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Líderes carismáticos, marcaron y aún marcan el rumbo de Argentina. Hugo Chumbita dice que por tener sangre india.
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En el seno mismo de sus familias se da esa lucha de opuestos entre la cultura occidental y la autóctona. Esto los predispone a captar los anhelos y sentimientos del pueblo, y actuar en consecuencia para reparar las injusticias que habían sufrido como hijos del país».
Hijos del país. Hijos de la
tierra. Mestizos que se jugaron la vida por sus semejantes, para construir
la patria amada. Y por eso, fueron líderes genuinos de sus pueblos.
Amados por la gente, odiados por las elites proeuropeas.
Esta es la tesis principal que el
historiador y abogado Hugo Chumbita de su obra "Hijos del país.
San Martín, Yrigoyen y Perón.
Chumbita, quien recorrió el revisionismo en la revista de Félix Luna "Todo es historia" a fines de los sesenta, creció entre temas de historia social y política. "Eran años de ascenso de los movimientos sociales en todo el mundo.
Hice un trabajo sobre el "Bogotazo" del 48 unos meses antes de que fuera el "Cordobazo", escribía sobre los bandidos sociales mientras se contaba en los diarios las andanzas del último de los gauchos alzados, Velázquez, en el Chaco. Los temas de la historia eran temas vivos, muy relacionados con la actualidad del país. Pero esa continuidad histórica existe", asegura el profesor.
Chumbita sabe que tiene entre sus manos una obra controvertida, polémica. Documentos descubiertos hace poco tiempo, tradiciones orales recogidas con minuciosidad, indicios que esperan ser algún día prueba fehaciente, hechos resignificados con agudeza.
Estos son los materiales con los que construye Hijos del país, los que le permiten trazar esta suerte de genealogía de los movimientos populares en la Argentina a partir de la historia familiar de sus líderes más representativos.
Los argumentos de Chumbita, sin embargo, no están atravesados por determinismos genéticos o biológicos. Explica la conducta de cada uno de ellos como el producto de una rebeldía madura frente a una realidad adversa.
Así, San Martin pelea contra
la España que lo había educado, para liberar al país
de su tutela.
Yrigoyen lucha contra la oligarquía
que renegó del proyecto de independencia.
Y Perón incorpora a la democracia
a los pobres, trabajadores del campo y la ciudad, llevando a cabo transformaciones
sociales inéditas con las que redujo la injusticia social existente.
"Al país, a la nación, y a nosotros nos haría muy bien asumir quienes somos. Asumir que éste es un país que tiene un sustrato indígena negado. Nuestro drama fue siempre aparentar lo que no somos, pretender ser europeos en América, creer más en imágenes que en esencias.
Con esta lógica, Buenos Aires
se mira en las luces de París, la clase media aspira a parecerse
a la aristocracia y el trabajador niega o ignora su parte indígena,
al tiempo que desprecia a los indios de las comunidades. Y así nos
va...", afirma el historiador.
Darío Illanes de El Tribuno
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