Batea Mahuida es un fenómeno
turístico en la zona de Pehuenia
Pasaron más de 5.000 turistas
en sólo 30 días. Pronto llegarán a los 30 puestos
de trabajo en el cerro. Tuvieron que comprar otros 20 equipos de esquí.
BATEA
MAHUIDA (enviado especial).- Los integrantes de la comunidad mapuche Puel
no lo pueden creer. De la noche a la mañana la mayoría dejó
de cuidar chivos, juntar piñones o hacer changas de albañilería
para dedicarse de lleno a la atención de turistas. En menos de 30
días, más de 5.000 personas pasaron por el flamante parque
de nieve que la comunidad opera en la zona de Pehuenia, donde hasta ahora
la actividad turística se limitaba sólo a la temporada estival.
La actividad subió "de
cero a cien" desde que el 11 de julio los Puel inauguraron el particular
centro invernal que hace furor en esta región andina, donde en invierno
las siestas solían ser extremadamente largas.
Los que mejor se adaptaron al
fenómeno fueron los más jóvenes, quienes tras el auspicioso
debut esperan capacitarse en estas nuevas artes e incluso retomar los estudios.
A las 16 personas que empezaron
a trabajar se sumaron otras cinco y es muy posible que año que viene
lleguen a 30, para responder a una demanda que va en aumento.
Batea Mahuida recibió gente
de toda la región pero también a un aluvión llegado
la provincia de Buenos Aires y de la Capital Federal, donde la novedad
de que el centro era operado por mapuches resultó un verdadero imán
para los turistas. A esto hay que sumar la belleza del lugar, sencillamente
hechizante, y las alternativas que ofrecen las zonas aledañas.
"La verdad que esta fue la mejor
temporada de invierno que yo recuerde. Hace nueve años que tengo
el restaurante pero nunca trabajé como ahora. Esto (por Batea Mahuida)
ha sido un gran acierto", dice desde su metro ochenta el propietario del
restaurante La Posta del Rey, Gustavo Bergese. La síntesis es contundente
por si sola, pero Bergese no tiene su comercio en Villa Pehuenia sino en
Aluminé, a más de 50 kilómetros del cerro Batea Mahuida.
"Si bien todos teníamos
expectativas, no esperábamos que fuera para tanto. La verdad es
que hubo gente que pensó que (los mapuches) no iban a hacer nada",
admitió Mauro del Castillo, el secretario de Gobierno de la comisión
de fomento de Villa Pehuenia, ubicada a ocho kilómetros de Batea.
Los jóvenes de la comunidad
mapuche trabajan en la confitería, en el cerro, operando el poma
(el remolque para los esquiadores), o alquilando esquíes y tablas
de snoward. El menor del grupo es Víctor Puel (de 16 años)
y el mayor Manuel Calfuqueo, que ya pasó la barrera de los 30.
"Yo trabajé de ayudante
de albañil y también en una ferretería, pero esto
es otra cosa y cada vez estoy aprendiendo un poco más", afirma Orlando
Paredes (25), el mozo oficial de la confitería. Orlando es uno de
los pocos que tiene estudios secundarios. Llegó hasta tercer año
y ahora está pensando en volver a "agarrar los libros" y también
en "aprender un poco más de turismo".
El joven, que cuando empezó
hace un mes no podía llevar más de un café en la bandeja,
se mue-ve cómodo en el tumulto.
"Me tenían loco, pero la
gente entiende que esto recién está empezando: Un día
nos quedamos sin café, sin pan y sin alfajores", dice el joven al
tiempo que ordena que marche un sandwich de milanesa. Es que a partir de
la demanda, los mapuches agregaron minutas al denominado menú autóctono
que conforman los piñones, el pan casero y las tortas fritas, entre
otras variantes.
"Hacemos milanesas, hamburguesas
y preparamos sandwichs, pero la gente prefiere más las tortas fritas
y el café de piñón", explicó Paredes.
La cocinera es Amanda Cumillán,
una mujer de 35 años que no tiene tiempo de salir de la cocina.
Amanda es la más grande del equipo. En otro extremo está
María Puel, de 18, la joven que está detrás del mostrador.
Así como la confitería
trabajó a full, las pistas y el poma funcionaron a pleno. A mediados
de julio, los Puel se quedaron sin esquíes para alquilar, a pesar
de que habían comprado un centenar.
"Tuvimos que comprar 20 equipos
más, pero necesitábamos por lo menos 200", explicó
Alejandro Calfuqueo, de 24 años, el encargado del alquiler de equipos.
Si bien no hubo relevamiento sobre la cantidad de personas que pasaron
por el centro de esquí se estima que hubo un promedio de 120 por
día, con picos de hasta 400 turistas.
"Esto es increíble, estamos
muy contentos. Acá hay mucho por hacer todavía y tenemos
muchas ganas de seguir haciendo; estamos muy agradecidos y vamos a seguir",
aseguró el lonco (cacique) mapuche José Miguel Puel, quien
terminaba de hablar por teléfono con el presidente Fernando De la
Rúa.
-Lo invité para que venga
al señor Presidente, me dijo que iba a ver si se hacía un
lugar -explicó el cacique quien aclara que su comunidad "mantiene
y mantendrá todos los animales, como siempre lo hicimos".
"¡Esto está bárbaro!"
BATEA MAHUIDA (enviado especial).-
Alfredo Dilulo entró al depósito de esquíes, saludó
con cortesía, espiando por debajo de sus anteojos negros y enseguida
se paró delante del ventanal que apunta al cerro.
"Vine a ver qué era esto
del centro de esquí, este es un lugar maravilloso ¡Esto está
bárbaro!", afirmó Dilulo, un porteño de 59 años
que, contra lo que se podría pensar, conoce Batea Mahuida desde
hace 35 años.
"Cada vez que puedo vengo para
esta zona, vine con mi hijos y vine con mis nietos. Ahora ando con mi esposa.
Hace 35 años quedé encantado, yo trabajaba en una empresa
de comunicaciones y pusimos una antena para radio, la primera que hubo
en la zona", rememoró Dilulo.
A pesar de sus viajes, el hombre
se enteró del centro de esquí por el diario y por la radio.
Y en cuanto pudo "me vine para ver qué era esto. La verdad es que
está muy lindo", afirmó.
A pesar de su pasión, Dilulo
no pudo romper la calma de los jóvenes mapuches que alquilan esquíes.
El turista hizo varias preguntas y después permaneció extasiado
mirando la montaña, donde las araucarias dominan el paisaje.
Foto:Los Puel tienen en funciones una moderna moto de esquí en el cerro Batea Mahuida.
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