Por si no bastara con la represión que sufre el pueblo mapuche en sus comunidades, que descarga sobre hombres, mujeres y niños todo el poder del Estado -policías, servicios de inteligencia y poder judicial-, hoy está en curso una operación mediática para desacreditarlo, digitada desde el Ministerio del Interior y entusiastamente encabezada por el Sr. Patricio Rosende.
De ella por supuesto se hace eco la prensa de derecha y lamentablemente también el diario La Nación, que intenta vender una imagen de pluralismo y apego a la democracia, pero que a la hora de cerrar filas en la estigmatización de los mapuche, no se queda atrás.Titula La Nación en su edición del lunes 2 de noviembre: Rosende califica de "brutales" uso de niños como escudos en La Araucanía. Y agrega más adelante, refiriéndose al video que acompaña la noticia: “La grabación muestra a un comunero que presumiblemente porta un arma entre sus ropas, caminando detrás de un niño y una niña de corta edad”.
Si analizamos el video, vemos en las primeras escenas a “comuneros” arrojando piedras con boleadoras, supuestamente a carabineros, ya que sólo se alcanza a ver la cabeza de uno de ellos. Es imposible para el lector saber si atacaban a un solo carabinero, cuántos carabineros había en realidad y qué armamento portaban las fuerzas policiales. Así, nadie puede dimensionar la desigualdad manifiesta del “enfrentamiento”.
Seguidamente se muestra a un “comunero” acompañado de dos niños. Cabe preguntarse: ¿corresponden al mismo momento las dos imágenes? Además, el video desmiente absolutamente la afirmación de la noticia, ya que en ningún momento el comunero camina detrás de los niños. Y al asegurar en forma tan manipuladora “un comunero que presumiblemente porta un arma entre sus ropas”, se intenta presentar como verdad una interpretación que hace de la imagen el redactor de la noticia.
Los autores de esta maniobra saben perfectamente que las imágenes y el texto no guardan ninguna relación, pero apuestan a que la mayoría de los ciudadanos que lean la noticia no harán esa distinción, y en sus mentes quedará el concepto de que los mapuches usan a sus niños como “escudos humanos”. Ellos saben que cualquier padre o madre condenaría este hecho y por eso juegan en forma innoble con los sentimientos de la gente, manipulándolos para lograr como resultado una matriz de opinión pública que condene a los mapuches por “inhumanos”, al hacer con sus hijos algo que los “buenos” chilenos no haríamos jamás.
Logrado este fin, la opinión pública ya no será conmovida por las noticias de la represión en La Araucanía y se tendrá vía libre para actuar impunemente.
Las enseñanzas del Almirante Merino – ¿lo recuerdan? – parecen vigentes en democracia: quizás el próximo paso sea declarar a los mapuche “humanoides” y así poder exterminarlos con más facilidad.
Jorge G. Péfaur