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2012-07-28 | Opinión | MapucheBlog; Fernando VillegasLa Araucan铆a en llamas驴Qu茅 soluci贸n tiene nuestro caso mapuche? Si se tratara de simple pobreza, como algunos se esfuerzan en verlo, bastar铆a con las entregas de tierras. Si se tratara de guerrilleros fabricando un conflicto, bastar铆a con acci贸n policial, pero el fen贸meno no se agota con ninguna de las dos cosas.Era previsible. De hecho, fue previsto. Aun un columnista como V.S., sin majestuosos posgrados y ni siquiera humildes t铆tulos, m谩s aun, escribiendo a 10 a帽os de distancia de los actuales acontecimientos, adelant贸 -en la revista Qu茅 Pasa- que con la agitaci贸n mapuche, por entonces bastante m贸dica, lo que ten铆amos no era una simple cuesti贸n de demandas de tierras, sino un movimiento 鈥減rotonacionalista鈥, esto es, la pretensi贸n de un grupo muy activo, decidido, organizado, financiado y tambi茅n -ahora- armado, a constituir, en lo que consideran 鈥渢ierras ancestrales鈥, una zona de autonom铆a muy cercana, salvo por el nombre, a un Estado independiente. En estos 10 a帽os el balbuceante protonacionalismo lleg贸 a ser nacionalismo de frent贸n con otra chapa. Era previsible, decimos, en el sentido de serlo para cualquier persona con un m铆nimo de versaci贸n en historia de los movimientos sociales y pol铆ticos del presente y pasado. No hay naci贸n que no se haya constituido como hoy pretende constituirse el pueblo o etnia mapuche. En todos los casos, la voz cantante la lleva una minor铆a activa apoyada en una base no siempre entusiasta, es verdad, pero simpatizante, al menos obsecuente o siquiera temerosa de ser catalogada como 鈥渢raidores鈥 o 鈥渆lementos contrarrevolucionarios鈥; en todos los casos dicha minor铆a se legitima a base de una narraci贸n seg煤n la cual ciertos derechos naturales y/o ancestrales habr铆an sido violados por gentes extra帽as que cometieron el pecado original de un despojo violento; en todos los casos esos grupos manifiestan gran orgullo por los valores de su cultura, a la cual, a veces err贸neamente, adjudican gran antig眉edad e incluyendo en ocasiones un idioma propio; en todos los casos su inquina contra el 鈥渙cupante extranjero鈥 o la 鈥渃asta gobernante鈥 o el 鈥減ueblo invasor鈥 que en un acto catacl铆smico les habr铆a arrebatado lo suyo, es muy grande. Hasta el d铆a de hoy los descendientes de los nativos norteamericanos sienten y resienten que las hordas anglosajonas los despojaron de sus bosques, sus praderas, sus manadas y sus lugares sagrados, all铆 donde moraba el Gran Manit煤; los palestinos sienten que sus tierras fueron y siguen siendo arrebatadas por los jud铆os; los galos lucharon ferozmente contra C茅sar por la misma raz贸n; en fin, los mapuches del movimiento consideran que los godos fueron los primeros en robarles y luego, en siglos m谩s recientes, el "huinca" habr铆a sido el protagonista de la usurpaci贸n. En todos los casos, adem谩s, dicha naci贸n, m谩s que haber existido previamente y estar reclamando ahora sus derechos conculcados, al contrario, llega a existir en el proceso de reclamarlos. No hab铆a una naci贸n india en Estados Unidos, sino decenas, cientos de tribus distintas y a veces en perpetua guerra; fue el com煤n despojo a manos del Colt y del Winchester los que los hizo sentirse como -m谩s o menos- una naci贸n. Lo mismo sucede con los palestinos; no exist铆an ni siquiera como nombre antes de la creaci贸n, en 1947, de Israel. Llegaron a existir como realidad indesmentible en el proceso de conflicto perpetuo con los israel铆es. Y estos 煤ltimos existen como fruto de las congojas y luchas comunes de jud铆os de muy distintas partes del mundo que, juntos en un mismo territorio, llegaron a crear un Estado, a recrear un idioma perdido, a revivir tradiciones y forzarse en experimentarlas y manifestarlas como cosa viva y presente. Y por hacerlo, lo son. Es en esos esfuerzos que nacen las naciones, en el acto de creer que ya exist铆an y crey茅ndolo sistem谩ticamente hacerlas llegar a existir. NUESTRO CASO 驴Qu茅 soluci贸n tiene entonces nuestro caso, el mapuche? Si se tratara de simple pobreza de ciertos chilenos con apellidos mapuches, como algunos se fuerzan en verlo, bastar铆a con las entregas de tierra, las cuales se han efectuado en gran cantidad. Y si se tratara de guerrilleros fabricando artificialmente un conflicto, al modo como el Che y sus seguidores intentaron hacerlo en Bolivia, bastar铆a la acci贸n policial o, finalmente, si fuera necesario, militar. Pero el fen贸meno no se agota en ninguna de las dos cosas. El tema no se resolver谩 con tierras, porque el discurso y la exigencia van mucho m谩s all谩 de eso, pero, por lo mismo, tampoco se resolver谩 con polic铆as. Agr茅guese que el uso de fuerza p煤blica es dif铆cil aun si los actos cometidos por los activistas son a menudo m谩s que sobrados para justificar dicho despliegue. En las condiciones ideol贸gicas en que transita hoy el pa铆s, las quemas de fundos, camiones, ataques armados, amenazas, incendios forestales, tomas y talas de bosques, acciones todas perpetradas por los grupos o el grupo que lidera el movimiento mapuche, aparecen, a los ojos de muchos, como m谩s leg铆timas, comprensibles, l贸gicas y aceptables que la acci贸n policial aun si est谩 respaldada por resoluciones judiciales fundadas en derecho. Y en otros casos se estima que dichos ataques son 鈥渕ontajes鈥, operaciones medi谩ticas del gobierno. Dicho sea de paso, la debilidad del gobierno y del Estado en general es, hoy, extrema. Recu茅rdese que el fantasma de la fallecida dictadura militar pen贸 incluso a la Concertaci贸n, chantajeada t谩citamente con siquiera la insinuaci贸n de estar reconstituyendo, si se pon铆a firme, m茅todos propios del 鈥渇ascismo鈥. Mucho m谩s pesa ese pegajoso espectro sobre los hombros de un gobierno 鈥渄e derecha鈥. "CUMBRE DE SEGURIDAD" 驴De qu茅 servir谩 entonces la "cumbre de seguridad" que sesion贸 en La Moneda? De muy poco o de nada. Unos cuantos carabineros extras desplegados en terreno - y algunas c谩maras y 鈥渄rones鈥- no cambiar谩n ni un 谩pice la situaci贸n. La polic铆a no tiene 贸rdenes para hacer nada decisivo. De hecho, no la tiene ni en esa zona ni en ninguna otra. Hoy, carabineros act煤a -o m谩s bien deja actuar- bajo la presencia ominosa de una persistente espada de Damocles, a saber, la consabida acusaci贸n y posterior sumario por 鈥渦so de fuerza excesiva鈥. Todo ejercicio de fuerza legal aparece como inaceptable muestra de 鈥渘ostalgia por la dictadura鈥. En un clima pol铆tico e ideol贸gico as铆, ning煤n gobierno, ninguno, est谩 dispuesto al haraquiri pol铆tico aun si tan s贸lo pone en ejecuci贸n un monto de fuerza p煤blica en estricta proporci贸n con la violencia ejercida por el movimiento mapuche. Y hay m谩s; tambi茅n la justicia es incapaz de operar. El movimiento mapuche ha adquirido suficiente fuerza como para llegar a esa etapa de maduraci贸n en la que se es capaz de atemorizar a los agentes de la institucionalidad. Jueces, fiscales, testigos, todos por igual saben que eventualmente pueden ser puestos en lista negra. Basta un llamado telef贸nico, una advertencia. Ha sucedido con testigos, algunos de ellos atacados f铆sicamente. Pudo haber sucedido ya con los dem谩s actores del sistema. Entonces, 驴qui茅n puede hacer algo y, adem谩s, qu茅 debe hacer? 驴Reprimir? No es posible. 驴Apagar la llama nacionalista donando tierras? No funciona. 驴Deslegitimar el movimiento alegando que se trata de un caso de extremistas, de un pu帽ado de desquiciados ajenos al sentir del 鈥渧erdadero鈥 pueblo mapuche? Irrelevante: siempre los movimientos que han llegado a cierta radicalidad son cosa de una minor铆a activa que representa o asume -a veces muy a la r谩pida- la representaci贸n de una clase, un pueblo, una categor铆a. En fin, 驴servir铆a de algo que los propietarios amenazados se armen, como algunos claman debe hacerse? Ser铆a la peor medida de todas, promesa segura de guerra civil en miniatura. LA SOLUCION CANADIENSE Tal vez haya llegado la hora de estudiar en serio y con buena voluntad el camino que se ha tomado en otras partes, como en Canad谩. Formas inteligentes de autonom铆a que no han puesto en entredicho la unidad del Estado han resuelto, en esa naci贸n, problemas tan dif铆ciles como los nuestros. Una zona mapuche aut贸noma, pero ligada al resto del pa铆s, no s贸lo podr铆a apagar el conflicto, sino estimular inmensamente la que es ahora la regi贸n m谩s pobre de todas. El orgullo de sentirse en territorio asociado fuertemente a la historia mapuche podr铆a ser, por s铆 solo, un poderoso mecanismo de progreso y crecimiento. No hay garant铆a para eso, nunca la hay, pero en cualquier caso tampoco hay alternativas.R Fuente: La Tercera Publicado: 2012-07-28 | Revisado: | Enlace de actual documento: http://www.mapuche.info/?pagina=3501 |