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Poco cambio
Las tierras donde Mariano Rosas tenía sus tolderías no han cambiado mucho, con excepción de los caldenes, convertidos en muebles y tranqueras. Los ponchos de los jinetes siguen enredándose en las espinas del chañar. La laguna de Leuvucó se ha achicado y semeja un guadal, un terreno pantanoso y encharcado.
Pero son tierras ajenas. Y los ranqueles de hoy, más pobres que los del siglo XIX, no lo olvidan. Para construir el camino vecinal Mariano Rosas, que lleva al mausoleo que guarda sus restos, Osvaldo Ramón Borthiry cedió parte de su campo. Ayer, cuando el locutor oficial agradeció la donación de las tierras, varias mujeres ranqueles murmuraron: "¿Que las donó? ¡Las devolvió!"