Luego de una larga batalla política jurídica en el año 2011, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) acoge tres casos de Mapuche condenados por ley antiterrorista bajo el gobierno de Ricardo Lagos. Se tratan de los casos de los Lonkos Pichun y Norin, el caso de Victor Ancalaf y el caso Poluco Pidenco, en el cual estuvieron condenados Juan Ciriaco Millacheo y Jaime Marileo. Luego de la muerte de su padre Pascual, Juan Pichun asume la representación de su padre ante la CIDH. Junto con Juan Ciriaco Millacheo, Jaime Marileo y otros de los imputados se presentan en la corte en Costa Rica para dar a conocer a la Corte el sufrimiento provocado en sus vidas por la aplicación de la ley antiterrorista y reafirmar su condición de luchadores sociales y políticos del pueblo mapuche.
La lucha mapuche no se detiene: Encuentro con tres dirigentes del pueblo mapuche en ParisJuan Pichun es hijo del Lonko Pascual Pichun, fallecido en Marzo del 2013, luego de haber estado encarcelado varios años por el Estado chileno, condenado por ley antiterrorista bajo la inculpación de “amenaza terrorista” por 5 años y 1 día, a raíz del conflicto con el agricultor y político radical Juan Agustín Figueroa propietario legal del fundo Nancahue, reivindicado por la comunidad de Temulemu como parte de su territorio ancestral. El juicio conocido como el “juicio de los Lonkos” en el cual Pascual Pichun estuvo acusado junto con el Lonko de la comunidad vecina de Didaico, Aniceto Norin, estuvo plegado de irregularidades. Tras un primer fallo absolutorio, los Lonkos fueron condenados después de la anulación del primer juicio por la corte suprema. Luego de la muerte de su padre, Juan Pichun asume como Lonko de la comunidad de Temulemu. Vive hoy en su comunidad junto con su familia donde es profesor de la pequeña escuela básica del lugar.
Juan Ciriaco Millacheo es Lonko de la comunidad de Chequenco. Ha dedicado la mayor parte de su más de 60 años de vida a la lucha del pueblo mapuche, especialmente la lucha por las tierras y el territorio usurpado por latifundistas y empresas forestales. Dio sus primeros pasos en la lucha en el tiempo de la reforma agraria cuando su comunidad, y especialmente su padre, se movilizaba para recuperar el fundo Chihuaihue de 4000 hectáreas a mano de la familia Silva Correa. A partir del año 1999 se involucra juntos con Mapuche de las comunidades de San Ramon y de Tricauco en la reivindicación del fundo Poluco-Pidenco a mano de la empresa Forestal Mininco. Varios años después, en 2003, a raíz de la presión de la empresa Mininco, la fiscalía abre un juicio en contra de varios dirigentes mapuche que lideran la lucha por la recuperación del fundo Poluco-Pidenco. Entre ellos Juan Ciriaco Millacheo a quien se imputa el delito de “incendio terrorista” y para llevar a cabo la investigación se hace uso de la ley de conductas terroristas, más conocidas como “ley antiterrorista”. En este juicio, se lo condeno a 10 años y 1 día de cárcel por “incendios terroristas”. Juan Ciriaco Millacheo, convencido de su inocencia rechaza la condena y decide asumir la clandestinidad en Argentina, hasta el año 2013 cuando fue capturado por la policía argentina y entregado a la justicia chilena.
En el mismo caso, se encontraba un joven mapuche de apenas 25 años en este entonces, Jaime Marileo. Jaime Marileo proviene del sector San Ramon, de la comunidad Cacique José Guiñon. Es el noveno de los hijos de una familia de 12 integrantes. Siguiendo el modelo familiar, marcado por las luchas de sus padres en el tiempo de la reforma agraria, decide involucrarse en las acciones de recuperación de tierras que sacuden su territorio a partir del final de los años 90. Está acusado de los mismos cargos que el Lonko Millacheo, y condenado a 10 años y 1 día de cárcel por “incendio terrorista”, sin poder arrancar la condena puesto que estaba mantenido en prisión preventiva durante su juicio.
Luego de una larga batalla política jurídica en el año 2011, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) acoge tres casos de Mapuche condenados por ley antiterrorista bajo el gobierno de Ricardo Lagos. Se tratan de los casos de los Lonkos Pichun y Norin, el caso de Victor Ancalaf y el caso Poluco Pidenco, en el cual estuvieron condenados Juan Ciriaco Millacheo y Jaime Marileo. Luego de la muerte de su padre Pascual, Juan Pichun asume la representación de su padre ante la CIDH. Junto con Juan Ciriaco Millacheo, Jaime Marileo y otros de los imputados se presentan en la corte en Costa Rica para dar a conocer a la Corte el sufrimiento provocado en sus vidas por la aplicación de la ley antiterrorista y reafirmar su condición de luchadores sociales y políticos del pueblo mapuche. Asesorados por la Federación Internacional de las Ligas de Derechos Humanos (FIDH), en Julio del 2014, obtienen de la corte una condena del Estado chileno por violaciones a los derechos humanos de integrantes del pueblo Mapuche. Como señala la FIDH:
“La Corte IDH condena al Estado Chileno al considerar, entre otras, que las sentencias condenatorias expedidas en contra de las víctimas de este caso -determinando su responsabilidad penal por delitos de supuesto carácter terrorista- fueron emitidas fundándose en una ley antiterrorista violatoria del principio de legalidad y del derecho a la presunción de inocencia.
La Corte también encontró que en la fundamentación de las sentencias condenatorias se utilizaron razonamientos que denotan estereotipos y prejuicios, lo cual configuró una violación del principio de igualdad y no discriminación. Adicionalmente, la Corte encontró que se produjeron violaciones al derecho de la defensa y del derecho de recurrir de esos fallos penales condenatorios. Todo ello hace que esas condenas fuesen arbitrarias e incompatibles con la Convención Americana.”
Finalmente, mas allá de la condena moral que representa la sentencia, la CIDH ordeno al Estado chileno una serie de reparaciones materiales para las víctimas de la aplicación de la ley anti- terrorista.
En este marco, la FIDH organizo en Europa el viaje de tres de las víctimas de la aplicación de la ley anti terrorista en Chile, Juan Pichun en representación de su padre Pascual, Juan Ciriaco Millacheo y Jaime Marileo. Durante esta gira, expusieron en Ginebra ante las Naciones Unidas las dificultades de acceso a la justicia para las víctimas de actuaciones abusivas de empresas. Igualmente tuvieron citas con las relatorías sobre la situación de los derechos humanos y libertades fundamentales de los indígenas, sobre la independencia de magistrados y abogados, y sobre la promoción y la protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales en la lucha contra el terrorismo. Se reunieron tambien ante parlamentarios de la Unión Europea para presentar la sentencia de la Corte IDH y la situación actual de sus comunidades (Comunicado FIDH)
Si bien dieron a conocer el desarrollo del exitoso juicio en contra del Estado chileno, también vinieron con el fin de compartir en Europa el sentido de la lucha mapuche en Chile. Según las propias palabras de Jaime Marileo, “también queremos dar a conocer nuestro planteamiento político, porque nuestra lucha es política”. Este mismo planteamiento que el Estado chileno ha querido acallar a través de la represión policial y judicial. Encuentros con tres Mapuche que nunca cesaron de alzar su voz en pos de un lugar más digno en este mundo por sus comunidades y su pueblo mapuche.
Tres vidas envueltas en la lucha por la tierra
Jaime Marileo y Juan Pichun pertenecen a la misma generación, la que nació en plena dictadura, en territorios marcados por el golpe y la represión militar. Son parte de esta generación que se levantó al final de los años 1990 a través de recuperaciones de tierras, ante el oído sordo de la CONADI y de los tribunales de justicia a sus demandas por las tierras usurpadas a sus comunidades, en posesión en la mayoría de los casos de empresas forestales.
Juan Ciriaco Millacheo representa la generación anterior, la generación de los padres de Jaime y Juan, la generación que junto con los partidos políticos de la Unidad Popular (UP) logro recuperar más de 220 000 hectáreas de tierra a favor del pueblo mapuche durante la reforma agraria, a través de expropiaciones y restituciones de tierras a comunidades mapuche por decisiones de los tribunales de justicia.
La lucha de Juan Ciriaco Millacheo, Jaime Marileo y Juan Pichun se enmarca en la historia de los territorios de los cuales provienen, marcadas por la usurpación, el racismo, la dominación y a partir del final de los años 70 marcado por la instalación de empresas forestales depredadoras del medio ambiente.
Temulemu, terminar con el abuso Forestal
Cuando la comunidad de Temulemu, liderada por el Lonko Pascual Pichun, decidio emprender una lucha para recuperar sus tierras ancestrales en mano de la Forestal Mininco en el año 1998, se componía de ochenta a ciento diez familias con un número aproximado a las 510 personas. La comunidad se constituyó en una Merced de Tierra otorgada a Antonio Ñirripil, Título de Merced No15, de 1884, por 920 hectáreas, para 131 personas. Si bien estas 920 hectáreas entregados por el Estado chileno al final del siglo XIX no correspondían al territorio ancestral de la comunidad de Temulemu, puesto que esta abarcaba parte del fundo Santa Rosa de Colpi (propiedad de la Forestal Mininco hasta el año 2012) y del fundo Nancahue (propiedad de la familia Figueroa hasta el día de hoy), las usurpaciones no se detuvieron con la entrega del Titulo de Merced y durante el siglo XX la comunidad ira perdiendo otra 58, 4 hectáreas más.
Como muchas comunidades mapuche, el periodo de reforma agraria fue marcado por la movilización de la comunidad, logrando la expropiación del fundo Nancahue y Santa Rosa de Colpi en el año 1973, sin que la comunidad pueda beneficiarse de esta última expropiación, puesto que el Golpe Militar de las fuerzas armadas lideradas por Augusto Pinochet, desistió las expropiaciones a favor de la comunidad. Al final de los años 70, la Forestal Mininco adquirió el predio Santa Rosa de Colpi de 2400 hectáreas, imponiendo un nuevo sistema de dominación a la comunidad como bien lo señala Juan Pichun:
“Lo que gatillo digamos la recuperación de nuestros derechos ancestrales, bueno siempre ha estado en la mente de cada mapuche, pero se apuntó más hacia las grandes forestales, porque las forestales están provocando un gran daño ecológico y cultural en nuestras comunidades ya que ellos llegan a arar con los árboles nativos, con la montaña nativa y para poner su plantaciones de pinos y eucaliptos y eso trae consecuencia con toda la aplicación de pesticida todo esto, y también contaminaban el agua, y después ni siquiera había agua. En muchas comunidades ya no hay agua. Y por el otro lado, el poder que ejercicia la forestal... con las comunidades vecinas, siempre pusieron los guardas bosques, que eran personas muy temidos en la comunidad ya que todo lo que encontraban dentro de sus predios se lo llevaban presos y allí muchas veces la gente tuvieron que hacer fila para recuperar sus animales, llevando corderos, gansos, pollitos, chanchos para recuperar sus animales, entonces lo poco y nada que tenía la gente tenían que pagar porque sus animales se habían metido en los predios forestales. Entonces con todo esto ya la gente digamos empezó a aburrirse, y enfrentar de una vez ya la forestal, eso por una parte, pero la gente dijo si hacemos eso también podemos recuperar la tierra. Así que el mayor conflicto que se ha generado últimamente fue con las grandes forestales”
En 1998, cuando la comunidad de Temulemu decidió entrar en el fundo Santa Rosa de Colpi, habían agotado todos los procedimientos legales. Sus dirigentes habían reclamados ante el tribunal de Traiguen y la CONADI las 58, 4 hectáreas sin tener repuesta satisfactoria. Como bien lo dice Juan Pichun, por la cantidad de gente que vivía en Temulemu amontonado, “la comunidad era como una población.”
La larga lucha por recuperar el fundo Chihuayhue
Juan Ciriaco Millacheo es el nieto del Lonko fundador de la comunidad José Millacheo Levio e hijo del dirigente que encabezo la lucha de las comunidades de Chequenco a partir del año 1960 para recuperar la hacienda Chihuayhue en esta época a mano de la familia Silva Correa. Recuerda que en este tiempo, los Mapuche estaban obligado a trabajarle al dueño del fundo, como mano de obra barata, en un sistema de verdadero “esclavismo” según las palabras de Juan Ciriaco. En el año 1961, respaldado por el Partido Comunista, la comunidad de Chequenco impulsa la toma de la hacienda Chihuyahue para presionar el gobierno de este entonces por una verdadera reforma agraria que permitiría devolverle la tierra a las comunidades mapuche. Durante todo la década de los sesenta, y luego durante la Unidad Popular del presidente Salvador Allende, la comunidad de Chequenco se mantuvo movilizada. Primero para recuperar las tierras. Lograron la expropiación del fundo Chihuyahue en el año 1971, bajo el gobierno de la UP, “nuestro gobierno” dice Juan Ciriaco Millacheo, al recordar este periodo. Luego, la lucha será para hacer producir estas tierras, a mano de Mapuche y ex trabajadores del fundo no Mapuche (los inquilinos). En este tiempo dice Juan Ciriaco el gobierno le dio un lugar al campesinado para que la producción se entregara para la ciudad. Eso era el proyecto, y eso era nuestro papel, hasta teníamos un molino para eso”
Al igual que en Temulemu, el golpe militar significo la perdida de las tierras expropiadas a favor de los habitantes de Chequenco que tuvieron que retornar en sus estrechas reducciones, con una característica particular en el caso del fundo Chihuyahue, puesto que solamente los Mapuche tuvieron que irse mientras los ex inquilinos pudieron quedarse como parceleros:
“El gobierno de Allende hizo una expropiación donde entre el mapuche y el pueblo, los inquilinos de los fundos que ellos conjuntamente que hagan en el mismo fundo pero en calidad de trabajo colectivo, y así los Mapuche y los winkas trabajaron conjuntamente allí dirigían el partido comunista y el socialista, los Mapuche y el campesino winka conjunto y este poder duro 3 años no más pues, 3 años duro, y después mataron a nuestro gobierno, e yo igual militaba en este gobierno siendo muy joven, perdimos este beneficio, hasta allí quedo y después Pinochet llego y dijo “los que son Mapuche todos para afuera y los winkas se le respetaron la parcela”
Por el año 2000, cuando la comunidad de Chequenco volvió a iniciar su lucha, vivían 200 familias en 338 hectáreas. El fundo Chihuyahue había sido parcelado por una parte y por otra parte había sido adquirido por empresas forestales, como Forestal Mininco y Bosque Arauco. Lo que motivo Juan Ciriaco Millacheo a levantarse otra vez, a pesar de los golpes sufridos en el tiempo de la dictadura, era la situación de despoblamiento de su comunidad a raíz de la ley de división de las comunidades adoptadas por Pinochet (Decreto-Ley 2568), veía la juventud se iba a trabajar en las ciudades, lo que significaba para él un verdadero “genocidio”.
“Mi motivación para retomar la lucha era reconstruir el pueblo mapuche en el campo, de instalarse nuevamente como comunidad y ese es el proyecto que tengo yo, mi proyecto político.”
“Seguir el espíritu de lucha de nuestros viejos”. La historia de lucha de San Ramon
Cuando le preguntamos a Jaime Marileo lo que motivo su lucha, su repuesta apunta a una historia que lo supera, de la cual se hace cargo al crecer en un ambiente de desigualdad e injusticia (recuerda por ejemplo las discriminaciones sufridas en la villa de Pidima de parte de ciertos agricultores de la zona):
“Uno viene, nace de un espíritu de una familia, de un papa que... que tiene este conocimiento, entonces mi madre igual se fue con este espíritu de idea de lucha y nos formó así, entonces es algo que lleva en la sangre, entonces uno tiene convencerse, yo estoy convencido y tengo la esperanza que nuestra idea, nuestra lógica se va a concretar.”
A sus papas les tocaron luchar por el fundo San Ramon, un fundo de 1240 hectáreas, el primero expropiado en la comuna de Ercilla en 1966. La expropiación se hizo a favor de habitantes de distintas comunidades de Ercilla, entre ellas familias de Tricauco de la cual provenían los abuelos de Jaime Marileo.
Al igual que en el caso de Temulemu y de Chequenco, la dictadura militar significo la expulsión de las tierras recuperadas en el periodo de reforma agraria, y una represión que sufrieron directamente los padres de Jaime:
“Mis padres vivieron la confrontación de la dictadura militar donde había una orden de masacre hacia las comunidades mapuche donde le quemaron sus casas, sus rukas, entonces esta formación nos dejaron nuestros viejos, que hay que luchar, y ellos lucharon por su tierra, creían en eso, entonces en este espíritu quedo con toda la familia de nosotros, hermanos hermanas que seguimos en esto”
Como sus dos otros compañeros, cuando volvió la democracia, considero a las “grandes forestales” como el principal enemigo del pueblo mapuche.
Política de “migajas” y criminalización de la protesta social mapuche
La vuelta a la democracia en 1990 dejaba mucha esperanza al pueblo mapuche, la esperanza de poder recuperar sus tierras antiguas, lo que permite explicar una relativa tranquilidad hasta el final de los años 90. Estos años fueron marcados por políticas “asistencialistas” (Juan Pichun) o de “migajas (Jaime Marileo) de parte de los gobiernos de la Concertacion, es decir políticas que no apuntaban a lo fundamental: devolverles las tierras al pueblo mapuche. Más bien las políticas públicas fueron enfocadas a mejorar la educación de los Mapuche, entregar algunas herramientas de trabajo, semillas y algunos créditos a través del INDAP, y escasas porciones de tierra contempladas dentro de los históricos Titulos de Merced. Este tiempo fue marcado por la tramitación de las demandes de tierra de las comunidades mapuche. Por otra parte, la Concertacion prosiguió el modelo de desarrollo impuesto bajo la dictadura consistiendo en favorecer la inversión de capital en territorio mapuche. No había ninguna intención de tocar los intereses de las empresas forestales que se enriquecieron explotando las tierras mapuche por mientras las comunidades se convertían en verdadera “población”, según la palabra de Juan Pichun. A sus jóvenes habitantes sin tierra, le quedaban dos opciones: dejar su comunidad para ir a trabajar en ciudades, en las plantas forestales o en las plantaciones de frutas del centro del país o luchar por sus tierras. Jaime Marileo, Juan Ciriaco Millacheo y Juan Pichun fueron algunos de los que eligieron luchar y reiniciar ocupaciones de los predios reclamados frente al oído sordo de la CONADI.
El gobierno, al lugar de escuchar y entender la legitimidad de estas reivindicaciones decidió criminalizar esta protesta, aplicando primero la ley de seguridad del Estado y luego bajo el gobierno de Lagos a partir del 2000 la ley antiterrorista. Esta política de criminalización fue marcada por un sin número de operativos policiales (los allanamientos) en las comunidades en lucha, una presencia policial permanente en los predios reivindicados, un hostigamiento a los habitantes de las comunidades, y finalmente una persecución judicial a los dirigentes de las comunidades en lucha, la cual llevara Pascual Pichun (el padre de Juan) en la cárcel, al igual que Juan Ciriaco y Jaime Marileo.
De la demanda por tierras al despertar de una conciencia política
Como lo dice Jaime Marileo, “la cárcel fue una escuela para mí”, y en general la lucha porque allí se aprendió los derechos sociales, económicos y políticos del pueblo mapuche. Una vez adquirida esta conciencia, los tres Mapuche hacen notar que su lucha ya no podía estar detenida. Jaime subraya que si “el Estado puede encerrar nuestro cuerpo, no puede encerrar nuestro pensamiento”. Por eso, en 2007, cuando era preso, Jaime Marileo, junto con Patricia Troncoso más conocida como la Chepa, fue protagonista de varias huelgas de hambre para denunciar las irregularidades del juicio que lo tenía encarcelado desde ya varios años. Estas huelgas eran también una manera para el de resistir al Estado chileno y decirle “al pueblo chileno y al pueblo mapuche que los Mapuche siguen existiendo y difundir desde la cárcel nuestras ideas”.
Sin embargo, “la política represiva del Estado chileno hizo crecer adentro de nosotros un odio”, dice Juan Ciriaco Millacheo, “y por eso ahora nuestra lucha no se puede detener”.
Juan Ciriaco y Jaime ya no creen en las mesas de negociación con el Estado por los golpes recibidos pero también porque entendieron que en estas negociaciones siempre iban a salir perdiendo como lo señala el lonko Millacheo:
“Si nosotros nos llaman a un dialogo nosotros no podemos ir porque los otros son gente muy especializado, llegan abogados, gente con dedicación política todo un tiempo, y nosotros siempre perdimos, entonces no hay nada que ir a los diálogos, esperar el convencimiento de la gente para hacer un trabajo político, y seguir dándole, que no estamos durmiendo, allí mismo el peñi hace llegar sus hijos a la universidad o el otro en un colegio más superior, tiene más cosmovisión el tema... Antes no. Yo trabajé, estudié hasta la enseñanza básica, entonces no tengo tantos argumentos para ir a discutir, mas con ideología, porque nos ponen artículos, con leyes, con representación, todo esto, no está dado la cabeza para eso, no está dado, ya? Entonces yo veo o miro cuando hay un dialogo aparecen otras personas, y nunca lo llaman a la gente donde realmente está el juicio, el juicio político.”
Es el motivo por el cual no quieren renunciar a las ocupaciones de los predios demandados, porque esta herramienta se ha convertido en la fórmula que le ha permitido expresar,se salir de la oscuridad y recordar a Chile y al mundo su existencia como pueblo.
Es también esta lucha decidida y constante que les ha traído el reconocimiento que el Estado chileno les ha negado a ellos y sus familias, reconocimiento de una parte de la sociedad chilena y de organizaciones de defensa de los derechos humanos a nivel internacional. La lucha les devolvió el orgullo de ser Mapuche en una sociedad construida en la marginalización y subordinación de lo indígena.
Como prueba de sus convicciones políticas, tras la cárcel o la clandestinidad decidieron seguir la lucha. El lonko Pascual Pichun, al salir de la cárcel, siguió demandando el predio Santa Rosa de Colpi, Jaime Marileo se instaló a vivir en un fundo forestal reivindicado al igual que Juan Ciriaco Millacheo.
Pero también supieron abrirse a otras herramientas para luchar contra la política represiva del Estado y junto con la FIDH demandaron al Estado chileno en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Esta demanda no fue concebida como una demanda personal, sino más bien como una forma colectiva de protesta del pueblo Mapuche para que termine la criminalización, no solamente en contra de ellos, sino que de todas las comunidades que se movilizan. Juan Ciriaco Millacheo al volver de la corte en San José de Costa Rica en Junio del 2013, consideraba que era un momento histórico, puesto que “por primera vez en toda su historia el pueblo mapuche había sido representado ante esta corte”.
¿Y ahora?
A pesar de lograr la condena del Estado chileno, los tres dirigentes del pueblo mapuche no están completamente satisfechos por el fallo, pues no contempla ninguna reparación colectiva al pueblo mapuche y en especial a sus comunidades que sufrieron la estigmatización pública y el encarcelamiento de sus autoridades tradicionales, como lo manifiesta Juan Pichun:
“El fallo en si no es completamente favorable a nosotros, toda vez que desconoce los derechos colectivo de los peñis o sobre la tierra por ejemplo. Por ejemplo los mismos peñis cuando plantea el fallo en términos de salud dice que hay que hacer la reparación a los daños de salud de los afectados. Pero eso cuando el afectado tiene la condición de Lonko eso va más allá de su persona, hay una familia, hay una señora, una esposa, también está la comunidad que fueron reprimidas cuando buscaban a los Lonkos, los dirigentes en la comunidad, y esa reparación no está contemplado en lo que plantea el fallo de la corte interamericana”
Al igual que Juan Pichun, Jaime y Juan Ciriaco lamentan que la reparación no contemple el derecho al territorio.
Sin embargo, con métodos distintos, los tres siguen comprometiéndose en la recuperación de sus territorios. Juan Pichun, ahora Lonko de su comunidad, no pierde de vista el derecho de aquella sobre el fundo Nancahue, que algún día tendrá que estar devuelto a la comunidad de Temulemu y Didaico. Trata de formar las nuevas generaciones de su comunidad para que algún día se hagan cargo de esta tarea. Jaime Marileo y Juan Ciriaco siguen reivindicando de forma directa los predios forestales insertados en su antiguo territorio.
Más allá de estas demandas de tierras, en cada una de sus palabras se percibe una demanda fuerte por el respeto, que se debe entender a partir de una historia cargada de negación, el afán de aprender más para levantar la voz y propiciar la liberación del pueblo mapuche, partiendo con la retirada de las empresas forestales. Lo que el Estado les negó históricamente, la educación y las tierras, decidieron conquistarlo de una forma u otra.
Finalmente, como bien lo dice Jaime Marileo, su lucha se enmarca en una lucha más general de los pueblos indígenas y pueblos del mundo contra un sistema de opresión, al igual que Juan Ciriaco Millacheo que no deja de afirmar que su lucha es contra el sistema capitalista, “para el pueblo mapuche, el campesinado mapuche y el campesinado winka.” Es una lucha de un pueblo para decir que existimos, me dice Jaime Marileo. Después de una larga noche de marginalización y opresión, los Mapuche se toman la palabra y la comunidad internacional.
Michel Benabou