12 de Septiembre de 1999 | |||||||
Se debaten entre defender
la cultura y la modernidad
Ralco: pehuenches no se ponen de acuerdo Tener un sueldo fijo, más tierra
para trabajar e incluso para dedicar al turismo son algunas de las aspiraciones
de los pehuenches que quedaron cesantes al suspender las faenas en la central
Ralco. Y no creen, como las hermanas Quiltreman, que la tradición
signifique quedarse eternamente donde mismo.
Pamela Gutiérrez, enviada especial
En medio de ese lugar, donde las vacas, ovejas y cabras andan con toda libertad, se ven unas casa precarias de madera, muy lejos una de la otra. Es justamente el sector que iba a ocupar el embalse de la Central Ralco de Endesa, obra hoy paralizada tras un medida precautoria del 6 Juzgado Civil. La casa de las hermanas Quiltreman, opositoras al proyecto, tiene
un letrero que dice "no cazar en zona Pehuenche" y unos cuantos rayados
en contra de Endesa. Llegar hasta allí cuesta bastante: un par de
piedras puestas intencionalmente en medio del camino impiden que el vehículo
siga descendiendo y obligan a sus ocupantes bajar a pie. Los gritos para
llamar a Berta no sirven de nada, pues ella se había fracturado
el pie y la habían llevado al hospital.
APOYO A ENDESAA media hora de camino, desde la casa de las Quiltreman de regreso al centro de Ralco, queda la vivienda de Gabriel Felino Veroíza. El y su sobrino Manuel Iván Maripei Caipán trabajaban para Endesa. Estaban felices de estar en la empresa, hasta que las Quiltreman y Julia Guenteno interpusieron la querella en contra del proyecto."Acá andan puro mintiendo, porque dicen que estamos vendiendo las tierras. Eso no es cierto, sino que estamos cambiando mucho más tierra que lo que teníamos antes. Con el resto de tierra que no cultivemos, podemos poner un camping o traer turistas. Pero no le buscamos pelea a los mapuches que están en contra del proyecto", dijo Veroíza. El y otros mapuches ayudaron en la apertura del camino, por donde circulan los buses con los trabajadores y la maquinaria de Endesa. Antes del proyecto Ralco, los pehuenches vivían de la crianza de animales,especialmente cabras, vacas y chanchos, labor a la que se dedican los hombres. Las mujeres, junto con dedicarse a las tareas de la casa trabajan en el tejido. Un par de calcetines, por ejemplo, cuesta mil pesos. "Pero muchas familias no tenían animales para vender. Gracias
a la Central Ralco, había 300 mapuches trabajando. Ahora esto paró",
dijo Manuel Iván Maripei Caipán. "Antes uno no conocía
zapatos ni el pan",prosigue Veroíza.
LA TRADICIONLa Central Ralco ha traído división entre los mapuches, por el tema del respeto a las tradiciones. Veroíza no siente que sea una traición el permutar la tierra ni menos que se vayan a perder la cultura ancestral: "Siempre vamos a quedar en la comunidad. Los mismo pasó con los pehueches del sector Huaqui. Se fueron y tienen su lugar para hacer un millatún y vamos compartir con ellos"."La cultura jamás nunca se va terminar. Donde vaigamos, somos mapuches aunque vaigamos a Santiago, Valparaíso, Viña del Mar o Estados Unidos. Los que dicen que vamos a perder la cultura y que están en contra de la central Ralco, están manejadas por otras personas, como Juan Pablo Orrego (líder del Grupo de Acción por el Biobío) y el diputado Navarro", aseguró Maripei. Veroíza agregó que la permuta de tierra que ofrece Endesa les permite quedarse más tiempo en la cordillera, en vez de tener que ir al pueblo (Santa Bárbara o Los Angeles) a vender sus animales. Además, con un sueldo fijo, tampoco dependerán totalmente de la venta del ganado. Una visión completamente opuesta tiene Nicolasa Quintreman. De estatura muy baja y 70 años de edad, ella asegura que sólo muerta la sacarán de donde nació. "Nosotros nacimos encima de la nieve, en la misma casa de mi maire", cuenta. Ella y las familias Marihuán Mora, Curuiao, Treca Purrán y Guenteao Veroíza son las que están en contra del proyecto. En total,suman cerca de 20 personas. |
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