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A menos de un mes de haber asumido su cargo como nuevo obispo de Temuco, monseñor Manuel Camilo Vial Risopatrón ya ha comenzado a delinear lo que será su trabajo en la Diócesis San José.
En primer lugar, piensa darse un tiempo de seis meses para conocer a cabalidad la diócesis y así poder configurar los equipos con los cuales ejecutará su gestión. Algunos de sus acentos estarán en la formación de los futuros sacerdotes, en fomentar la presencia de los movimientos apostólicos de laicos, y en buscar la forma de enriquecer la liturgia. En suma, pretende inyectarle mucha más vida espiritual a la diócesis, que si bien la tiene, el prelado cree que debe ser mayor aún, al igual que el compromiso de los católicos al momento de financiar su Iglesia.
-¿Cómo ha vivido estos primeros días aquí en La Araucanía?
-"Me he sentido muy bien porque he vuelto a un ambiente donde estuve en una época en que desarrollé mucho mi sacerdocio. Me he encontrado con mucha gente conocida, me paran en la calle para decirme que me conocieron... Mucha gente sabe que fui discípulo de Bernardino Piñera y que también fui cercano a Sergio Contreras. Entonces, hay mucha esperanza que uno pueda continuar la obra que ellos realizaron y, al mismo tiempo, que yo pueda imprimirle un carácter propio".
-¿Qué cosas considera usted que han cambiado en la diócesis desde que fue párroco del Perpetuo Socorro a fines de los años 60?
-"Desde luego me encuentro con un Temuco absolutamente nuevo. De ser una ciudad provinciana ha pasado a ser hoy día una gran ciudad, moderna y muy distinta a la que yo había conocido".
-Sin embargo, a pesar de la prosperidad también existe una gran pobreza...
-"Eso es típico de Chile. No veo ninguna diferencia con San Felipe, con el norte o con Valparaíso. El gran problema de Chile es esa distancia entre ricos y pobres. Aquí pasa lo mismo, hay un sector muy pobre y un sector más pobre aún que es la población mapuche. Estoy hace pocas semanas aquí, así que todavía no puedo dar cátedra sobre Temuco. Estas son sólo apreciaciones".
-¿Cómo piensa abordar la problemática mapuche. ¿Cree que la Iglesia debe tener un rol más participativo?
-"Yo pienso que la Iglesia, por su inspiración, debe vivir por sobre todo el amor y, en ese sentido, descubrir que los mapuches son hermanos nuestros. En segundo lugar, tenemos que dialogar con ellos, conocerlos. En días pasados me tocó conocer a los jóvenes que hicieron la toma en la Catedral y fue grato conocer su manera de pensar y saber las inquietudes que tienen, las que son totalmente válidas. Yo creo que si todos las conociéramos en esa misma perspectiva, colaboraríamos y haríamos mucho por acercarnos a esos estudiantes para facilitarles el camino y así ellos puedan acceder a la educación media y superior".
-En general, ¿usted desconocía la problemática?
-"La conocía, pero en forma de diálogo, sin ningún problema. En los años 67 a 72 no había problemas porque el pueblo mapuche yo diría que estaba muy subyugado, se había hecho muy poco por ellos. En una época se empezó a tomar más conciencia, vinieron programas de los distintos gobiernos para apoyar la parte de educación. Sin embargo eso hoy día es mucho más fuerte. Hay una inquietud y está la tarea de dar a conocer el pueblo mapuche como es. Desgraciadamente por los medios nos aparece un pueblo que está en rebeldía, que está en guerra y eso no es verdad. Hay pequeños focos de personas que están violentadas por la realidad que les ha tocado vivir, pero creo que es posible un diálogo y un encuentro".
JUVENTUD
Y MUJER
-¿Cómo ve la participación de la juventud en la Iglesia, particularmente acá que existen varias universidades?
-"Cuando a la juventud se le presentan ideales, tareas y objetivos válidos, ellos responden. Yo creo que a la juventud también la tenemos estereotipada con un título, pero creo que el problema lo tenemos los adultos y no los jóvenes. Si uno presenta a Jesucristo vivo, lo presenta en concreto y con testimonios de vida, los jóvenes se entusiasman, participan y vienen".
-Hace un tiempo se creó aquí en la diócesis la Pastoral de la Mujer. ¿Cuál debe ser el rol que debe tener la mujer en la Iglesia de hoy?
-"Yo he trabajado mucho con mujeres
y para mí el papel de la mujer en la vida de la familia es fundamental,
como también lo es en la vida del hombre y en la vida de la sociedad
porque la mujer humaniza la sociedad, le pone sus características
propias. La sociedad machista es un desastre, así como la sociedad
feminista también sería un desastre. Pero, si estamos aportando
cada uno según su naturaleza y su sicología, eso tiene una
riqueza inmensa. Yo soy partidario de desarrollar una Pastoral de la Mujer
sobre todo para que haya un trabajo de investigación y de descubrimiento
del rol de la mujer en nuestra sociedad, de los valores femeninos. En ese
sentido yo valorizo mucho lo que se está haciendo. Creo que las
mujeres van ganando espacios por sí solas, basta mirar la familia
y ver el rol que tiene la mujer".
FALENCIAS
-¿Qué falencias advierte usted en el mundo católico de hoy que también estén presentes aquí en la diócesis?
-"Yo creo que uno de los problemas es la comunión, en el sentido del trabajo en conjunto. Lo otro es el carácter misionero de la Iglesia, que creo que tenemos que desarrollarlo. Pero, sin duda una gran falencia es la corresponsabilidad de los laicos con su Iglesia en la cuestión económica. En eso todavía no nos damos cuenta que nosotros tenemos que financiar nuestra Iglesia. Por eso es importante la campaña del 1%, de manera que los laicos nos puedan aportar con su dinero, pero además con sus capacidades y talentos porque necesitamos de su colaboración".
-El año pasado se habló de una fuerte crisis económica. ¿En qué estado financiero se encuentra actualmente el Obispado?
-"Yo creo que el año pasado se hizo un esfuerzo muy grande por salvar la situación, pero a costa de muchos sacrificios. A los sacerdotes se les quitó una mesada que tenían y se restringió todo a lo estrictamente necesario. Sin embargo, creo que estas pobrezas le hacen bien a las diócesis porque se aprende mucho a valorar lo que se tiene, a trabajar con muchos menos recursos y a desarrollar mucho más el trabajo voluntario que es importante en una Iglesia".
-¿El financiamiento de la Iglesia pasa necesariamente por una mayor contribución de los católicos a través del 1%?
-"Yo creo que sí. Son muy
pocos los católicos que están contribuyendo con la Iglesia.
Tengo entendido que no pasa del 10% y yo diría que menos. Aquí
se ha vivido mucho del extranjero, de lo que nos daban las iglesias hermanas,
pero uno no puede vivir siempre del vecino. Cuando uno está en la
pobreza o está cesante podrá vivir un tiempo de la ayuda
que le presten los vecinos o la familia, pero no puede hacer de su vida
un vivir de la plata que le dan los demás. Entonces, nosotros tenemos
que producir lo nuestro y por eso yo llamaría a una gran generosidad.
Son sólo unos pocos los que están aportando y por eso la
Iglesia no se sostiene".