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La situación medioambiental es preocupante.
Existen serias presiones sobre todos los recursos naturales renovables.
Los recursos naturales se siguen deteriorando y extinguiendo, producto
del sistema de explotación que prefiere la fácil ganancia
y no la sustentabilidad ambiental.
Ejemplos de depredación del medioambiente
en nuestro país hay muchos: la expansión urbana, el deterioro
de los suelos, la contaminación del aire y agua, la tala de bosques,
la extinción de especies, el manejo de productos químicos,
etc. A la larga lista se agregan nuevos contaminantes como el ozono, y
los problemas ambientales en provincias y ciudades completas como Rancagua,
Temuco, Andacollo, Iquique, Talcahuano, Tocopilla, Valdivia y otras.
Chile no posee una política de biodiversidad,
a tal punto que ni siquiera conocemos lo que estamos perdiendo. Mientras,
se sigue agudizando la contaminación de los suelos: la salinización,
el agotamiento de los fertilizantes y la erosión. Ese es el cáncer
de nuestra tierra. Gracias al modelo, que desprecia y arrasa la naturaleza,
perdemos cada vez más nuestro patrimonio. Es decir, mientras más
y más exportamos y explotamos la naturaleza, más y más
nos empobrecemos desde el punto de vista ambiental y social. Estamos hipotecando
el futuro de generaciones, sin siquiera darnos cuenta, aunque otros sí
saben bien lo que hacen.
¿Y Ricardo Lagos?
Durante el 2002, el gobierno de Lagos puso en evidencia
su desprecio al medio ambiente al aprobar el aumento de la superficie de
Santiago en 90.000 nuevas hectáreas. Sumadas a las actuales 60.000,
proyecta un área urbana de 150.000 hectáreas. Esta grave
decisión va en contra del Plan de Desarrollo, ya aprobado para la
ciudad, y de las recomendaciones del Plan Descontaminación.
Lo propio ocurre con la Ley de Pesca, que otorga
gratuitamente la depredación del mar a un pequeño grupo de
empresarios; y la aprobación para quemar petcoke en Polpaico, que
se agrega a la II y III regiones, donde ya las empresas.
Norgener, Guacolda y Electroandina emiten el contaminante.
También está en carpeta la elaboración de un proyecto
de ley que adjudica cupos de contaminación del aire a empresarios,
a través de bonos de emisión transables.
El desmantelamiento de las normativas medioambientales
se aprecia en el nuevo reglamento, que disminuye en un 15 por ciento el
tiempo de tramitación de los proyectos, y en la suspensión
del etiquetado de los productos transgénicos, lo que impide su control.
El propio gobierno, a través del Informe
País 2002, reconoce la insustentabilidad del modelo económico
en el uso de los recursos naturales. Pareciera que muchos de estos estudios
e investigaciones se elaboran para cumplir compromisos internacionales
de cooperación, pero las decisiones políticas van por otro
lado.
"Este fue un año perdido para la defensa
del medio ambiente. La visión economicista en el gobierno ha hecho
que se ponga al ambiente como un obstáculo para el crecimiento.
Cuando se convoca una agenda como la Agenda Pro Crecimiento, ésta
tiene como condición política no explícita que uno
de los obstáculos es el ambiente, por lo que el tema sale de lo
que podría ser discutible. Se trata de remover el obstáculo,
sacarlo de la agenda", señala Manuel Baquedano, del Instituto de
Ecología Política.
"En tres años de gobierno no ha logrado
concretar ni el 10% de su Programa en el Area Ambiental, el cual contempla
una Ley de Bosque Nativo, una Política de Uso y Conservación
de Suelos, la creación de una Autoridad Nacional de Recursos Naturales;
la creación de un Sistema Nacional de Fiscalización Ambiental
Integral encabezado por una Superintendencia de Medio Ambiente, el establecimiento
de gobiernos para la ciudad elegidos democráticamente en los grandes
centros urbanos, una política de reducción y reciclaje de
la basura y una institución de asesorías urbanas para todos
los municipios del país", recuerda la ecologista Sara Larraín.
Desrregulación
Los sectores ambientalistas coinciden en que la
desrregulación es un aspecto importante a la hora de hacer un balance.
Lucio Cuenca, del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales,
agrega: "Habíamos hecho una proyección, a fines de 2001,
de lo que pensábamos iba a caracterizar el año que termina.
Lo denominamos el desmantelamiento de la institucionalidad ambiental, que
se observa en la escasa voluntad política para modificar ciertas
reglamentaciones, y simplemente desmantelar lo que se había conseguido
en los últimos 12 años. Esa proyección, en gran medida
se ha visto, lamentablemente, materializada". Lucio Cuenca agrega: "Lo
que ha pasado con el tratamiento de la basura en Santiago y con Alumysa
en Aysén demuestra, en el fondo, la voluntad del gobierno de aprobar
cualquier proyecto empresarial sin que se tenga a la vista proyectos de
desarrollo local, de desarrollo regional. Y más aun, se privilegia
sólo los aspectos económicos de los proyectos. En el caso
de la basura en Santiago, conflicto que se arrastra por más de una
década, no ha habido voluntad del gobierno, se ha cedido ante las
presiones económicas. Se 'invirtieron' recursos públicos
en determinar los mejores lugares en el Area Metropolitana para establecer
proyectos sanitarios, pero finalmente se instalaron en otros lugares que
no reunían las condiciones, poniendo en riesgo el medio ambiente
y la salud de la población".
Existen problemas medioambientales sin resolver
y que se mantendrán el próximo año en la agenda de
los ecologistas y la ciudadanía. Uno de ellos es la Central Hidroeléctrica
Ralco, que va a inundar un hábitat único en el mundo y de
paso llevará a la extinción a los últimos pehuenches.
Lo propio ocurrirá con la industria Alumysa en Aysén. Son
problemas abiertos, que lamentablemente no están en la agenda gubernamental.
Lo propio se podría decir de la implementación de los Tratados
de Libre Comercio y cómo afectarán los ecosistemas de las
regiones que explotan recursos naturales. Lucio Cuenca señala, refiriéndose
a este último aspecto: "Se aproxima la implementación de
los acuerdos comerciales, el Tratado de Libre Comercio con la Unión
Europea y con los Estados Unidos, lo que va a tener importantes consecuencias
en el aspecto medioambiental. Creo que se va a mantener la tónica
fundamental que se ha mantenido hasta ahora: acceder abiertamente a la
Agenda Pro Crecimiento, lo máximo de 'flexibilización' por
parte del gobierno, depredando los recursos y entregándolos a las
transnacionales; pero también, sin duda, se mantendrán los
movimientos de resistencia, de lucha a nivel local y regional que van a
tratar de salvar sus patrimonios y el entorno en el que viven". Eso marcará
la agenda medioambiental el próximo año y los siguientes.