30 de Junio de 2001

¿Qué está en juego en el desarrollo del Parque Pumalín de Douglas Tompkins?
Hacia una ecología humanista


Sergio Páez (*)


Comparto plenamente los objetivos superiores de convivencia equilibrada entre el hombre y su entorno natural. Soy partidario de políticas de preservación de áreas silvestres, tal como lo ha materializado el Estado chileno a través de una acción consistente de Conaf desde hace largos años. Sólo en la X Región existen más de 500 mil hectáreas protegidas y reguladas por este organismo, y que permiten una relación fluida entre la naturaleza y los habitantes.

 Comparto la idea de que se establezca un Santuario de la Naturaleza en el Parque Pumalín, tal como sus propietarios se comprometieron con el gobierno. Ello comprende una zona claramente delimitada en la provincia de Palena y su implementación debe estar regida por la legislación nacional.

 Sin embargo, es deplorable que tras esta noble iniciativa se escondan propósitos de orden doctrinario y práctico, promovidos por un ciudadano extranjero que intenta concretar en Chile ideas sustentadas en un ecologismo extremista que está en las antípodas de los criterios humanistas, propios de nuestra tradición histórica.

 Tompkins ha llevado a cabo una acción intimidatoria de los colonos de Palena para adquirir con voracidad más y más terrenos fuera de los límites del Parque Pumalín. Sus métodos empleados han sido la compra a vil precio de miles de hectáreas en sectores como Isla Maillen, Reñihue, Comau e incluso en la XI Región. Una vez en poder de la tierra, expulsa a los colonos o les niega el derecho de tránsito; impide a los pescadores artesanales buscar refugio en las caletas durante los temporales; obstaculiza la generación de fuentes de trabajo al no permitir el desarrollo de la industria salmonera o de cualquier otra actividad económica lícita.

 Las acciones de la fundación que dirige Tompkins afectan la soberanía nacional al despoblar amplias zonas de nuestro territorio austral, inclusive en zonas limítrofes y obstaculizar su desarrollo económico-social. Es conocido asimismo el hecho que este ciudadano norteamericano está adquiriendo grandes extensiones de terrenos al sur de Argentina, lo que amenaza con una pérdida efectiva del control sobre nuestras fronteras.

 Los chilenos conocemos las lamentables consecuencias de pretéritas actitudes permisivas con personas o grupos ajenos a nuestra identidad nacional, que constituyeron enclaves incontrolables donde se han cometido toda clase de atentados contra los derechos humanos, como ocurre con la denominada "Colonia Dignidad". No podemos permitir que se repitan estas lacras y aunque nos reiteren hasta el cansancio los cantos de sirena de la desregulación absoluta, debemos establecer límites y fórmulas efectivas de fiscalización frente a estos siniestros propósitos.

 Creemos en una ecología en que el ser humano tome conciencia de que su futuro está cimentado en una relación armónica con el medio ambiente. Esa es la actitud que debemos fomentar, lo que implica alejarse de aquellas tesis extremas que pretenden impedir la cercanía y la convivencia fraterna entre persona y naturaleza. Ni el insulto ni la amenaza velada de un extranjero nos harán perseverar en la defensa de valores intransables como la dignidad y la libertad de los habitantes del sur de Chile.

 (*) Sergio Páez es senador de la DC.
 
 

latercera@copesa.cl
Derechos reservados COPESA
Este sitio es parte de la red Terra Networks Chile S.A.