Tras el fin de la bipolaridad han aflorado numerosos movimientos
separatistas. Desde 1989, en el viejo mundo se han proclamado más
de 30 nuevos estados y hay más conflictos independentistas latentes.
Esta ola separatista parecía que no iba a llegar
al nuevo mundo, pero las últimas elecciones generales bolivianas
pueden mostrar fuertes tendencias nacionalistas dentro de la mayoría
india. En las zonas de habla quechua ha tendido a ganar el Movimiento Al
Socialismo del sindicalista cocalero Evo Morales, y en las zonas de habla
aymara ha vencido el Movimiento Indio Pachacuti de Felipe Quispe, otro
sindicalista campesino.
Mientras Morales busca reformar al Estado boliviano para transformarlo en una democracia multiétnica, Quispe llama a destruir la república de los blancos y mestizos y recrear el Kollasuyo basado en la religión y las instituciones comunales precolombinas.
Esto último estaría albergando un posible
separatismo en un continente al que parecía que los dos
océanos le pudiesen "proteger" de la epidemia
que surgió en el este europeo. En las Américas, el sector
más permeable al nuevo nacionalismo étnico son los pueblos
de color, especialmente en las nacionalidades indígenas. Dentro
de éstas, numerosos movimientos han estado planteando demandas referentes
a tierra, autonomía, cultura, o para hacer que sus estados se tornen
plurinacionales.
Aún no parecía encarnar en ninguna parte la tesis de dividir las viejas repúblicas criollas establecidas a inicios del siglo antepasado, para crear nuevos estados indios. Los resultados de las elecciones bolivianas del 30 de junio marcan un nuevo desarrollo. En las 10 provincias rurales del altiplano del departamento de La Paz, el MIP ha ganado ampliamente, postulando que las comunidades aymaras no deben reconocer al Estado boliviano y que deben obedecer solamente a sus autoridades comunales.
El surgimiento de un poderoso y radicalizado nacionalismo aymara ha de tener un profundo impacto en el continente. Los 2 millones de aymaras son una nación con un territorio contiguo que bordea el Lago Titicaca y comprende la franja peruana del norte del lago y todas las provincias occidentales del departamento de La Paz, además de otras comarcas en Bolivia y Chile. Los aymaras pueden terminar reclamando que ellos son como los kurdos de hoy o los polacos de hace un siglo, que estaban divididos, y podrían plantear su derecho a formar un Estado basado en su propia lengua.
La zona aymara es uno de los territorios americanos que menor inmigración recibió de otras razas. No fueron muchos los europeos, orientales o africanos que pudieron asentarse en una meseta fría y poco oxigenada a 4.000 metros sobre el nivel del mar. En el "Tibet americano", los aymaras conservaron muchos de sus ritos y tradiciones.
Quispe promueve la religión politeísta andina. Llama a echar a la policía, la tricolor boliviana y las instituciones estatales de las zonas rurales que controlan. Hace 10 años, comandaba el Ejército Guerrillero Túpak Katari. Fue capturado el mismo año que caía Abimael Guzmán en el Perú, pero ha tenido la habilidad de transformarse en el jefe de la poderosa Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia y de fundar el primer partido indianista aymara de masas, sin haber renunciado a su anterior radicalismo.
Hoy ya no busca "liberar" las zonas aymaras mediante la guerrilla, sino promoviendo bloqueos y desconocimiento legal. En Achacachi llegó a liderar una manifestación de 20.000 campesinos bajo el grito "guerra civil". Su discurso no es muy claro. Por una parte, él quisiera que el territorio llamado Bolivia cambiase de nombre, estructura y liderazgo étnico. Por otra parte, tiende a promover un separatismo indígena atrincherándose en la nación aymara.
Su modelo es volver a una sociedad basada en ayllus (comunidades rurales) y en el trueque. Para la derecha, este proyecto es utópico pues da la espalda a la modernidad, la globalización y el mercado; para la izquierda, tiende a dividir a los trabajadores por razas y es volver a una sociedad retrógrada que también fue explotadora. Diversos marxistas aceptan el derecho de los aymaras y quechuas a la autodeterminación, pero creen que el separatismo podría transformar a Bolivia en otra Bosnia, y que la única alternativa sería una federación socialista multi-nacional. Para Quispe, la "derechizquierda" nunca entendió a los indios y ambas alas blancoides vivieron chupándole la sangre. Si bien se ha reclamado marxista, cree que ésta es una doctrina occidental y para él hay que rescatar la cosmovisión andina.
El próximo gobierno de Sánchez de Lozada va a nacer débil y rodeado de numerosas protestas sociales. Los sindicatos campesinos aymaras han protagonizado exitosos bloqueos de caminos desde 1979 y en diversos lugares aparecen como la única autoridad de poder. Quispe ha dicho que su bancada de 6 diputados hablará en aymara y que él usará esa tribuna para minar Bolivia. La formidable crisis social y económica podría acabar desgarrando al país y alentando movimientos similares en otros países andinos y mesoamericanos.