Proyecto de Documentación Ñuke Mapu
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12 de Septiembre de 1999  
Se debaten entre defender la cultura y la modernidad 
Ralco: pehuenches no se ponen de acuerdo 

Tener un sueldo fijo, más tierra para trabajar e incluso para dedicar al turismo son algunas de las aspiraciones de los pehuenches que quedaron cesantes al suspender las faenas en la central Ralco. Y no creen, como las hermanas Quiltreman, que la tradición signifique quedarse eternamente donde mismo.
 

Pamela Gutiérrez, enviada especial 


Esta es la casa de Gabriel Felino Veroíza, junto a su mujer y algunos de sus hijos. El estaba contento de trabajar en Endesa, lo mismo que otros 300 pehuenches.

 (Foto: IVAN ALVARADO)

La defensa de Nicolasa
"Nosotras no vamos a salir de aquí - dice Nicolasa Quintramán- porque el Biobío, la montaña, la cultura y el cementerio son de nosotros. No tenemos porqué dejarlos. No tenemos miedo, sino rabia contra este proyecto".

 Anadió que "Endesa viene a engañarnos y se encontraron con gente débil que aceptó trabajar con ellos. Ahí se vendieron engañados, sin saber".

 Para ella, la tierra es su medio de subsistencia, lo mismo que la crianza de animales. "Agua libre, aire libre, todos vivir libres, tranquilamente.

 Así viven los pehuenches". Sostuvo que si Endesa quisiera ayudar a su gente, "¿por qué nos tiran a un lado? Si fuera así, lo harían donde uno se crió. Eso es calidad de vida. Uno no puede olvidar cómo crecí, como sembraba mi paire habas, trigo, centeno, antes de que llegara Endesa. Qué más queremos. Parece que otros mapuches sí quieren algo más".

 

RALCO.- En la soledad de una cordillera en la cual el agua fluye por todas partes y la nieve lo ha cubierto todo, está el escenario de la contradicción mapuche: mientras Nicolasa y Berta Quintreman insisten en que su cultura se mantendrá en la medida que se queden en el mismo lugar,hay otros que creen que se puede trabajar, además, en otra cosa que no sea la tierra y la atención de animales.

 En medio de ese lugar, donde las vacas, ovejas y cabras andan con toda libertad, se ven unas casa precarias de madera, muy lejos una de la otra.

 Es justamente el sector que iba a ocupar el embalse de la Central Ralco de Endesa, obra hoy paralizada tras un medida precautoria del 6 Juzgado Civil.

 La casa de las hermanas Quiltreman, opositoras al proyecto, tiene un letrero que dice "no cazar en zona Pehuenche" y unos cuantos rayados en contra de Endesa. Llegar hasta allí cuesta bastante: un par de piedras puestas intencionalmente en medio del camino impiden que el vehículo siga descendiendo y obligan a sus ocupantes bajar a pie. Los gritos para llamar a Berta no sirven de nada, pues ella se había fracturado el pie y la habían llevado al hospital.
 
 

APOYO A ENDESA

A media hora de camino, desde la casa de las Quiltreman de regreso al centro de Ralco, queda la vivienda de Gabriel Felino Veroíza. El y su sobrino Manuel Iván Maripei Caipán trabajaban para Endesa. Estaban felices de estar en la empresa, hasta que las Quiltreman y Julia Guenteno interpusieron la querella en contra del proyecto.

 "Acá andan puro mintiendo, porque dicen que estamos vendiendo las tierras. Eso no es cierto, sino que estamos cambiando mucho más tierra que lo que teníamos antes. Con el resto de tierra que no cultivemos, podemos poner un camping o traer turistas. Pero no le buscamos pelea a los mapuches que están en contra del proyecto", dijo Veroíza.

 El y otros mapuches ayudaron en la apertura del camino, por donde circulan los buses con los trabajadores y la maquinaria de Endesa. Antes del proyecto Ralco, los pehuenches vivían de la crianza de animales,especialmente cabras, vacas y chanchos, labor a la que se dedican los hombres. Las mujeres, junto con dedicarse a las tareas de la casa trabajan en el tejido. Un par de calcetines, por ejemplo, cuesta mil pesos.

 "Pero muchas familias no tenían animales para vender. Gracias a la Central Ralco, había 300 mapuches trabajando. Ahora esto paró", dijo Manuel Iván Maripei Caipán. "Antes uno no conocía zapatos ni el pan",prosigue Veroíza.
 
 

LA TRADICION

La Central Ralco ha traído división entre los mapuches, por el tema del respeto a las tradiciones. Veroíza no siente que sea una traición el permutar la tierra ni menos que se vayan a perder la cultura ancestral: "Siempre vamos a quedar en la comunidad. Los mismo pasó con los pehueches del sector Huaqui. Se fueron y tienen su lugar para hacer un millatún y vamos compartir con ellos".

 "La cultura jamás nunca se va terminar. Donde vaigamos, somos mapuches aunque vaigamos a Santiago, Valparaíso, Viña del Mar o Estados Unidos.

 Los que dicen que vamos a perder la cultura y que están en contra de la central Ralco, están manejadas por otras personas, como Juan Pablo Orrego (líder del Grupo de Acción por el Biobío) y el diputado Navarro", aseguró Maripei.

 Veroíza agregó que la permuta de tierra que ofrece Endesa les permite quedarse más tiempo en la cordillera, en vez de tener que ir al pueblo (Santa Bárbara o Los Angeles) a vender sus animales. Además, con un sueldo fijo, tampoco dependerán totalmente de la venta del ganado.

 Una visión completamente opuesta tiene Nicolasa Quintreman. De estatura muy baja y 70 años de edad, ella asegura que sólo muerta la sacarán de donde nació. "Nosotros nacimos encima de la nieve, en la misma casa de mi maire", cuenta. Ella y las familias Marihuán Mora, Curuiao, Treca Purrán y Guenteao Veroíza son las que están en contra del proyecto. En total,suman cerca de 20 personas.


 
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