Ciudad del Vaticano
17 de Agosto, 2007
Su Santidad;
Somos mapuche residentes en diferentes países de la Comunidad europea que mantenemos un estrecho seguimiento de los acontecimientos relacionados con la nación Mapuche, pueblo originario que se ubica al sur de los territorios que hoy ocupan los estados de Chile y Argentina.
En nuestra condición de mapuches, que profesamos la religión cristiana, así como nuestra espiritualidad ancestral, nos dirigimos respetuosamente a Su Santidad con ocasión de la visita oficial de la Presidente de Chile Michael Bachelet y su anunciada entrevista con Su Santidad el próximo 18 de agosto, 2007. Apelamos a Su Santidad interceder ante la Presidenta de Chile por la situación de represión que el estado chileno sistemáticamente somete a nuestro pueblo.
Los que suscribimos esta carta somos parte integrantes de la nación Mapuche, nación que mantuviera su independencia y soberanía hasta mediados del 1880, periodo en que las republicas de Chile y Argentina anexaran por la fuerza de sus armas nuestro territorio. Durante la así llamada “Pacificación de la Araucanía” en Chile y la “Campañas del Desierto” en Argentina, miles de mapuche fueron brutalmente masacrados, otros cientos de miles fueron desplazados de sus tierras.
Históricamente la relación pueblo Mapuche e Iglesia Católica no ha estado libre de conflictos y dificultades. En este largo camino de convivencia, en mas de una ocasión las instituciones eclesiásticas han optado por brindar su apoyo moral a los opresores; tal es el caso del apoyo que se le brindó a la empresa de colonización de nuestra nación. Sin embargo, reconocemos que durante todo el periodo colonial; en todos los eventos y negociaciones -denominados Parlamentos- que se llevaron a cabo entre representantes de la nación Mapuche y la Corona Española, siempre se contó con la activa participación mediadora de los representantes de la Iglesia Católica. Nos corresponde expresar nuestro agradecimiento y tributo por los esfuerzos desplegados por los misioneros de la paz, lo que exitosamente contribuyó a materializar acuerdos de paz y de reciproco respeto de la soberanía de ambas naciones.
A lo largo de siglos dichos tratados avalaron y reconocieron la independencia de nuestra nación; en 28 ocasiones se subscribieron estos tratados entre la nación mapuche y la corona española. La historia de las naciones indígenas de Norte América ha establecido el precedente que permite considerar los Tratados subscritos como acuerdo sancionado por el Derecho Internacional. El hecho que dichos acuerdos asumen legitimidad jurídica es gracias a la presencia de las máximas autoridades eclesiásticas que en su condición de mediadores, conferían la dignidad de Pacta Sum Servanda.
En el Parlamento de Killen del 6 de enero de 1641 se estableció la frontera entre el territorio mapuche e Imperio español; significando el reconocimiento de jure de nuestra independencia por parte de la Corona de España. Este hito histórico no hubiese sido posible sin la activa participación de los misioneros tales como: Luís de Valdivia y Gil de San Nicolás; los que a fines del Siglo XVI alegaban, en torno al conflicto armado, que “los ‘Araucanos’ defendían su libertad y su territorio”.
En el denominado “Acuerdo de Santiago” de abril de 1774, los misioneros jugaron un importante rol al patrocinar el establecimiento de una representación diplomática mapuche en Santiago, capital de la Capitanía General de Chile. Este acto corroboró el reconocimiento de Jure de la Corona de España de nuestra independencia.
Las autoridades mapuche cumplieron con su compromiso contraídos al salvaguardar la seguridad de los sacerdotes que cumplían su misión religiosa en nuestro territorio. Un hecho a destacar es la actitud del Toki Vilumilla, quien el 8 de mayo de 1723, al reinicio de la guerra, ordeno a sus subalternos dar protección a los sacerdotes, para evitar perdidas de vida inocentes.
Como efecto de la derrota militar por parte de las fuerzas militares chilenas y argentinas el pueblo mapuche ha sido objeto del pillaje de su territorio y recursos naturales, imposición de legislaciones injustas e ilegales. Desde entonces el pueblo mapuche se encuentra sometido a la más horrenda miseria. Al momento de la anexión del territorio mapuche por la Republica de Chile y Argentina, muchas hijos e hijas mapuches fueron secuestradas y repartidas en calidad de sirviente o esclavos en hogares winka (no mapuche.) Lamentamos que la Iglesia Católica de la época se haya prestado para servir de instrumento para someter a nuestro pueblo; que no haya reaccionado en favor de los vencidos, despojados y humillados.
En este periodo, al concluir la Campaña del Desierto el niño Ceferino Namuncura es trasladado a la capital de Argentina. Las palabras a su padre expresan el ambiente de un periodo de indefensión e injusticias: "Papá, ¡mira cómo nos encontramos después de haber sido dueños de esta tierra! Estamos sin amparo. ¿Por qué no me llevas a Buenos Aires a estudiar? Entre tantos hombres que hay allá, habrá alguno de buen corazón que quiera darme protección y así poder estudiar y ser útil a mi raza". Su Santidad reconocemos como un gesto positivo la beatificación de Ceferino Namuncura. Se materializa su aspiración de ser útil no solo a su raza mapuche y a la fe que el abrazo con tanta devoción, sino a toda la humanidad.
Vemos el otorgamiento del 27 de septiembre de 1904 en Roma de la medalla del rango de Príncipe por Su Santidad el Papa Pío X como un reconocimiento de facto del Vaticano a la nación Mapuche. Ceferino Namuncura representa y simboliza el linaje noble hereditario en su condición de miembro de la familia del Toki (máxima autoridad ancestral) del pueblo Mapuche, Juan Kalfukura.
Su Santidad Juan Pablo II, el 5 de abril de 1987 en su visita a la región de la Araucanía insto a los mapuches a que “conserven con sano orgullo la cultura de su pueblo: las tradiciones y costumbres, el idioma y los valores propios” y agrego “Al defender vuestra identidad, no sólo ejercéis un derecho, sino que cumplís también un deber: el deber de transmitir vuestra cultura a las generaciones venideras ( …) con vuestros valores bien conocidos: el amor a la tierra, el indómito amor a la libertad, la unidad de vuestras familias”.
Su Santidad, llamamos su atención que estas palabras de aliento de su predecesor han sido ignorada por las actuales autoridades chilenas. El Gobierno chileno lejos de buscar una salida justiciera al conflicto derivado de la ocupación de nuestro territorio, utiliza su sistema jurídico como un instrumento para criminalizar las justas demandas de los comuneros mapuches por la recuperación de su territorio, por justicia, libertad y bienestar social.
A pesar que las acciones de protesta mapuche son pacificas y en el marco de sus derechos civiles y políticos, las autoridades chilenas siguen utilizando leyes represivas introducidas por la Dictadura Militar del General Pinochet. Como resultado la violación de los derechos humanos y las libertades fundamentales del pueblo Mapuche son una realidad cotidiana, situación que en reiteradas ocasiones ha sido condenada por los organismos de derechos humanos del mundo.
En la actualidad un gran numero de dirigentes y autoridades tradicionales mapuche, tales como la Lonko Calfunao, su esposo Antonio Cadin, y sus hijos Waikilaf y Jorge, además de su hermana Luisa, se encuentran encarcelados por defender sus derechos. Hoy la Lonko Calfunao y su hermana Luisa se encuentran en huelga de hambre en una acción desesperada por su demanda por justicia.
Su Santidad solicitamos su mediación ante las autoridades chilenas para que estas se abstengan utilizar la represión jurídica y policial contra la nación Mapuche, reconozcan los tratados y observen las normas del derecho internacional humanitario y de los pueblos. Es imperioso que el Estado chileno proceda a reconocer la existencia de los pueblos indígenas en su Constitución política, así como la ratificación del Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales.
Apelamos la necesidad que los pastores de la Iglesia Católica intensifiquen su esfuerzo en el propósito contribuir al acceso de los beneficios que brinda el bienestar económico, social y cultural, que nuestro pueblo ha prescindido desde la ocupación de su territorio.
Atentamente,
Reynaldo Mariqueo (Inglaterra) |
|
Jorge Calbucura (Suecia) |
Carlos Contreras Painemal (Alemania) |
|
Domingo Paine (Suecia) |
Miguel Utreras (Noruega) |
|
Millaray Waikian (Suiza) |
Vatican City
17 August 2007
Your Holiness:
We are Mapuches resident in various countries of the European Union who follow
closely the events relating to the Mapuche nation, an original people living
in the south of the territories that today are occupied by the states of Chile
and Argentina.
In our condition as Mapuches, practising the Christian religion, as well as
our ancestral spirituality, we respectfully address Your Holiness on the occasion
of the official visit of the President of Chile, Michelle Bachelet, and her
announced interview with Your Holiness on 18 August, 2007. We appeal to Your
Holiness to intercede with the President of Chile regarding the situation of
repression to which the Chilean state is systematically subjecting our people.
We the undersigned are members of the Mapuche nation, a nation that maintained
its independence and sovereignty until the mid-1880s, the period when the republics
of Chile and Argentina annexed our territory by force of arms. During the so-called "Pacification
of Araucanía" in Chile and "Campaign of the Desert" in Argentina, thousands
of Mapuches were brutally slaughtered, and further hundreds of thousands were
displaced from their lands.
Historically the relationship between the Mapuche people and the Catholic Church
has not been free from conflicts and difficulties. In this long path of coexistence,
on more than one occasion the ecclesiastical institutions have opted to offer
their moral support to the oppressors; such is the case of the support that
was offered to the enterprise to colonise our nation. However, we recognise
that during the whole colonial period, in all the events and negotiations -known
as Parliaments - that took place between representatives of the Mapuche nation
and the Spanish Crown, they always had the active participation of representatives
of the Catholic Church as mediators. We therefore feel duty-bound to express
our gratitude and tribute for the efforts of the missionaries of peace, which
successfully contributed to shaping agreements of peace and of reciprocal respect
for the sovereignty of both nations.
Over the centuries these treaties guaranteed and recognised the independence
of our nation; on 28 occasions these treaties were signed between the Mapuche
nation and the Spanish Crown. The history of the indigenous nations of North
America has established the precedent that enables the Treaties signed to be
considered as agreements sanctioned by International Law. The fact that these
agreements have juridical legitimacy is thanks to the presence of the maximum
ecclesiastical authorities, who, in their condition as mediators, conferred
the dignity of Pacta Sum Servanda.
In the Parliament of Killen of 6 January 1641, the frontier was established
between the Mapuche territory and the Spanish Empire, meaning the de jure recognition
of our independence by the Spanish Crown. This historic landmark would not
have been possible without the active participation of such missionaries as
Luís de Valdivia and Gil de San Nicolás, who, at the end of the
16th Century, regarding the armed conflict, stated that "the 'Araucanians'
were defending their freedom and their territory".
In the so-called "Agreement of Santiago" of April 1774, the missionaries played
an important role in sponsoring the establishment of a Mapuche diplomatic representation
in Santiago, capital of the General Captaincy of Chile. This act confirmed
the de jure recognition of our independence by the Spanish Crown. The Mapuche
authorities fulfilled their commitment to safeguard the security of the priests
that performed their religious mission in our territory. One fact to be highlighted
is the attitude of Toki Vilumilla, who, on 8 May 1723, on the recommencement
of the war, ordered his subordinates to give protection to the priests, to
avoid any loss of innocent life.
As an effect of the military defeat by the Chilean and Argentinian military
forces, the Mapuche people has had its territory and natural resources plundered,
and suffered the imposition of unjust and illegal legislations. Since then
the Mapuche people has been subjected to the most horrendous misery. At the
time of the annexation of the Mapuche territory by the Republics of Chile and
Argentina, many sons and daughters of Mapuches were kidnapped and sent away
to be servants or slaves in the homes of winkas (non Mapuches). We lament the
fact that the Catholic Church of the time offered itself as an instrument in
the subjection of our people, and that it did no react in support of the conquered,
the robbed and the humiliated.
In this period, at the end of the Campaign of the Desert, the boy Ceferino
Namuncura moved to the capital of Argentina. His words to his father express
the atmosphere of a period of defencelessness and injustice: "Papá,
look how we are now after having been owners of this land! We are without help.
Why don't you take me to Buenos Aires to study? Among so many men that there
are there, there will be some of good heart who wish to give me protection
and so I will be able to study and be useful to my race". Your Holiness, we
recognise the beatification of Ceferino Namuncura as a positive expression.
His aspiration to be useful not only to his Mapuche race and to the faith that
he embraced with so much devotion, but to the whole of humanity, has materialised.
We see the granting on 27 September 1904 in Rome of the medal of the rank of
Prince by His Holiness Pope Pius X as a de facto recognition by the Vatican
of the Mapuche nation. Ceferino Namuncura represents and symbolises the hereditary
noble lineage in his condition as a member of the family of the Toki (maximum
ancestral authority) of the Mapuche people, Juan Kalfukura.
His Holiness John Paul II, on 5 April 1987, on his visit to the region of Araucanía,
urged Mapuches to "conserve the culture of their people: their traditions and
customs, their language and values with healthy pride" and he added "When defending
your identity, you not only exercise a right, but rather you also perform a
duty: the duty of transmitting your culture to the coming generations (…)
with your well-known values: the love of the earth, the untameable love of
freedom, the unity of your families".
Your Holiness, we must call your attention to the fact that these words of
encouragement by your predecessor have been ignored by the current Chilean
authorities. Far from seeking a just settlement to the conflict due to the
occupation of our territory, the Chilean Government uses its legal system as
an instrument to criminalise the just demands of Mapuche community members
to recover their territory, for justice, freedom and social welfare.
Even though Mapuche protest actions are peaceful and within the framework of
their civil and political rights, the Chilean authorities continue to use repressive
laws introduced by General Pinochet's Military Dictatorship. As a result, the
violation of the human rights and the fundamental freedoms of the Mapuche people
is a daily reality, a situation that has been condemned on repeated occasions
by the world's human rights organisations.
At the present time, a large number of Mapuche leaders and traditional authorities,
such as Lonko Calfunao, her husband Antonio Cadin, and their children Waikilaf
and Jorge, as well as their sister Luisa, are imprisoned for defending their
rights. Today Lonko Calfunao and her sister Luisa are on hunger strike in a
desperate action as part of their demand for justice.
Your Holiness, we request your mediation in relation to the Chilean authorities,
so that they refrain from using the repression of the law courts and the police
against the Mapuche nation, so that they recognise the treaties and observe
the standards of the international humanitarian law and the rights of peoples.
It is essential for the Chilean State to proceed to recognise the existence
of the indigenous peoples in its political Constitution, and for it to ratify
Convention 169 of the ILO regarding indigenous and tribal peoples.
We request that the ministers of the Catholic Church intensify their efforts
to contribute to the gaining of access by our people to the benefits of economic,
social and cultural well-being that they have done without ever since the occupation
of their territory.
Sincerely Yours,
Reynaldo Mariqueo (England) |
|
Jorge Calbucura (Sweden) |
Carlos Contreras Painemal (Germany) |
|
Domingo Paine (Sweden) |
Miguel Utreras (Norway) |
|
Millaray Waikian (Switzerland) |