Visita conexa al terrorismo
Viernes 22 de junio de 2007
Editorial
Ha causado justa alarma en diversos círculos la visita a Chile de
Walter Wendelin, representante para Sudamérica de Batasuna, brazo
político de la organización terrorista vasca ETA. Batasuna
está fuera de la ley en España, por su corresponsabilidad en
graves atrocidades, y sorprende que su circulación por nuestro país
pueda ocurrir sin restricciones.
Fue invitado por el Frente Manuel Rodríguez, brazo armado del PC chileno,
que cometió sus más sangrientos atentados en los años
80, pero periódicamente se registran otros que llevan su sello. Últimamente,
el FMR ha hecho causa común con la violencia armada mapuche.
No casualmente las primeras actividades de Wendelin en Chile han tenido relación
con los grupos mapuches más violentos, la Coordinadora Arauco-Malleco
y la comunidad Pascual Pichún. Se entrevistó con dos líderes
de la primera, presos, uno por infracción a la Ley de Armas, y el
otro por el atentado incendiario al fundo Poluco-Pidenco.
Al Ministerio Público de la IX Región no se le oculta la gravedad
del nexo que parece establecerse entre el terrorismo de nuestro país
y la ETA, cuyos atentados han provocado unas 800 muertes durante las últimas
décadas. Esto ha ocurrido poco después de que la ETA declarara
rota la tregua que había decretado en marzo de 2006, ruptura que ya
había concretado de hecho, al cometer un atentado en el aeropuerto
de Madrid, en diciembre pasado, que costó la vida a dos ciudadanos
ecuatorianos y ha redundado en severo daño a la imagen del actual
Presidente Rodríguez Zapatero, comprometido en conversaciones con
el extremismo vasco. En España hay un clima general de repudio al
terrorismo, la acción contra él es particularmente dura y ha
dado lugar a una severísima condena a 15 años de presidio contra
el líder de Batasuna, Arnoldo Otegi, por el delito de "enaltecer el
terrorismo".
Contrasta con ello que, en Chile, el subsecretario del Interior, Felipe Harboe,
haya expresado que no hay problemas con la visita de Wendelin "si todo es
legal". El Gobierno no puede desentenderse de la gestación de una
alianza internacional entre el FMR y el extremismo hispano, que ya ha establecido
lazos también en Bolivia, con el beneplácito de Evo Morales.
La acción de la justicia ha permitido tener relativamente a raya a
la violencia mapuche, y los indultos, conmutaciones de penas y compensaciones
han aquietado transitoriamente al FMR. Pero las andanzas del terrorismo hispano
aumentan el riesgo de que una y otro se reactiven. Si en este cuadro se considera
la realización por el dirigente de Batasuna de actividades políticas
vinculadas a personas condenadas por los tribunales chilenos y a visitas
a recintos que dependen totalmente de la autoridad gubernamental, para luego
emitir, en conferencia de prensa, declaraciones críticas contra las
mismas autoridades -incluyendo paralelos entre los mapuches y los separatistas
vascos-, resulta imposible comprender el manejo de este caso por el Gobierno:
con semejantes concesiones, está importando al país un problema
ajeno, y conectando a elementos extremistas locales con una red terrorista
internacional.
Ya es excesiva la tolerancia para con los dineros que el extremismo mapuche
(o que pretexta su nombre) recibe de variadas ONG, pero es inaceptable que
el Gobierno admita que quienes -cabe presumir- ingresan al país con
visa de turismo o equivalente puedan desarrollar tales actividades. Además,
el personero de Batasuna no ha hecho ocultamiento de su posición frente
al uso de la fuerza: refiriéndose a la ETA, reconoció que "la
organización armada ha declarado abiertos todos los frentes, y la
vuelta a la violencia habría que preguntárselo a ellos". ¿Con
qué autoridad moral podrá el Gobierno, el día de mañana,
prohibir que digan y hagan otro tanto voceros de cualquier grupo extremista
o fundamentalista?