OPINIóN
EDITORIAL
26 de Mayo de 1999 |
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Violencia
mapuche
Una política eficiente de parte de la autoridad no sólo debe ser técnicamente viable y capaz de responder a las necesidades. También tiene que ser oportuna.
Con un país fuertemente centralizado, tanto desde el punto de vista administrativo como de centros de opinión pública, la ciudadanía parece haberse acostumbrado a tener como ruido de fondo en el acontecer nacional al conflicto mapuche. Sin embargo, el movimiento indígena ha crecido en los últimos meses con una fuerza sostenida, que va extendiéndose a paso firme por las diferentes regiones. Las carreteras cortadas, la toma del camino a la central Ralco, los inicios de siembra en terrenos ocupados y la marcha de mil mapuches de Temuco a Santiago, son indicios de que el conflicto debe ser abordado por la autoridad con una mayor agilidad que la demostrada hasta ahora. La iniciativa del Ejecutivo de concentrar en el titular de Mideplán,Germán Quintana, el manejo del conflicto fue una decisión acertada, desde el punto de vista que cesaron las abiertas contradicciones públicas entre los diferentes actores de gobierno. Su gira por las localidades del sur para recoger los problemas específicos de cada comunidad, y determinar qué peticiones tiene cada una de ellas -las que van desde la autonomía total hasta apoyo para combatir la sequía- figuró como la primera medida concreta que ha tomado el Gobierno en los largos meses de conflicto. Hoy,sin embargo, se hace indispensable imprimirle mayor agilidad al manejo del tema, ya que las propuestas concretas, según declaró el titular de Mideplán, se darán a conocer sólo dentro de cuatro meses. Es decir, será necesario que transcurran nueve meses de conflictos para que las autoridades recopilen la información de las necesidades imperantes y se propongan diversas iniciativas para las comunidades. Una política eficiente de parte de la autoridad no sólo debe ser técnicamente viable y capaz de responder a las necesidades. También tiene que ser oportuna. Actos de violencia como los recientemente ocurridos constituyen una voz de alerta, anunciando que mientras más se dilaten las propuestas de solución, se les está entregando un mayor espacio a los sectores mapuches más radicales y violentos para imponerse. Una de las grandes herencias que podría dejar la administración Frei sería haber iniciado el proceso de resolución del conflicto mapuche. Si en sus inicios el problema indígena fue tratado por el Gobierno con descoordinación y falta de posición clara, hoy tiene en sus manos la oportunidad, y la obligación, de actuar con eficacia y rapidez.
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