Martes 8 de Junio de 1999Autonomía política
Las reivindicaciones sociales de los mapuches no pueden llegar al extremo de pretender afectar la integridad territorial del Estado chileno.
El alcalde de Tirúa, Antonio Millabur, ha planteado que demandarán del gobierno se les otorgue niveles importantes de autonomía sobre algunos territorios, de forma que puedan administrarlos con algún nivel de independencia del Estado de Chile. Este es uno de los puntos que los motiva en la caminata a Santiago que realizan por estos días, y que tiene por objeto manifestar sus inquietudes frente al Poder Ejecutivo.
Todo grupo de personas unido por vínculos comunes como la raza, el idioma, la religión o la cultura y que intentan proyectarse hacia el futuro, se insertan dentro de la moderna categoría de nación, cuyo inicio se gestó en el siglo diecinueve como fenómeno político. Su principal contribución ha sido servir como elemento definitorio y detonador de la independencia y el autogobierno de los Estados, al prestar también su consentimiento a la legitimidad política de la soberanía nacional. Es precisamente lo que ocurre con el pueblo mapuche, que en una correcta perspectiva debiera ser analizado como el intento de una colectividad por obtener independencia política.
El mayor conflicto que se desarrolla está dado por la resistencia del Estado a otorgar la autonomía reclamada. Es difícil aceptar ver amenazada la integridad territorial a manos de modernos secesionistas, más si es el principal elemento del Estado y la fuente de la riqueza material y del desarrollo, teniendo además una importancia geopolítica indiscutible.
Por ello es que cualquier proceso que busque una mayor o menor autonomía política, es siempre la génesis de la independencia, como ha ocurrido invariablemente a través de la historia cada vez que la nación es la antesala, el peldaño inmediatamente anterior al Estado, y así debiera entenderlo el poder político si es que quiere actuar correctamente frente a las demandas de la etnia mapuche de obtener mayores grados de autonomía territorial.
Chile es un Estado unitario que no puede renunciar a la soberanía territorial, ni como pretexto de dar supuesta protección a las etnias, sin poner en grave riesgo su integridad. Pero debe actuar eficazmente dentro del sistema para dar cabida siquiera a las demandas sociales de la etnia, sobre la base de ayudarla a salir del atraso económico actual. No cabe sino la implementación de medidas dentro del Estado, desalentando cualquier postura de autonomía política que pueda llevar irremediablemente a reclamaciones posteriores de independencia, como ocurre actualmente en algunos Estados europeos, donde los procesos se han salido de todo cauce de normalidad, introduciendo la violencia como forma de solución de los conflictos.
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