LONCOPUÉ (AZ).- La comunidad mapuche Mellao Morales junto a referentes del área educativa y vecinos de la zona vienen reclamando sin éxito por la reapertura de la escuela 39 ubicada en el paraje Cajón del Manzano. Todos los pedidos elevados a las autoridades del Consejo Provincial de Educación no tuvieron respuestas positivas y mientras tanto varios chicos pierden la posibilidad de estudiar.
El supervisor escolar Luis Villaverde, uno de los principales impulsores de la reactivación del establecimiento, sostuvo en un informe elevado a las autoridades del CPE que "estos chicos no tienen nada, no podemos quitarles el derecho a estudiar y convertirnos en sus verdugos".También detalló que a pesar del abandono del edificio "con una baja inversión y en quince días se podrían retomar las actividades"
El cura párroco de Loncopué, José María D'Orfeo, fue más allá y aseguró que la negativa a reabrir la escuela es "una represalia del gobierno contra la comunidad que se plantó firme en su rechazo a la actividad minera".
El establecimiento fue cerrado en 2001 por una decisión del gobierno provincial a través de una escueta nota donde se advertía que la matrícula era insuficiente. No hubo consulta ni notificaciones a la comunidad educativa que de un día para el otro se encontró con las puertas cerradas. A partir de allí, algunos padres tuvieron que optar por enviar a los chicos a colegios de Las Lajas o Huarechenque, distante muchos kilómetros pero hubo otros que directamente abandonaron sus estudios.
Esto produjo un éxodo importante de las familias allí radicadas por cientos de años con la consecuente pérdida de identidad hacia el propio terruño y hacia adentro de las costumbres de los pueblos originarios. En la actualidad en Cajón del Manzano habitan en forma permanente unas 16 familias que se dedican como medio de subsistencia a la cría de cabras, algunas aves de corral y pequeñas huertas familiares.
Días atrás, el supervisor Villaverde junto al cura D'Orfeo y el dirigente de ATEN, Carlos Camargo visitaron el establecimiento y encontraron documentación de la década del 620 en pésimo estado de conservación. El lonco Pedro Beroisa resolvió dejar en resguardo esa información que contiene datos sobre la vida de sus antepasados.