Palabra de tierra
"Mari mari peñi" es la frase con la que todos
los días se saludan los mapuches. Si se tradujera textual, sería
algo así como "tus diez y mis diez, hermano", y va acompañado
con un apretón de ambas manos. Aquí, una reseña para
aprender la lengua de un pueblo que no deja morir sus raíces.
Por Marcela Escobar
Lo único que no tiene nombre en mapudungun es Dios. La explicación, como gran parte de las que nacen de la lengua de los mapuches, no deja de ser poética: Dios no tiene nombre, porque no tiene miedo a no existir. Así es que para Dios no fue necesario usar ninguna de las chilka-runas, las primeras letras de la voz de esta gente de la tierra, capaces de aglutinar el significado perdido de las cosas. Como en todo idioma, su riqueza primaria radicó en ponerle nombre a los objetos, a los lazos y a las situaciones, y así poder moverse por el mundo mapuche con las voces claras de quien sabe qué es qué.
Cada palabra tiene su raíz en la naturaleza. El bosque es la mejor caligrafía, porque para los mapuches los textos ancestrales están escritos en los árboles. Para descifrar este enigma se puede contar con la ayuda de las kalifumalen, unas mitológicas niñas azules y puras que se encargan de traducir los mensajes que "los de arriba" escriben en los troncos. De esta forma, los antiguos mapuches podían leer, cada mañana, en la corteza de los laureles o de los canelos, cómo venía el día para ellos o cuál era el deseo de los dioses.
Eso es parte del mito. Que terminó (o se escondió) cuando comenzaron los problemas, en el minuto mismo en que el contacto con los huincas, los no mapuches, los obligó a escribir. El mapudungun es un idioma esencialmente oral que empezó a ser escrito sólo forzado por la necesidad. Esta ha convertido en bilingües a la mayoría de sus hablantes y, en los peores de los casos, ha hecho que algunos dejen en el desuso su lengua madre y adopten el castellano como idioma propio.
Explicaciones del fenómeno hay muchas, todas centradas en lo difícil que es lograr la continuidad de una cultura ancestral. Como la que esboza la académica María Ester Grebe en uno de sus estudios sobre indígenas chilenos. Para ella, un caso especial ocurre en los matrimonios mixtos (mapuche-huinca). Cita en su texto: "Suelen ser atípicos e inestables. Sus hijos urbanos se adaptan con mayor eficiencia a la cultura de la sociedad mayor, perdiendo su lengua. Todo ello repercute en el quiebre de las cadenas de transmisión oral que afectan la reproducción de la cultura original".
La preservación de la lengua mapuche ha sido amenazada principalmente por la discriminación que existe, desde siempre, hacia los indígenas. Cuando las familias de esta etnia se deciden a emigrar a las urbes en busca de mejores perspectivas económicas, la exposición a los medios de comunicación y el sometimiento a la educación formal termina por "matar" casi todo rastro de idioma mapuche.
Pero hay esfuerzos para que el mapudungun no se convierta en lengua muerta. A la valorización que sus propios hablantes le están dando al idioma que se traduce en clases de mapudungun abiertas no sólo a indígenas, sino que a cualquiera que desee aprender se suma el programa de educación intercultural bilingüe que, desde el Ministerio de Educación, pretende preservar las lenguas de los pueblos originarios que aún subsisten en este moderno Chile.
Aprendiendo a hablar
En un derruido edificio de la céntrica calle Nataniel, los viejos pupitres de madera comienzan a ocuparse de a poco. Aunque el inicio de la clase es a las siete de la tarde, los alumnos no pueden cumplir con la puntualidad: algunos vienen del trabajo, otros son estudiantes que se interesan por el idioma mapuche desde que la cosa indigenista se puso de moda. Sólo unos pocos dan cuenta, por sus rasgos y el apellido, de que llevan sangre mapuche. A la media hora ya han llegado catorce personas. Luisa Curín, la profesora, saluda tímidamente a sus pupilos con un mari mari que todos responden.
La voz de Luisa es casi nasal. Tiene una pronunciación cuidadosa que se esmera en las eses. Luego de hacer las preguntas de rigor acerca de los temas tratados en la clase anterior, entra en materia: hoy hablará del verbo "ir".
Hay dificultades. El tono de Luisa es dulce y demasiado suave para hacerse oír al final de la sala. Pero se esmera en responder las preguntas de sus alumnos. Las dudas de algunos se centran en palabras esenciales, como la palabra "no". Problema: el "no", así no más, no existe en mapudungun, sino que los verbos se conjugan en negativo. Más simple es el "sí", que se dice mai.
Este es sólo un ejemplo de las clases tradicionales de mapudungun en este caso específico, gratuitas que se ofrecen en Santiago en algunos centros culturales vinculados con la temática indígena. Las mayores dificultades que encuentran quienes se inician en el aprendizaje de la lengua es la pronunciación algo gangosa de las letras en general y de la combinación tr y tx, que producen un sonido "arrastrado". Y la letra d, actualmente fuera del abecedario según las últimas disposiciones lingüísticas, tiene el mismo sonido de la zeta.
Abecé de la discordia
No hay consenso en el abecedario que debe usarse. Algunos se guían por las pautas dictadas por el sacerdote Ernesto Wilhelm, autor de Voz de Arauco. O por el denominado alfabeto Raguileo, ideado por el lingüista Anselmo Raguileo. Para aunar criterios, se promovió un alfabeto unificado, que incorpora una sexta vocal, la ü, las consonantes compuestas ch, nh, tx, lh, ll, sh y tc, y elimina las consonantes b, d, j y v.
La inquietud por la cultura indígena comenzó durante el gobierno de Patricio Aylwin. Cinco años más tarde se creó el plan piloto de educación bilingüe. Aquí aparece la otra forma de aprender, la que privilegia la enseñanza del idioma desde pequeños. Las escuelas de Tirúa, Lumaco, Panguipulli, Futrono y Huechuraba son ejemplo de ello, ya que en estas se llevan a cabo los planes de capacitación de universidades y de la Municipalidad de Tirúa, en el caso de esa localidad. Carolina Huenchullán y Claudio Millacura, los encargados del departamento de educación bilingüe del Mineduc, ya están en condiciones de evaluar. A pesar de que valoran la iniciativa, son sinceros: desde el punto de vista humano ha habido avances importantes, pero eso no se ha traducido en materiales de estudio. Explican que el poco tiempo que ha transcurrido desde que se inició este proyecto no alcanza para cambiar el paradigma de la educación en Chile. Las esperanzas están puestas en el futuro:
Para el 2000, nuestro principal de-safío es contar con la experiencia de profesores indígenas que han incursionado en la educación intercultural bilingüe asegura Carolina Huenchullán. Para ello, convocarán a los profesores a talleres de planificación curricular, con el fin de continuar el trabajo ya iniciado.
Una labor nada de fácil. Hay que mirar los mitos mapuches, entenderlos, traducirlos a una forma huinca de pensar, abrir la mente y mirar, sin prejuicios, esta visión de mundo. Un mundo con dos lenguas que a veces se divorcian, pero que nacen de una misma tierra.
"Gellu zuguen, Fiw Fiw,
tami zugun ñi wvn mew
ñi tinkvlvn..."
"Pero háblame, Bío Bío,
son tus palabras en mi boca
las que resbalan..."
Bío Bío (Canto general),
de Pablo Neruda
Jesus ka wiñome feypifi ti pu che:
Iñche ta amutuan, fey eymün ta kintumuan,
welu layaymün tamün yafkan mew fey tamün pemunofiel. Chew
ñi amuael ta iñche, eymün ta pepi amulayaymün.
Feymew ti longkolechi pu judiu feypi:
¿Chumngelu am feypi taiñ pepi amunoael
iñchiñ chew ñi amuael ta kisu? ¿Rakiduamkülepey
may ñi kisu langümuwael?
Feymew Jesus feypi:
Eymün ta nag mapu tuwimün, welu iñche
wenu mapu küpan. Eymün ta tüfachi nag mapu mew tuwimün,
welu iñche wenu mapu mew tuwün.
Jesús les volvió a decir:
Yo me voy, y ustedes me van a
buscar, pero morirán en su pecado.
A donde yo voy, ustedes no pueden ir.
Los judíos dijeron:
¿Acaso estará pensando en matarse, y por
eso dice que no podemos ir a donde él va?
Jesús les dijo:
Ustedes son de aquí abajo, pero yo soy de arriba;
ustedes son de este mundo, pero yo no soy de este mundo.
San Juan 8, versículo 21 al 23
SILABARIO MAPUCHE
Aquí van algunos vocablos útiles para ubicarse dentro de la visión de mundo mapuche:
No existe el día como medida de tiempo, sino que se mide en antu ("sol"). Cada mes equivale a una kuyen ("luna"). El cielo es wenu mapu ("la tierra de arriba").
En nuestro idioma cotidiano tenemos incorporados algunas palabras sin saber que son mapuches. Ejemplos hay varios: pichiche ("gente chica"), cahuín ("fiesta"), pichintún ("poquito").
Peñi: palabra cariñosa que significa "hermano". En el caso de las mujeres se utiliza la palabra lamien.
Existen distintos términos para hablar de los parientes del hombre o de la mujer. Chao-chaw se usa para el "padre del hombre", mientras que el padre de la mujer se dice chaw-chao.
Para no morirse de hambre: Afüm kofke ("pan horneado". El pan de panadería se llama wingka kofke); korü-kori ("sopa"); pulku ("vino").
Para vestirse: chumpiru ("sombrero"); ekota ("ojota"); makuñ ("manta"); trariwe ("cinturón o faja" hecho de lana tejida); küpam ("vestido"); munulongko ("pañuelo de cabeza"); ükülla ("chal"); trapelakucha (adorno pectoral); trarilongko (adorno de plata que se coloca alrededor de la cabeza).
MAPUCHES "ILUSTRES" Con el orgullo en la sangre
Francisco Huenchumilla, diputado
A sus 55 años, y con diez como diputado, Francisco Huenchumilla es tajante: "Cada vez reniego más de este Estado y esta sociedad opresora y discriminatoria contra los mapuches". Este abogado recuerda con algo de pudor los primeros días después de que fue elegido parlamentario, y que, a su juicio, dan muestra del desconocimiento total que se tiene en Chile por los mapuches:
Recibí muchas invitaciones de distintos medios de comunicación, pero noté que era una invitación morbosa para ver cómo era este personaje, que podría haber sido de zoológico. A medida que pasó el tiempo, y tuve una legitimación política, sucedió lo contrario. Los medios de comunicación, especialmente los canales, son racistas. Esta es una sociedad muy hipócrita que no quisiera tener indígenas en su seno.
El mismo sufrió, indirectamente, las consecuencias de la discriminación. Su padre nunca le enseñó a hablar mapudungun, "para que no sufriera por tener la lengua trabada". El diputado acota que en estos casos resulta fundamental la madre, porque es ella la que enseña el idioma.
Lafquen Painemilla, locutora
La vida de Lafquen ha sufrido cambios drásticos. Nació en el sur, en plena Araucanía, y a los diez años la trajeron a Santiago. El shock cultural que sufrió la estremece todavía, cuando recuerda que no pudo comerse el plato de tallarines que le ofrecieron porque creyó que eran lombrices. Después vino la lucha por ponerse zapatos, a lo que no estaba acostumbrada en su casa en el campo, donde no había luz ni agua potable y jugaba con sus amigos en el bosque.
Desde el primer día que llegué a Santiago me discriminaron. Me sentaron atrás. Tenía un miedo enorme. Vi mucha gente rubia. En el colegio, la profesora era muy blanca, de pelo largo y rubio. Me tiraban el pelo, me decían cosas y no sabía por qué. No sabía que yo era algo feo para ellos. "Negra", me decían, y se burlaban de mi apellido. No le hablaba a nadie. Ese año repetí. Me dediqué a conocer esta sociedad.
Desde pequeña, habla los dos idiomas. En ciertas ocasiones sólo usa el mapudungun, como cuando jugaba con sus compañeros de colegio antes de venirse a Santiago. Y ahora, en su programa de radio Rompiendo el silencio ancestral, en la emisora comunal de Peñalolén, Encuentro. Sólo aprendió a escribir en su lengua cuando llegó a Santiago. El fin último, sin embargo, no deja de ser de primera necesidad: el idioma se debe escribir, para que las nuevas generaciones lo aprendan.
Elicura Chihuailaf, poeta
Su nombre significa "piedra transparente". Su apellido, "neblina extendida sobre un lago". "El mapudungun, a diferencia del castellano, es una lengua aglutinante, semejante al alemán", explica este poeta, quien ya ha publicado cuatro libros. Con propiedad, opina sobre las novedades lingüísticas de su idioma:
Siempre está la discusión sobre qué alfabeto usar. Eso será definido simplemente por cuál se utilice más. Ninguna oficialización al respecto puede determinarlo.
El utiliza tanto el alfabeto del lingüista Raguileo
como el unificado, que acaba de ser promovido por el Mineduc. Todo de acuerdo
a cuán funcional sea la lengua a su poesía y a cómo
se vea en la hoja. Por eso eliminó de su grafía la u con
cremillas, y la reemplazó por la v, porque considera que es más
estético.