo han logrado y, al mismo tiempo, cómo mantienen articulado su movimiento.
Caso a caso
José Huenuche Raimán, uno de los comuneros que se encontraba en huelga desde mediados de julio, ha sido identificado como parte de la comunidad de Puerto Choque, en Tirúa. Sin embargo, Huenuche no proviene de allí, sino de la localidad de Pilinmapu, perteneciente a la comuna de Lumaco. “Parece que a Huenuche lo detuvieron por Puerto Choque, pero es de Lumaco, sus papás viven acá”, aclara a LND el alcalde de la comuna, Manuel Painqueo (PS).
Solidarizando con Huenuche marchó en Temuco esta semana Ramón Lleubul (52), integrante de la Unión de Comunidades Autónomas que agrupa a casi un centenar de comunidades. Él es lonko de la Isla Catrileo I, ubicada a 12 kilómetros de Lumaco, que reúne a 30 familias. Su misión como dirigente es visitar a las comunidades de su sector para mantener aglutinados a sus habitantes, lo que en parte se logra por dos motivos: el parentesco y los lazos de amistad. Así, por ejemplo, Lleubul es amigo de los padres del ex huelguista: “A Huenuche lo conozco por su familia, que es muy pobre”.
Pero las relaciones no se quedan a nivel de parentesco. También están en el foco de las organizaciones internacionales. El mismo Lleubul fue beneficiario de un proyecto financiado por Holanda a favor de su comunidad.
Además, Pilinmapu, adonde pertenece el huelguista Huenuche Raimán, fue parte de una denuncia efectuada por una cincuentena de agrupaciones mapuches en 2009 ante el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Para ello viajaron dos representantes, Manuel Curilén y Francisco Vera Millaquén. Un hecho que pasó inadvertido para la opinión pública, pero que revela el alto grado de organización que poseen actualmente las comunidades mapuches en conflicto, como la Autónoma de Temucuicui (Ercilla), Juan Katrilaf-Lof Yeupeko (Padre Las Casas), Mateo Ñirripil (Lautaro) y el mismo Puerto Choque (Tirúa), por nombrar sólo las zonas de donde principalmente provienen los huelguistas.
Trokuinche ( parentesco)
Wladimir Painemal es subdirector del medio mapuche Azkintuwe (El Mirador), que tiene una página web y una versión en papel. Él mismo comenta que la primera coordinación que existe entre las comunidades mapuches es a través del parentesco. “La conexión entre distintos territorios es a través de familiares. Mi familia de Cholchol se conoce con los Huilcamán de Lumaco, de hecho, ellos venían a jugar palín a mi comunidad, pese a que la distancia es grande. Entonces, cuando se pregunta cómo se organizan tan rápido las comunidades, tiene que ver con eso”.
Temucuicui, que ha sido un foco de conflicto entre las autoridades chilenas y miembros de esa comunidad por reivindicaciones territoriales, es un ejemplo de estos lazos familiares. De la Comunidad Autónoma de Temucuicui, liderada por los werkenes Jorge Huenchullán y Víctor Queipul (padre), provienen cuatro de los huelguistas de hambre y todos son parientes. Felipe Huenchullán, por ejemplo, es hermano del werkén Jorge Huenchullán. Víctor Hugo Queipul (hijo) y José Eugenio Queipul son primos. Camilo Tori también es pariente de ellos.
Aunque la Autónoma de Temucuicui es la más conocida, ésta comparte territorio con la comunidad Ignacio Queipul I, o también llamada Temucuicui tradicional, presidida por el lonko Juan Catrillanca; Ignacio Queipul II, liderada por el lonko Juan Huaiquillán. Cada una de ellas que tiene un promedio de 45 familias.
No todos, por cierto, comparten el accionar de los más radicales, como explica el director de Desarrollo Comunitario de la Municipalidad de Ercilla, Carlos Zanetti. “Juan Catrillanca, por ejemplo, nunca se ha metido en nada. Han hecho sus compras de tierra, trabajan y nunca se han involucrado en las tomas o en la vía más violenta”, asegura.
Parte de las 900 hectáreas co que cuenta la comunidad de Temucuicui proviene del fundo Alaska, que pertenecía a la Forestal Mininco.
Aunque los habitantes digan que pertenecen a distintas comunidades, no significa que vivan en territorios separados. Como explica el director de desarrollo comunitario de la Municipalidad de Ercilla, “lo que pasa es que son vecinos. Por ejemplo, en una casa está la familia que pertenece a la Autónoma de Temucuicui, pero en la casa siguiente hay gente de la Temucuicui tradicional. Están entrelazados”.
Es por ello que las tres comunidades comparten un espacio común donde están la escuela, la posta y sala cuna, que está próxima a ser inaugurada. El acuerdo que tiene el municipio para la contratación de personal de la guardería, es que cada lonko a cargo de una comunidad propondrá a su propia gente, a fin de evitar tensiones, dado que “las comunidades han tenido serios problemas internos”, asegura Zanetti.
Sin embargo, el dirigente de Temucucui tradicional, Michael Carbone, asegura que no hay rivalidades: “Existen dos comunidades en un mismo territorio, pero no puedo decir si la comunidad autónoma o la tradicional, cuál de las dos es más reivindicativa. Somos comunidades que compartimos las mismas ideologías. Ellos tienen prensa y nosotros no, pero obviamente estamos apoyando la huelga desde afuera y somos nosotros los que hemos estado en la reivindicación territorial”.
Las otras dos comunidades a las que principalmente pertenecen los comuneros mapuches que estaban en huelga de hambre son Juan Katrilaf II-Lof Yeupeko, de Padre Las Casas y Mateo Ñirripil-Lof Muko, de Lautaro. En total son 12 integrantes los que pertenecen a esos sectores (ver infografía).
La comunidad de Juan Katrilaf tiene parte de los terrenos que pertenecían al empresario Jorge Luchsinger, quien vendió en 2009 cinco de sus predios a la Corporación de Desarrollo Indígena (Conadi).
En tanto, la comunidad de Mateo Ñirripil, Lof Muko, de Lautaro, fue creada hace 70 años y lleva el nombre del lonko fundador. Viven unas 130 familias dedicadas a la agricultura y ganadería. “El conflicto nace por la necesidad de tierras por parte de la comunidad, ya que parte de esos terrenos están en manos de particulares y el Estado se ha demorado mucho en la compra de esas tierras”, explica el ex presidente de esa comunidad, Arturo Cheuque.
Así como las comunidades se relacionan a través de lazos de parentesco, también se manejan de manera jerarquizada. El lonko Ramón Lleubul, de la Isla Catrileo, cuenta que cada comunidad cuenta con su propia directiva, la que a su vez está inscrita en la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi), requisito indispensable para su constitución legal.
Wallmapu (otra gente)
Las comunidades mapuches no se quedan sólo en la relación entre ellas. Durante la última década también han cultivado una imagen en el exterior, producto del propio interés de las organizaciones internacionales.
“Chile va atrasado en este tema, pero a nivel internacional hay un creciente reconocimiento de derechos. Lo que pasa es que en Chile desconocemos cosas. Por ejemplo, la Declaración Universal de Derechos Humanos que se firmó por la gran mayoría de los países en diciembre de 2009, significó que existieran grupos de trabajo y discusión previa por más de una década. En esos grupos participaba gente como Aucán Huilcamán, entonces, él, para los efectos del mundo indígena internacional, es una suerte de embajador de los mapuches y seguramente lo conocen más que al embajador chileno en Ginebra. Así como él, otros también estuvieron en esas instancias”, explica un experto en mundo indígena que pidió reserva de su identidad.
Así se entiende que en 2009 los dirigentes Francisco Vera Millaquén y Manuel Curilén hayan interpuesto una denuncia ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas por contaminación en suelo mapuche.
Hay otras entidades internacionales que ofrecen cupos para dirigentes y expertos mapuches en la temática de derechos indígenas: “Ellos tienen reuniones de evaluación y de propuestas. Los dirigentes tienen que acreditarse y la Organización de Estados Americanos (OEA) paga todos los recursos para que puedan participar en esas reuniones. Lo mismo hace la Unesco y otros organismos internacionales.
Son las mismas organizaciones internacionales que están interesadas en conocer la situación en territorio mapuche, en un contexto donde los derechos indígenas son más reconocidos que en Chile”, explica el subdirector del medio mapuche Azkintuwe, Wladimir Painemal.
Cabe la pregunta de por qué son los mapuches los que aparecen en la agenda internacional, no así otros pueblos originarios. “Los mapuches son más del 85% de los indígenas en Chile. Pero no es sólo el tema numérico, sino también por la fortaleza cultural que tienen, un idioma, cosmovisión propia, religión, prácticas culturales muy fuertes y, además, tienen mucho más organización a través de distintas asociaciones, y eso les permite mayores redes y mayores aspiraciones internacionales”, explica el experto en el mundo indígena.
Justamente con ese tipo de redes trabaja Azkintuwe. “Tenemos una red de corresponsales en todo el territorio mapuche, quienes trabajan en distintas organizaciones, incluyendo los mapuches de Argentina. Por lo tanto, se conecta un territorio histórico mapuche antiguo”, dice Painemal.
El financiamiento de este medio partió por el bolsillo de los propios integrantes y luego optaron a los fondos de los gobiernos regionales y Fondart. “No ha sido un trabajo fácil, porque en algunos momentos no hemos tenido recursos para salir adelante, pero hemos ido progresando. Antes el diario salía mensual y ahora cada 15 días”, explica el subdirector.
Los corresponsales y el mismo Paineman trabajan ad honorem para Azkintuwe, por lo cual cada uno de ellos tiene sus propias actividades particulares. Painemal es antropólogo y trabaja como consultor independiente: “Lo que hacemos es un aporte, porque colocamos horas de nuestro tiempo en pos de tener un medio de comunicación y así poder entregar un servicio de calidad de nuestro pueblo”. //LND
Pamela Gutiérrez