Lunes 24 de Diciembre de 2007
Cuando en junio de 1985 finalizamos la propuesta para el desarrollo del establecimiento Pulmarí (Aluminé) y su área de influencia, pensamos en el Copade que éste era un proyecto viable-sustentable y con excelentes posibilidades en el largo plazo.
Pulmarí era por entonces un resabio de establecimiento de remonta (en donde el Ejército criaba mulas) que había quedado obsoleto por la incorporación de tecnología en el equipamiento para el combate y que se había convertido en un reducto de pastaje, cría de animales y otros menesteres, en connivencia entre el Ejército, particulares y comunidades mapuches de la región.
En razón de las demandas de las comunidades mapuches para obtener mejoras en el manejo de sus piños en veranadas e invernadas, el entonces presidente Raúl Alfonsín prometió dar una salida productiva a las tierras en posesión del Ejército Argentino (tierras que habían sido expropiadas por el presidente Perón a la familia Miles y dadas al Ministerio de Defensa). Todavía para esa época existían algunos que sostenían que la frontera con Chile debía ser defendida con establecimientos militares; otros (como nosotros en el Copade) pensábamos que la mejor manera de fortalecer la frontera era con el desarrollo productivo y el asentamiento de población.
En dicho contexto se comenzaron las negociaciones con la Nación, acordado con el entonces gobernador Felipe Sapag, para llegar a un acuerdo de traspaso de las tierras a la provincia. Arduas discusiones, principalmente con los representantes del Ejército, sobre las virtudes que brindaba el campo Pulmarí para el desarrollo del corazón del departamento Aluminé.
Cuando finalizamos la propuesta, y en razón de la justificación que presentaba el proyecto, no sólo el Ejército quiso participar del negocio sino también los ministerios de Defensa, Economía y Bienestar Social de la Nación, además de las comunidades Puel, Catalán, Currumil y Aigo (que estuvieron presentes en las negociaciones con representantes de la confederación) y, por supuesto, la provincia del Neuquén, que había hecho todo el esfuerzo para llegar a un acuerdo favorable para el desarrollo de la región de Aluminé.
A las 67.000 hectáreas de la superficie del campo Pulmarí hubo que añadir, en la negociación, otras 60.000 del área Ñorquinco, sumando en total un poco más de 120.000.
El resultado final fue la creación de la Corporación Interestadual Pulmarí. Como su denominación lo indica, se trata de una empresa entre el Estado nacional y el provincial. A los efectos patrimoniales, se escrituraron ambas porciones de campo a su favor; los estatutos definen un directorio compartido entres ambos estados y con representación de las comunidades mapuches locales, alternándose la presidencia de la corporación.
Los que tuvimos la responsabilidad de guiar los primeros pasos de la corporación lo hicimos en el convencimiento de que, además de ser un gran proyecto, tenía la virtud de constituir la base para una expansión de la frontera agropecuaria-forestal e industrial.
El primer directorio tuvo el acompañamiento de todos sus integrantes y, a pesar de las penurias económicas y logísticas, comenzó un proceso de normalización del campo para restablecer los pastajes (fuertemente deteriorados por sobrepastoreo y sequía), sanear el campo de intrusos, legalizar y normalizar la extracción de caña, madera y piñones y reglamentar el pastoreo para las comunidades locales. Ésta fue una tarea compleja, dadas las libertades con que se manejaba el campo en cuanto a extracciones se refiere; por ejemplo, la madera abastecía aserraderos de la zona, la caña se negociaba en Buenos Aires y se trasladaba en camiones sin ningún control, los piñones se comercializaban en Neuquén y otros lugares cosechados al barrer en el monte de araucarias y, por sobre todo, el sobrepastoreo agravado por sequías. En resumen: "un campo mal-tratado" que lentamente comenzaba a mostrar los frutos de un ordenamiento productivo.
Al mismo tiempo, se comenzaron a realizar concursos de inversores para las propuestas en turismo, forestación y otros emprendimientos.
Sin llegar a finalizar sus mandatos, los representantes de la provincia fueron removidos y a partir del cambio de autoridades la "política" de la corporación varió sustancialmente, ingresando en una etapa de concesiones que a la fecha deben sumar más de 200 y que en realidad constituyó un reparto generoso de tierra sin contar con solvencia de proyectos, salvo algunas excepciones.
Sumado a esta situación, la provincia decidió unilateralmente, por disidencias con las políticas nacionales, retirarse de la corporación, generando un vacío institucional grave en términos de legalidad.
Así, lo que en su momento constituyó "la tierra prometida" para el mejoramiento del hábitat de las comunidades mapuches, de los pobladores de la región y de inversores privados, quedó convertido en un proyecto "mal tratado" .
RODOLFO V. UEZ (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Economista. M. A. en Planificación Urbana y Regional Universidad de Yale
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