7 de noviembre de 2001

Un tesoro por descubrir: las canciones anónimas que se van transmitiendo, en todo el país, de generación en generación

En busca del folklore más puro
Leda Valladares acaba de relanzar su "Mapa musical de la Argentina" y Mario Silva recopiló el legado patagónico
 
"Cuando descubrí la copla, nunca había escuchado nada parecido sobre el planeta", dice Leda Valladares
Foto: Archivo
La mirada indígena en el disco "Tejido de Piedra"
Una danza mapuche en Santa Cruz: los ritmos de baile aborigen fueron recogidos en el trabajo de Silva

  • Los investigadores consagraron buena parte de su vida a recorrer la Argentina para recoger testimonios sonoros

  • Ahora están al alcance de todos, reunidos en colecciones de discos

      El tesoro del folklore es infinito y los encargados de descubrir esa riqueza anónima y popular son los recopiladores. Esos que alguna vez Atahualpa Yupanqui calificó como "héroes del silencio". Grabador en mano, se transformaron en el nexo entre las expresiones rurales y la urbe. Los documentos folklóricos se volvieron así materia sonora imprescindible para completar el mapa musical argentino, sedimento de una raíz indoamericana.

    La edición de varios trabajos que testimonian estos registros sonoros pone a la vista un inagotable manantial de voces y culturas olvidadas. La colección "Mapa musical de la Argentina" de Leda Valladares, que acaban de relanzar el Rojas y Melopea, y la reciente aparición de los legados musicales patagónicos recopilados, durante 20 años, por el investigador y músico Mario Silva, discípulo de la reconocida investigadora Isabel Aretz, permiten descubrir al folklore en su estado puro.
    "Desde que descubrí la maravilla de ese canto milagroso que habita en en los ranchos y montañas del norte argentino, lleno de misterio, no pude hacer otra cosa que difundirlo y registrarlo para que sean esos cantores anónimos los portadores de una cultura de siglos, que increíblemente el hombre urbano y muchos artistas de la Argentina todavía desconocen", afirma Leda Valladares, una de las recopiladoras y artistas que más ha trabajado para dar a conocer el potencial expresivo del canto con caja.
    Leda Valladares tiene 82 años y hace tres que casi no canta, aunque en su casa se permitirá recordar una vidala riojana junto a su discípula Miriam García, quien continúa enseñando el canto con caja en el Rojas (clases que antiguamente daba Leda) con la misma entrega con la que dedicó su vida a recolectar la sabiduría de esas voces anónimas y ancestrales del norte y centro del país.

    "Cuando descubrí la copla, nunca había escuchado nada parecido sobre el planeta. Desde ese momento no pude hacer otra cosa que intentar aprender esa furia abismal, esa energía que venía del grito del indio de siglos. Quizá la diferencia con otros investigadores, que por ese momento eran muy pocos, es que yo me preocupé por cantar las coplas. Por tratar de hacer lo que hacían ellos, salvando las diferencias, porque yo sólo era una pretenciosa aprendiz."

    Durante sesenta años, (lo que le llevó aprender, completar su tarea recopilatoria y difundir el canto con caja en todos los ámbitos imaginables), la mujer nacida en Tucumán, de ojos celestes fulminantes, tuvo que luchar contra la ignorancia de la inteligencia cultural de las grandes ciudades y ejercer sus dones docentes. "Al principio, creían que era una loca, que hablaba de cosas que no existían y sin embargo yo, que venía de la universidad, nunca había visto algo parecido. La cultura europea no tiene nada que hacer frente a ese saber antiguo. Yo me sentía orgullosa de poder mostrar la música anónima de los ranchos. Me sentía como la Cristóbal Colón de los copleros", agrega, con esa pasión que la desborda cuando habla del canto primitivo que llevó a escuelas de todo el país, a las universidades o al exterior, donde, acota, "se quedaban fascinados con ese grito desmesurado".

    Los ocho discos recopilatorios muestran una enorme variedad de cantores de patios, valles, ranchos y cerros, que Leda no duda en calificar de geniales. "He conocido muchas cosas, pero lo que más carácter tiene es lo norteño. El bagualero es como un dios. Nunca he visto un cantor que pueda superar a una Gerónima Sequeida, ni siquiera dentro de los mismos bagualeros. Y ni hablar de alguien de la lírica, que son tan afectados. Por eso, he luchado mucho para que se publiquen sus voces, porque son ellos los portadores de todo ese saber que viene de gente que ni siquiera sabía ni leer ni escribir, y que heredaron de siglos."

    -¿Cómo es que sigue sobreviviendo un arte que muchos ubican en la época preincaica?

    -El canto con caja sigue sobreviviendo porque tiene una energía y una identidad muy fuertes. Nadie puede hacerse el distraído ante esa experiencia. Ellos no necesitan libros: son vida pura. Además, no hay dos cantores que canten igual; esté seguro, todos son diferentes. Es un canto auténtico, y siempre se pueden esperar la novedad y el asombro.

    Leda era compositora y seguidora del jazz, pero cuando escuchó a esas bagualeras una noche de verano, en Cafayate, su mundo cambió. "Entré en otra densidad, desperté a la América india, que nadie conocía. Para mí fue como un latigazo de siglos, que me atravesó. Por eso, todos estos años de trabajo fueron de un privilegio enorme para mí, a pesar de que muchos todavía se avergüenzan de ellos. Yo me enorgullezco de haber podido mostrarles a los argentinos esas fortunas increíbles y haber podido entrar a la universidad con la alta cultura del pueblo analfabeto."

    La Patagonia aborigen

    Otro héroe del silencio, junto a conocidos recopiladores -como Rubén Pérez Bugallo, los maestros Carlos Vega, Isabel Aretz y Félix Coluccio-, es el investigador Mario Silva, quien acumuló veinte años de experiencia conviviendo con mapuches y tehuelches en la obra integral "Caminos sonoros de la Patagonia". El material muestra, desde el seno de las diferentes comunidades aborígenes del sur argentino, sus músicas, sus danzas y sus ceremonias religiosas. "Quise plasmar la memoria retentiva que me concedieron catorce caciques y más de sesenta abuelas y abuelos que me trasladaron sus secretos. Editarlo fue mi compromiso con ellos. Me quedo con las luces de ese camino, porque el camino de la recopilación es muy espinoso, pero siempre lo más importante es el rescate de toda una cultura", cuenta Silva. El hipotecó varias veces su bienestar económico para finalizar su tarea de campo.

    Este músico y docente, que terminó este trabajo en 1998, participó en diferentes trabajos recopilatorios de Isabel Aretz, hizo cortos, dictó conferencias sobre la cultura mapuche, reunió documentos fotográficos, tocó en discos de artistas como Rubén Patagonia y actualmente realiza talleres integrales sobre la temática aborigen. "La Patagonia tiene mucho para dar en el consenso de la música popular. Hasta ahora el folklore sólo es una mesa de tres patas comprendida por la región del Litoral, el Noroeste y la zona central, incluyendo el folklore bonaerense. La cuarta pata vendría a ser la Patagonia, que se tiene que folklorizar", argumenta.

    Silva, quien recibió un premio de la Unesco por este material de invalorable legitimidad autóctona, en el que los protagonistas son pura y esencialmente los mapuches y tehuelches, dice: "Tengo el convencimiento, por mi vivencia personal, de que la Patagonia tiene una potencialidad increíble. El lugareño todavía no sabe que está en un lago de rubíes en materia de espiritualidad, de cadencia, de ritmos y melodías con infinitas riquezas. Eso se puede descubrir en las danzas, cantos recreativos y ceremoniales de nuestros hermanos indios. No se ha descubierto todo el folklore argentino, apenas se ha hecho una introducción. Este es un aporte, en un terreno todavía muy virgen".

    Gabriel Plaza

    La mirada indígena

    Si algo diferencia al disco "Tejido de piedra" de otros trabajos documentales es que ésta es la primera recopilación realizada, producida y grabada por indígenas en el primer sello discográfico aborigen, bautizado Piedra Azul, cuyas regalías servirán para proyectos en sus distintas comunidades. El impulsor de esta propuesta es el músico mapuche Juan Namuncurá, que realizó la banda de sonido para la película "La nave de los locos" y hace poco participó en el Womex, la feria internacional de world music.

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