"Nos preocupa profundamente la huelga de hambre de nuestros hermanos mapuches, que puede dejar en ellos daños irreparables", sostuvo el arzobispo en su homilía. Este fue el último Tedeum del cardenal Errázuriz a la cabeza de la iglesia de Santiago, pues a fines de mes o a principios del próximo será nombrado su sucesor en el arzobispado.

NELLY YÁÑEZ N.
Un urgente llamado a restablecer las confianzas para lograr el cese de la huelga de hambre de 34 comuneros mapuches, que hoy cumplen 70 días de ayuno, formuló el cardenal Francisco Javier Errázuriz, al encabezar el Tedeum Bicentenario, en la Catedral Metropolitana, ante 3 mil 500 invitados chilenos y extranjeros.

La ceremonia -marcada además por los mineros atrapados a 700 metros de profundidad en Copiapó y el terremoto de 8,8 grados que en febrero devastó la zona centro-sur- fue la última del cardenal Errázuriz (77) a la cabeza de la Iglesia Católica de Santiago desde 1998. Pues, a fines de este mes o a principios del próximo será nominado su sucesor en el arzobispado.

"Nos preocupa profundamente la huelga de hambre de nuestros hermanos mapuches, que puede dejar en ellos daños irreparables. De corazón les pedimos a ellos y a las autoridades restablecer las confianzas imprescindibles para que cese la huelga de hambre y se instaure un diálogo generoso y visionario", dijo en su homilía, en medio de la conformación de una mesa de diálogo y de tratativas de La Moneda y de la Iglesia Católica, a través de monseñor Ricardo Ezzati, para el término del ayuno.

La jornada partió temprano, a las 8 de la mañana; dos horas y media antes del Tedeum, con una catedral totalmente iluminada, decorada con flores y con 32 banderas chilenas y una boliviana en alusión a los 33 mineros atrapados en la mina San José.

El coro y los músicos -200 en total- fueron los primeros en tomar ubicaciones, al final del altar, mientras los invitados poblaban poco a poco las naves centrales y laterales.

El silencio sólo se rompió con un aplauso general ante el ingreso de la ex Presidenta Michelle Bachelet, situación que se repitió luego con Ricardo Lagos y Patricio Aylwin (el ex Presidente Eduardo Frei no fue por compromisos familiares); el Presidente de Bolivia, Evo Morales; el ministro de Minería, Laurence Golborne (por su papel en el rescate de los mineros); la Primera Dama, Cecilia Morel, y el Primer Mandatario, Sebastián Piñera, quien llegó en la carroza presidencial, la que no se ocupaba desde la administración Frei, en 1994.

Los abrazos más apretados los recibió, sin embargo, el Presidente de Paraguay, Fernando Lugo, quien llegó a Chile a pesar de una serie de complicaciones en su estado de salud, por las quimioterapias a las que debe someterse para el tratamiento de un cáncer.

Los sones de la guitarra del cantor y poeta Francisco Astorga marcaron el inicio de la ceremonia, con un canto a lo divino, sobre el Tedeum, los 200 años de la República, la comunión y el recuerdo a Bernardo, José Miguel, Arturo, Manuel, Pablo, Gabriela y Raúl, el cardenal.

Dos episodios sellaron los 75 minutos que duró la Acción de Gracias, instaurada en 1811 por José Miguel Carrera: el ingreso, de mano en mano, del "Evangelio de Chile", un manuscrito confeccionado por más de 5 mil personas y que fue entregado por la Iglesia Católica a La Moneda como regalo Bicentenario. Y la "Promesa de Chile" por un país más justo y solidario, en el que participaron frente al altar el Presidente Piñera y los presidentes del Senado, Jorge Pizarro; de la Cámara, Alejandra Sepúlveda, y de la Corte Suprema, Milton Juica, ante el mismo Cristo que tuvo enfrente la Primera Junta de Gobierno en 1810.

"Chile entero está de fiesta. Celebran en la profundidad de la tierra nuestros 33 mineros; también los damnificados por el terremoto y el maremoto. ¡Cómo quisiéramos que los comuneros que hacen huelga de hambre también estuvieran de fiesta!", dijo el cardenal Errázuriz, al sostener que "nos enorgullece el valor que nuestro país les da a las 33 vidas de nuestros mineros y que lo lleva a no escatimar recursos, por elevados que sean, para rescatarlas".

En las nueve carillas de la homilía, el cardenal calificó como un don el "admirable despertar" del espíritu fuerte, creyente y solidario que emergió en Chile después del terremoto.

Alabó la "ejemplar colaboración que un gobierno recién constituido impulsó entre el sector público y el privado" para enfrentar la catástrofe, pero no ocultó las carencias. "¡Bienvenidos -dijo- los esfuerzos que se sigan haciendo para superar las desigualdades realmente intolerables en el orden educacional, económico, laboral y cultural".

Fin a enfrentamientos

En su mensaje, el prelado también puso de relieve los avances alcanzados por el país en el respeto por la vida, tras la abolición de la pena de muerte y el respaldo al castigo internacional que reciben los crímenes de lesa humanidad. Y se detuvo en un punto: la unidad alcanzada por Chile.

"Prueba de ello -afirmó- es nuestro ánimo de desterrar los enfrentamientos de un pasado reciente, acabando con las descalificaciones y abrazando juntos proyectos favorables al bien común, sin exclusiones ni excluidos".

El momento de la paz fue otro de los símbolos de la jornada y quedó estampado en el saludo entre el Presidente Piñera y sus antecesores de la Concertación.

''De corazón les pedimos a ellos y a las autoridades restablecer las confianzas imprescindibles para que cese la huelga de hambre y se instaure un diálogo generoso y visionario".

''Celebran en la profundidad de la tierra nuestros 33 mineros; también los damnificados por el terremoto y el maremoto. ¡Cómo quisiéramos que los comuneros que hacen huelga de hambre también estuvieran de fiesta!".

''¡Bienvenidos los esfuerzos que se sigan haciendo para superar las desigualdades realmente intolerables en el orden educacional, económico, laboral y cultural".

''Es nuestro ánimo de desterrar los enfrentamientos de un pasado reciente, acabando con las descalificaciones y abrazando juntos proyectos favorables al bien común, sin exclusiones ni excluidos".

CARDENAL FRANCISCO JAVIER ERRÁZURIZ,
DURANTE EL TEDEUM BICENTENARIO