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TAMBIEN DEMANDAN MAS PARTICIPACION
Y APOYO SOCIAL:
Indígenas
Urbanos Exigen Espacio para Su Cultura
Sus principales necesidades son
poder mantener o reproducir su sistema de vida tradicional. Sin embargo,
también respaldan las reivindicaciones planteadas por las comunidades
mapuches del sur.
Aunque lógicamente que las necesidades de los indígenas que habitan en los grandes centros urbanos del país son muy distintas a las de quienes viven en los sectores rurales, éstos no dudan en solidarizar con las reivindicaciones que plantean las comunidades mapuches en la zona sur.
Ello principalmente porque la gran mayoría de quienes viven en las ciudades pertenecen a este último pueblo que, según el Censo de 1992, representa el 92% de los miembros de las etnias. Del resto, 4,8% son aimaras, y 2,2% rapa-nui, mientras que los demás pueblos tienen una cantidad de población absolutamente marginal.
Por ello no es de extrañar que el consejero que está a cargo de representar los intereses del sector urbano en la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi) sea un mapuche: José Llancapán.
Este es enfático en resaltar que, aunque existen muchos mapuches viviendo en Santiago, éstos no son indiferentes a lo que ocurre en las regiones VIII y IX. Por el contrario, afirma que todos están muy pendientes y atentos a lo que ocurre con sus comunidades de origen, y que respaldan las demandas de entrega de tierras.
"Eso es lo que el Gobierno no quiere entender: que el pueblo mapuche es uno solo", resalta.
Por ello indica que varias de las organizaciones mapuches que existen en la capital (en total son más de 60) están dispuestas a respaldar las movilizaciones y las demandas de las comunidades, no descartando que se sumen de alguna manera en el corto plazo.
Este sentimiento se basa en que, según Llancapán, el éxodo hacia las ciudades fue el resultado de la política implementada históricamente por el Estado chileno, que les quitó sus tierras y obligó a emigrar ante las carencias que tenían en sus lugares de origen.
El consejero ejemplifica con su caso personal: su padre tenía 2 hectáreas de terreno, y cinco hijos a los que no podía mantener con lo que producía su predio, por lo que obligadamente tuvo que trasladarse a la capital para intentar subsistir.
Cuando arribó a la ciudad no sabía hablar castellano ni sobrevivir en un medio urbano, por lo que tuvo que pasar un duro proceso de acostumbramiento e integración.
"Si hubiera sido por ellos, jamás se habrían venido del sur", dijo.
En este contexto, señala que la principal demanda de este segmento es en el ámbito cultural, reconociendo que si bien es difícil poder vivirla en un ambiente urbano, al menos intentan recrearla, aunque no sea lo ideal.
Por eso entre las demandas planteadas por este grupo en la mesa de trabajo indígena convocada por el Gobierno el año pasado estuvo incluso la creación de una "ciudad mapuche" en la Región Metropolitana, aspiración que todavía no abandonan.
Esto porque consideran que no pueden desarrollar sus rituales religiosos como el nguillatún, ni tampoco el tradicional juego de palín (tienen que realizarlo en canchas de fútbol).
Pero eso no es todo. También luchan por mantener aspectos como el idioma o las prácticas médicas ancestrales, por lo cual cada vez es más frecuente la presencia de machis en Santiago.
La situación de los indígenas tiene una complicación adicional, pues la gran mayoría de estas personas habitan en las comunas más pobres. En el caso de la capital, municipios como Cerro Navia, El Bosque, La Pintana, Pudahuel o Peñalolén exhiben una fuerte concentración de mapuches.
Recursos Escasos
En todo caso, el jefe de la Oficina
de Asuntos Indígenas de Santiago, Marcos Huaiquilaf, afirma que
en la actualidad sí existen líneas de trabajo en los sectores
urbanos, y que es un error pensar lo contrario.
A modo de ejemplo, señalan que permanentemente se realizan concursos para financiar proyectos de fortalecimiento cultural, como también de fortalecimiento institucional, becas y apoyo a la microempresa.
"Respecto al volumen de población, por supuesto que los recursos son escasos. Pero tiene que ver con el presupuesto anual que se le asigna a la Conadi, y que se discute en el Congreso", precisó. En 1999, los dineros para atender la población que vive en las regiones IV, V y Metropolitana alcanzó al 2,9% del presupuesto de la corporación.
El personero señala que las principales demandas son de orden económico-social, cultural y político.
A juicio de Eduardo Lincon, de la organización Kimünche, de Peñalolén, uno de los principales problemas de los indígenas urbanos es que se pretende que operen con la misma lógica del resto de la sociedad, lo que no siempre es factible.
A modo de ejemplo, menciona que muchas veces sólo pueden postular a proyectos si se constituyen como una organización con personalidad jurídica, cuando ellos históricamente se agrupan con un esquema de "comunidades".
Rossanna Ester Quilape Osorio, nació en Santiago, tiene 26 años y actualmente es la coordinadora territorial de la Oficina de Asuntos Indígenas de la comuna de La Pintana. Ella cuenta, desde su escritorio, que aunque desconoce su cultura, está con todas las "pilas puestas", rescatando el pasado de sus ancestros.
Dice que le encantaría volver a Temuco, lugar desde el que su padre emigró a la capital, quien perdió toda la cultura que adquirió cuando niño y no la transmitió a sus hijos. Rossanna explica que comenzó a interesarse por la cultura mapuche desde que ingresó a su pequeño hijo a un jardín infantil étnico.
"La discriminación es menor, aunque algunos nos han catalogado de agresivos, flojos e inclusive sucios, por el hecho de que nuestra piel es oscura", puntualizó.
José Francisco Painequeo Paillán es oriundo de Puerto Saavedra (IX Región), tiene 50 años, es técnico electricista y actualmente dedica todo su tiempo al trabajo social. El llegó a los cinco años a Santiago, a Quinta Normal, luego que su madre falleció y quedó a cargo de un tía en la capital.
Reconoce que se ha ido asimilando a la cultura chilena, y recuerda que la discriminación la sentía más cuando era niño, con los pares. Pero posteriormente, gracias a su origen, podía comparar los modos de vida "huinca y occidental", por lo que no tiene complejos en vivir en cualquiera de las dos culturas.
María Soledad Calvillán Melín, nació en Lautaro, tiene 27 años y es dueña de casa. Ella se casó a los doce años y emigró a Santiago a los 13.
"De un principio cuesta un poco porque uno tiene costumbres diferentes y el vocabulario del sur es distinto, no se conocen mucho los garabatos por ejemplo. A veces se nota la discriminación cuando se ríen del apellido de uno, pero no siento vergüenza de ser mapuche, siempre he dicho: Sangre indígena corre por mis venas", indicó.
Ella sueña con volver a su casa a trabajar la tierra y cuidar animales, que es lo que ella más ama.