AIPIN,
Prensa India
"Difundiendo presente y sembrando futuro" |
Rodrigo de
la Cruz es representante de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca
Amazónica (COICA), que comprende a aborígenes de Perú,
Guyana, Bolivia, Ecuador, Surinam, Venezuela y Colombia.
En Berlín,
de la Cruz participa de una discusión sobre diversidad biológica
y combate de la pobreza, organizada por el gobierno alemán y la
ONU, donde intenta defender los derechos de las poblaciones indígenas
a ser propietarios de sus recursos culturales y biológicos.
BBC Mundo conversó
con de la Cruz sobre los temas abordados en el encuentro.
¿Qué problemas concretos
quiere discutir en estas reuniones?
Tenemos un problema
con los llamados derechos intelectuales. Nuestros conocimientos son usados
colectivamente y se transmiten de generación en generación;
esto difiere mucho de cómo se ve en el sistema de patentes, nosotros
queremos una propiedad colectiva, pero eso no existe dentro del sistema
usual.
Desde ese punto
de vista, hemos experimentado un avasallamiento de los recursos de los
pueblos indígenas, hay gente que utiliza y comercia con los conocimientos
de nuestras comunidades y nosotros no obtenemos nada de ello.
¿A qué se refiere
concretamente?
Por ejemplo,
de las empresas farmacéuticas. Para que una farmacéutica
descubra plantas que contengan un principio activo que pueda ser usado
como medicina, para eso necesitarían experimentar con cientos de
miles de variedades de plantas diferentes. Los chamanes de nuestras comunidades
conocen ya algunas plantas medicinales, que usan desde hace siglos, y que
contienen principios activos.
Hemos tenido muchos
casos en que algunos científicos de esas empresas que vienen a las
comunidades haciéndose pasar por gente interesada en nuestra cultura
o interesados en ayudarnos. Interrogan a la gente, a los chamanes, se llevan
nuestros conocimientos y luego los patentan en Estados Unidos.
¿Podría darnos un
ejemplo?
Por ejemplo un
estadounidense se asentó en una comunidad en Ecuador y se llevó
una planta que nosotros usamos, la ayahuasca y la patentó en Estados
Unidos, como si él hubiera descubierto sus efectos. Tuvo la patente
por 10 años, luego hicimos un juicio y conseguimos suspendérsela,
pero otra vez se la volvieron a dar, justamente porque hay un vacío
legal con respecto a lo que nosotros queremos.
No existe un reconocimiento legal de la propiedad colectiva y generacional de conocimientos, que es por lo que estamos luchando ahora. También ha pasado lo mismo con la planta Uña de Gato, que comenzaron a utilizar las comunidades de Bolivia y Perú, o con otra llamada Sangre de Dragón.
Es una política
diseñada por las grandes multinacionales farmacéuticas. Según
esto, podría darse el caso que estos señores podrían
limitar o incluso cobrar el uso de esas plantas en nuestras comunidades.
¿Cual sería entonces
el objetivo de las comunidades?
La idea es que
las comunidades puedan disponer directamente del derecho de desarrollar
esos medicamentos.
Nosotros no queremos
ser empresarios, sino el poder compartir esos recursos con el resto de
la gente, incorporar nuevos medicamentos a la farmacopea internacional,
pero que sea reconocido como conocimiento de las comunidades indígenas
y que tengamos una participación en sus beneficios.
Una farmacia amazónica. El doctor Royero está supervisando el ambicioso proyecto. Un grupo de científicos venezolanos iniciaron un proyecto para recolectar información sobre las medicinas tradicionales de la selva amazónica.
La base de datos, llamada Biozulua, será una biblioteca electrónica de las plantas que han utilizado las comunidades indígenas durante siglos para curar a sus enfermos. El objetivo del proyecto es proteger el conocimiento médico tradicional de ser olvidado por el impacto en la zona de la medicina occidental.
Sin embargo, se
espera que la base de datos pueda también facilitar el descubrimiento
de algún nuevo fármaco y que así se haga más
difícil la piratería biológica.
Mucho por estudiar. "Sólo alrededor del 5% de las plantas amazónicas han sido estudiadas debidamente. Los beneficios potenciales para la comunidad médica son enormes", dijo el doctor Ramiro Royero, director general de la fundación científica FUDECI, encargada del proyecto.
El banco de datos, el único de este tipo que existe sobre la Amazonía, ha generado el interés internacional y las autoridades brasileñas pidieron información sobre los resultados de la investigación. La propiedad de los datos que se encuentren es de las comunidades indígenas y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, en Ginebra, está estudiando el proyecto como un posible modelo para otras partes del mundo.
Los investigadores
del sur del Amazonas, en Venezuela, entrevistaron a 24 comunidades indígenas
y tomaron fotografías y videos de conversaciones sobre terapias
tradicionales. De momento, existen ya cuatro millones de entradas que pueden
ser buscadas según la especie, su localización geográfica,
el grupo étnico o el alimento.
Aspirinas o plantas. Royero asegura que los grupos indígenas están perdiendo sus conocimientos tradicionales porque las generaciones más jóvenes se están trasladando a las ciudades y poblados más cercanos. El científico venezolano cita el ejemplo de una mujer en una área remota en la selva que utiliza un remedio natural para aliviar su dolor menstrual.
"A pocos metros, siguiendo el río, el resto de la gente compra aspirinas porque es más fácil comprar el medicamento que ir a la selva a recoger la planta", dice el responsable de FUDECI. "De esta forma, Biozulua puede ser utilizada para recuperar los conocimientos tradicionales en comunidades donde se han perdido", asegura.