Santiago de Chile, 21 de Abril del año 2002
Un 10 % de los alumnos son de origen indígena.
(Foto: Copesa) |
La Universidad de la Frontera cuenta con la mayor concentración de estudiantes mapuches en el país
Mario Nahuén tiene 25 años y es estudiante de Historia, Rolando Antipán también cuenta los 25 y cursa la carrera de Agroindustria, José Millalén bordea los 30 y ya egresó de Pedagogía en Historia. Estos jóvenes son parte de los 1.200 alumnos de ascendencia mapuche que estudian en la Universidad de La Frontera (Ufro), en Temuco.
La alta concentración de estudiantes de esta etnia (son cerca 10 % del alumnado) no es casualidad. Sólo en Temuco viven unas 100 comunidades mapuches que agrupan a más de 30 mil personas. Pero las razones también están en el esfuerzo que la universidad hace por integrar a las comunidades indígenas. Becas alimenticias entregadas a más de 300 estudiantes al año, fondos para el financiamiento de tesis de grado y ramos electivos de mapudungún dan cuenta de ese empeño.
La prueba más concreta del constante acercamiento, es la creación del Instituto de Estudios Indígenas de la Ufro. Desde 1994, la entidad se ha convertido en una instancia de diálogo que busca acrecentar los lazos entre el mundo indígena y la sociedad chilena, fomentando el desarrollo y reconocimiento de los pueblos originarios. Iniciativa que no es menor cuando el conflicto mapuche en la Araucanía se sube de tono, luego de los sucesivos ataques por parte de miembros de comunidades mapuches en contra de fundos y empresas forestales.
"La paradoja de la actual situación es que existe una ley
indígena. Pero constitucionalmente está reconocida sólo
la existencia de etnias y no de pueblos indígenas", explica el director
del instituto, antropólogo Alejandro Herrera. Para él, el
tema de fondo pasa por comprender y aceptar la diversidad cultural del
país, compuesta por una sociedad que no es homogénea.
Rescate de la identidad
"La discriminación empieza desde que entras al Liceo. Al ser formado de distinta manera, en la ciudad te aislas y no puedes rendir, además de no respetarse el hecho de ser mapuche", afirma Mario Nahuén, uno de los tantos indígenas que llegó a Temuco recién a los 15 años, cambiando radicalmente un diario vivir que pasaba por el cuidado de los animales, el arado de la tierra o la recolección de trigo para el invierno, y la celebración de Guillatunes o Mingakos; costumbres que se esfuman al llegar a la ciudad. "Cuando dejas atrás la comunidad se produce un cierto desarraigo", agrega José Millalén. Tanto así, que algunos niegan su orígen indígena, como declara otro de los estudiantes.
Esto es, precisamente, lo que el instituto pretende evitar. Con financiamiento que en un 90 % proviene de fundaciones extranjeras Ford y Kellogg y nacionales, como la Conadi y el Ministerio de Educación; el instituto desarrolla una serie de proyectos para avanzar hacia la comprensión del pueblo mapuche. Ello apunta a una mejor convivencia con esta etnia, para incertarla en la sociedad sin que pierda su identidad y costumbres. "La gente del instituto nos entregó herramientas de capacitación y asesoría para dar un mejor servicio," asegura la dueña del centro turístico Weche-Ruka, Irene Heche, quien en la temporada 2002 recibió entre 150 y 200 turistas. "Lo más importante de todo es que sigo siendo mapuche", agrega.
En la actualidad, la entidad trabaja con 60 organizaciones entre
la VIII, IX y X regiones, que en total suman más de 20 mil mapuches.
El trabajo va desde capacitación a los dirigentes en ley indígena,
estudio sobre situación de tenencia de tierras, hasta asesoría
en administración de recursos y presentación de proyectos
económicos para mejorar las condiciones de vida en las comunidades.
Las críticas
El trabajo desarrollado por el instituto, sin embargo, tiene detractores.
Muchos alumnos mapuches de la Ufro plantean que "no hay un pronunciamiento
claro por parte de la entidad respecto de la autonomía del pueblo
mapuche." Otros, como Sergio Caniuiqueo, reclaman porque "la dirección
nunca ha sido asumida por un miembro de su etnia." Las críticas
no terminan ahí. La organización indígena juvenil
de la universidad, Wikentún, protesta pues sienten que el instituto
se ha desvinculado de ellos, cortando todo tipo de relación o participación
conjunta.
Los protagonistas de las protestas |
!Alto a la represión contra el pueblo mapuche!, destacan con
letras negras los panfletos entregados por miembros del Wikentún,
movimiento estudiantil mapuche de la Universidad de La Frontera. Cortando
el paso en la avenida Salazar, una de las principales arterias de Temuco
y única vía de acceso a la costa de Carahue y Puerto Saavedra,
los casi 40 manifestantes protestan -el jueves 18- por el arresto de los
loncos Aniceto Norín y Pascual Pichún, presuntos culpables
del incendio en el campo del ex ministro, Juan Agustín Figueroa.
"La detención de ellos es como si a los "huincas" (chilenos) les arrestaran un par de ministros", cuenta uno de los estudiantes, mientras una veintena de sus "peñis" (compañeros) juega chueca en medio de la avenida y otros sostienen un lienzo que reclama "Territorio y libre determinación". Después de un improvizado discurso del dirigente Mario Nahuén, y justo antes de que pueda intervenir Carabineros, la movilización se disuelve y vuelven a clases. El Wikentún se fundó en 1989, como sucesor del Pilkitún, el movimiento indígena que operó en la década del 80. Hoy cuenta con más de 100 miembros cuyo motivo de lucha es el respeto de sus derechos ancestrales, referidos a la devolución de los territorios y la autonomía del pueblo mapuche. Aseguran no estar aliados a ningún partido político, pues su objetivo es más bien sociocultural. Piedras, neumáticos encendidos, bombas molotov y encapuchados corriendo de un lado a otro, es posible encontrar en las manifestaciones protagonizadas por el Wikentún. Ellos defienden que estos actos obedecen a la represión de la fuerza policial y aseguran que la violencia muchas veces proviene de infiltrados. Conocidos en la universidad son los grupos de extrema izquierda Neumático, Joaquín Murieta y La Muralla, que suelen encender los ánimos de las manifestaciones. En otras ocasiones, interviene incluso gente de más lejos. "Hace poco nos tocó intervenir en la toma de un fundo y uno de los arrestados era de la comuna de Lo Prado," agrega el Mayor de la 2º Comisaría de Temuco, Christian Llevenes. Autoridades de la universidad también aseguran que en las protestas se involucran personas ajenas. "Hasta punks y niños de 14 años han estado metidos en las marchas", asegura el director de asuntos estudiantiles de la universidad, Domingo Salas. A pesar de ello, en el Wikentún no dudan de la continuidad de las protestas, hasta que, como enfatiza el dirigente Sergio Caniuiqueo, "no se llegue a la convivencia y entendimiento de dos culturas distintas lo que, inevitablemente, pasa por reconocer la autonomía del pueblo mapuche." |