Domingo 8 de Agosto de 1999La aparente pipa de la paz
Veo al Presidente rodeado de peñis ataviados con sus vestimentas y cintillos metálicos en la cabeza. Una extraña danza al son de los cultrunes, que por cierto es desconocida de muchos huincas, pone un marco especial a ese día que La Moneda recibió a los mapuches que decidieron aceptar el "pacto por el respeto ciudadano", como le han llamado a una especie de acuerdo de paz que involucra al gobierno y a la parte de las etnias que al parecer no participó en aquella maratón desde el sur que no fue recibida en el palacio presidencial.
Cualquiera que haya visto a Frei ataviado con una manta indígena firmando el protocolo, se imagina que hasta aquí no más llegamos, que ya no habrá más conflictos, ni algazara, ni quema de camiones, robo de madera, ni "recuperación de tierras", como eufemísticamente denominan a la vulgar "toma" de terrenos o, más específicamente, expropiación violenta. Es como sie se hubiera firmado la tregua, como en un parlamento donde los de un lado y los del otro fuman la pipa de la paz. Pero sin duda sólo una parte de la tribu, porque el sector duro, como se les dice en política a los intransigentes, no sólo se opusieron a la reunión, sino que también amenazaron con boicotearla, amenazando atacar a los buses que llevarían la gente a Santiago.
Si bien estaban varios dirigentes, faltaron por ejemplo aquellos que reclaman autonomía territorial, o los otros que se oponen a las centrales hidroeléctricas. Es difícil creer que hayan participado los que han atentado con bombas incendiarias contra maquinarias y bienes de las empresas forestales, es decir, parece que faltaron a la cita, exactamente aquellos que tienen reales conflictos con el gobierno.
Pero lo ofrecido supera con creces lo que otros sectores del país se quisieran en tiempos de crisis, aún cuando subyace la aspiración de mayor cantidad de tierra. En este punto se puede producir el conflicto mayor, porque es sabido que a nadie se afecta en el derecho de dominio sin quebrar la convivencia. Y menos aún cuando la intransigencia puede hacer valer títulos ancestrales que nadie del mundo huinca está dispuesto a reconocer.
Pero más allá de los buenos deseos y ceremonias, todo lo ofrecido comenzará a implementarse desde el próximo semestre, es decir del año dos mil hasta el dos mil dos, o sea, cuando el actual presidente esté entregando el cargo a su sucesor. No será en ningún caso responsable de cualquier falla, atraso o incumplimiento, simplemente porque ya no estará en el poder.
Da la impresión que las necesidades de los mapuches son bastante más apremiantes, y el progresivo deterioro del imperio de la ley, de la mano de acciones guerrilleras como las conocidas últimamente, hacían procedente algo más que esta operación de largo plazo. Porque nada hace pensar que esta reunión en La Moneda hará desistir a los mapuches de la escalada cada día más violenta y progresiva que sufre una parte del sur de Chile, más allá de citas, reuniones, llelipunes o como se llamen, que pretenden dar al asunto, una imagen de normalidad que no es tal.
Waldo Ortega Jarpa
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