La historia de Ceferino Namuncurá:
Un santo mapuche Domingo 29 de octubre de 2006
Ceferino
Namuncurá podría ser el primer santo mapuche.Foto:El
Mercurio
Hijo de cacique mapuche
y mestiza chilena, la figura de este joven, muerto en 1905, genera una devoción
insólita en Argentina. Aunque en este momento apenas es
"venerable" para la Iglesia Católica, ya hay un milagro en trámite
que podría autorizar su beatificación. Sin embargo, la gente
de la Patagonia ya lo considera un santo.
MATÍAS BAKIT
Como suele pasar en los pueblos de la Patagonia argentina, en Chimpay viven
una vida tranquila, sin ruido ni escándalos de ningún tipo.
Pero todos los 26 de agosto este panorama cambia radicalmente. Las calles
del pueblo se llenan de carpas, las tiendas son constantemente visitadas
por turistas provenientes de toda Argentina e incluso de otras partes del
mundo, y las iglesias y capillas se repletan. Las procesiones se repiten
durante toda la semana y los cantos se escuchan por todas partes.
Todo esto, por el nacimiento de una persona. O más bien, el de un
santo. Y no uno cualquiera. Un santo indígena, mapuche, llamado
Ceferino Namuncurá.
Namuncurá aún no es santo. Es sólo "venerable" en
camino a ser beato y se espera que sea el segundo santo indígena
después de San Juan Diego, el indio mexicano que vio las apariciones
de la Virgen de Guadalupe. Pero para los argentinos es como si su canonización
fuese cosa hecha. De hecho, se lo considera un "santo popular" y el culto
a su nombre es prácticamente un patrimonio y una costumbre en todo
el país.
Compañero de Gardel
En las últimas décadas del siglo XIX, la cordillera no era
obstáculo para los mapuches de Chile y Argentina, que la cruzaban
a voluntad. Fue en uno de esos viajes cuando el cacique Manuel Namuncurá,
de paso por Lonquimay, conoció o raptó -no está
claro- a la mestiza Rosario Burgos y la tomó como su tercera esposa.
Según el más importante estudioso de este tema en Argentina,
el párroco de Chimpay, Ricardo Noceti, Manuel Namuncurá fue
uno de los últimos caciques que se rindieron durante la campaña
de "Conquista del desierto", que prácticamente exterminó a
los mapuches a ese lado de la cordillera. A cambio de que reconociera su
derrota, al líder indígena se le entregó el grado
de coronel de ejército, un sueldo y tierras en la localidad de Chimpay.
Ahí, en 1886, nació Ceferino Namuncurá
Burgos.
Ceferino estaba destinado a suceder a su padre algún día,
pero el progresivo deterioro de las condiciones de vida del pueblo mapuche
-pérdida de tierras y enfermedades- y la gran influencia de los
salesianos en la Patagonia hicieron que, poco a poco, el niño se
olvidara de eso. Su leyenda empieza en 1897. Ese año se reúne
con el Cacique y le dice:
"Quiero estudiar para bien de mi gente". El líder, que pese a todo
tenía buenos contactos, lo envió a Buenos Aires a los Talleres
Nacionales de la Marina. Pero no aguantó mucho tiempo ahí y,
gracias a la ayuda de un sacerdote, ingresó al colegio de la orden
salesiana en la capital, donde fue compañero de Carlos Gardel.
Ahí aprendió muy rápidamente a hablar español
y adquirió una gran devoción por la Virgen María.
Ya a los 17 años había decidido que quería ser sacerdote.
Esto atrajo el interés de la iglesia, que lo veía como un
símbolo de integración y como una esperanza para los pueblos
indígenas. Asimismo, para otros representaba la derrota definitiva
del indigenismo: "La conversión al catolicismo de Ceferino está estrechamente
ligada con la rendición total de los mapuches. El hecho de que él
se haya olvidado de las diferencias culturales era signo de que la lucha
ya había terminado", explica Celia Cussen, profesora de historia
de la Universidad de Chile.
Pero el sueño de Ceferino nunca se realizó, pues imprevistamente
enfermó de tuberculosis. En un desesperado intento por salvarlo,
la Iglesia lo envió
a Italia en 1904 junto con el cardenal Juan Cagliero. Durante su estadía,
y en una muestra de la importancia que tenía su figura, fue recibido
por el Papa Pío X, ante quien leyó un breve discurso. Poco
después, el 11 de mayo de 1905, Ceferino murió en Roma.
En 1924, debido a la intervención del seminarista chileno Víctor
Kinast, el cuerpo de Ceferino Namuncurá fue repatriado y sepultado
en la localidad de Fortín Meneses, que se consideró el lugar
más idóneo para que la gente visitara sus restos.
La veneración a Ceferino Namuncurá ha aumentado a medida
que pasan los años. "Hoy su figura está bastante arraigada.
Se lo conoce en toda Argentina", dice el párroco Ricardo Noceti.
Para él, la clave está en que Ceferino es de origen humilde
y proviene de una raza humillada y derrotada. "Por eso los pobres y los
humildes -que lo llaman
"el indiecito"- están particularmente identificados con él.
Sienten que los puede entender mejor. Además la gente de la Patagonia
lo siente cercano a ellos y a la tierra", explica.
Chimpay es el centro de veneración de Ceferino Namuncurá,
especialmente en la Semana de la Fe, que se celebra en torno al 26 de agosto.
Según cifras municipales, este año asistieron más
de 40 mil personas a la celebración de los 120 años del natalicio. "Incluso
se nos acabaron las hostias", recuerda Noceti.
Las actividades consisten en varias procesiones y visitas al santuario
de Ceferino, donde la gente deja sus peticiones. Además, hay conciertos
musicales, artesanos, juegos y comidas típicas. Llega gente de todos
lados de Argentina e incluso europeos. "Chilenos también, aunque
no muchos", dice el párroco. Y es que ésta es la principal
atracción de Chimpay, junto con "fiesta de la cereza", que se realiza
en noviembre. Por eso, todos están esperando el día en que
su santo sea reconocido oficialmente.
Ese proceso comenzó en 1944 y en 1972 dio su primer fruto cuando
el Papa Paulo VI lo nombró "venerable". De ahí en adelante
no avanzó más, pues pese a que Ceferino es considerado "milagrero",
la gente no suele informar a los párrocos locales de los supuestos
prodigios.
Sin embargo, este año la diócesis de Córdoba envió al
Vaticano un milagro -la curación de un cáncer- que fue inicialmente
validado. El postulador de la causa, padre Simón Dante, espera que
la Santa Sede pase pronto a la etapa en que el milagro es revisado por
peritos médicos y, para 2008, tiene la esperanza de que Ceferino
sea beato. Después sólo queda la santidad. Aunque eso a los
argentinos poco les importa. Para ellos ya existe un santo mapuche.
MAPUCHES Y RELIGIÓN: ¿Creer o no creer?
Según Ricardo Noceti, la mayoría de los mapuches argentinos
veneran a Namuncurá: "Sólo un pequeño grupo muy ideologizado
lo rechaza de plano. Dicen respetar sus religiones ancestrales, pero ni
siquiera la practican".
La situación en Chile es relativamente diferente, pues la figura
de Ceferino no ha sido muy publicitada por los salesianos -que acá tienen
a Laura Vicuña-, por lo que no es muy conocido.
Para Aucán Huilcamán -que sí lo conoce-, Namuncurá "representa
una necesidad del catolicismo para continuar con el proceso de colonización
religiosa". Agrega que el hecho de que mapuches sean religiosos tiene que
ver con que este "proceso lamentablemente tuvo
éxito".
Para el historiador de la Universidad de Chile Leonardo León, los
mapuches están muy identificados con la religión, ya sea
católica o evangélica, por el tipo de evangelización
que se realizó, específicamente por parte de capuchinos y
salesianos.
"Ambas
órdenes se mimetizaron entre el pueblo mapuche y plantearon una
integración pacífica y mediante la educación que no
se contradice con el estilo de vida indígena. Incluso en alguna
oportunidad se erigieron como defensores de los derechos de este pueblo.
Por eso, los que rechazan la religión y no se identifican con nada,
son los menos", explica.
León agrega, no obstante, que por su estilo cercano a las comunidades,
hoy son los evangélicos los que lideran las simpatías indígenas.