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Nuestros viejos lectores conocen
que el semanario en el cual se publican nuestras informaciones y opiniones
debió abandonar su nombre original (INCH@LA) porque un grupo de
personas no solo procedieron a registrar palabras charrúas como
"marcas industriales", sino que a su vez - evidenciando sus verdaderos
propósitos - promovieron que el director y redactor responsable
del mismo fuera procesado por la justicia. El cambio de nombre se procedió
para no detener la comunicación con los multiples lectores del semanario,
en Uruguay y el el mundo entero, mientras se sustanciaba ese proceso. Posteriormente
la Suprema Corte de Justicia procedió a anular el reclamo, sobreseyendo
al entonces procesado.
Esta situación, que puede
quedar solamente en la anecdota, nos pone ante situaciones que deben ser
tratadas con la seriedad que corresponde, y con fines correctivos. No solo
resulta incomprensible e inaceptable que a alguien se le haya ocurrido
registrar palabras charrúas como si les pertenecieran; como que
algun organismo del Estado aceptara esa acción. Tales hechos constituyen
un claro y definido atentado contra el patrimonio intangible de las naciones
indigenas del Uruguay.
Ya en 1831, luego de la celada de
Salsipuedes, los charruas sobrevientes a la masacre fueron entregados como
esclavos, y entre las condiciones que se ponían a sus "amos" era
prohibirles utilizar su propia lengua. Sabido es que son muy pocas las
palabras que se conservan del idioma charrua; porque aquella medida etnocida
tuvo sus efectos y logró sus propósitos.
A pesar de ello hubo investigadores
que lograron rescatar del olvido esas pocas palabras que pudieron conservarse.
Y la intención es que las mismas se conozcan, sean manejadas con
la mayor habitualidad posible por todos los nativos de nuestro país,
y por quien quiera usarlas. Uno de los ejemplos son las dos palabras que
ahora identifican a este semanario, cosa que agradecemos sobre manera.
Pero debe desarrollarse una campaña
tanto juridica como social, para anular y no permitir en el futuro que
esas pocas palabras sean manejadas con criterio exclusivista o de apropiación
(menos mancillarlas como "marcas industriales", con el solo objeto de impedir
su libre uso) Permitirlo sería ameritar un nuevo etnocidio charrua
en pleno siglo XXI, por la fiebre voraz apropiativa de algunos pocos individuos.
Deberán promoverse fuertes
medidas que impidan que por medio de subterfugios juridicos o falaces justificaciones,
los idiomas originarios sean apropiados por personas, sectores o grupos
particulares. La lengua de nuestros charrúas pertenece plena y absolutamente
a la Humanidad toda y no debe ser comercializable, o apropiada total o
parcialmente como "marca industrial".
MAR INCHALA autoriza la reproducción de su contenido, total o parcial, citando su procedencia.