El fin de semana estuve en Pucón, caminé por el centro y observé hoteles, agencias de viajes, negocios y hasta un motel que llevaban nombres mapuche. No solo es eso: muchos proyectos que se han realizado en agencias de gobierno han permitido a los empresarios winkas apoderarse de productos mapuche.

"Llegó un profesor con grado de doctor que realizó sus estudios en Estados Unidos y me dijo: 'La salvación del mundo contra el cambio climático son las culturas indígenas, sobre todo la mapuche, por el conocimiento ancestral que poseen'". Así lo expuso mi gran amigo Pedro Melinao Canales, un joven profesional ligado al Centro de Innovación y Emprendimiento Mapuche, mientras un grupo de estudiantes que asistía a una exposición en el rehue Makewe (ubicado en el Aeropuerto de Temuko) escuchaba atentamente.

¡Qué extraño!, reflexionamos después de terminada la charla. Durante 130 años para los chilenos el mapuche no ha servido para nada y ahora resulta que viene un profesor a decirnos que somos la "salvación del mundo". Parece un poco ingrato, pero es la realidad que ha tenido que vivir una población diezmada por los atropellos a los derechos humanos e indígenas que consagran los organismos internacionales y que Chile, simplemente, se los guarda donde prefiere.

Esta realidad es compleja. Si es cierto lo que plantea este experto, entonces seguiremos con los problemas de biopiratería por parte de las empresas transnacionales, al menos los hechos así lo demuestran.

Todos los mapuches hemos visto como se han confabulado los Senadores de todos los espectros políticos para aprobar la "Ley Monsanto", que le otorga la posibilidad de hacer un negocio de proporciones a la familia Von Baer para comercializar las semillas pertenecientes a los pueblos originarios. Al parecer esto sería impugnado por siete senadores, quienes fueron duramente increpados por la ciudadanía.

La lista no es menor. El fin de semana estuve en Pucón, caminé por el centro y observé hoteles, agencias de viajes, negocios y hasta un motel que llevaban nombres mapuche. No solo es eso: muchos proyectos que se han realizado en agencias de gobierno han permitido a los empresarios winkas apoderarse de productos como por ejemplo el merkén como marcas registradas.

Nuevamente pierden los más débiles, aquellos quienes no son reconocidos por la Constitución y que solo son sujeto al derecho chileno, lo que facilita esta verdadera vergüenza. Es aquí que me hace sentido tener propuestas concretas para atacar esta piratería y bíopiratería del conocimiento indígena. Estamos de acuerdo con salvar el mundo, pero en la actualidad nada es gratis y eso lo saben bien los mapuches. En síntesis, la vigencia del Convenio 169 de la OIT sobre los pueblos originarios y tribales es un verdadero apoyo para proteger la propiedad intelectual, pero no es suficiente.

Es necesario que todo proyecto realizado por las instituciones públicas de fomento e innovación prevean recursos para registrar y proteger este conocimiento, debido a que la legislación chilena en esta materia, a lo Ravinet, “vale callampa” y es necesario inscribir esto en otros países. Es un deber proteger el conocimiento ancestral de las etnias y pueblos, pero es obligación moral del mapuche con su propio pueblo estar atento para defenderse de lo que vendrá en el futuro, algo que no es nuevo si no logramos asumir el riesgo en que estamos.

Y como dijo mi amigo Manuel Millanao -quien siempre alega que no llega dinero del Estado: “así como vamos, si los hueñefes siguen robando conocimiento, ñielan kuyin para el mapuche”.

POR PABLO LINCOÑIR