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Gobierno considera que son minorías Los duros del conflicto mapuche Los grupos más radicalizados
-más allá de la demanda básica de todos los indígenas,
que son las tierras- buscan recuperar la identidad y cultura para formar
una nación independiente. Los métodos para ello van desde
el diálogo a acciones más violentas.
Udo João Gonçalves
El Gobierno considera que estas organizaciones no representan
ni el 10 por ciento de las comunidades en conflicto, pero la realidad no
sólo difiere de la visión oficial, sino que, aunque fuera
así, estas agrupaciones son realmente las que pueden agudizar al
máximo el conflicto.
EL CONSEJODe una división del Ad Mapu -principal agrupación mapuche de los '80,ligada al Partido Comunista-, nació a fines del gobierno militar el Consejo de Todas las Tierras, encabezado desde entonces por el werkén (vocero) Aucán Huilcamán.Este dirigente había sido secretario de la directiva del Ad Mapu encabezada por Santos Millao. Fundamentando una postura independiente de los partidos políticos y levanto el concepto de "pueblo como un grupo humano con identidad, cultura, idioma, religión y ciencias propias",Huilcamán inició una ascendente carrera pública en los comienzos de la transición, para luego desaparecer temporalmente de la escena nacional. En 1996 partió a trabajar en el extranjero como funcionario de la ONU,manteniendo hasta ahora los vínculos con su organización. Pero la imagen de Huilcamán empezó a declinar dentro de los sectores más radicales, que vieron que las posturas del dirigente se fueron moderando. También se le criticó el manejo económico de algunas tierras obtenidas por las comunidades a través de los procesos de compra de la Conadi. Incluso, quienes lo cuestionan tienen más confianza en
José Naín, otro vocero del Consejo de Todas las Tierras,
pues considerán que ha estado "más en terreno" que Huilcamán,
"que se la pasa viajando".
LA COORDINADORAPrecisamente, los más críticos del Consejo de Todas las Tierras son los miembros de la Coordinadora Arauco-Malleco, la única entidad mapuche de peso que no se ha sentado en la mesa de diálogo con las autoridades. "Nos aburrimos de esperar, así que recuperamos nuestras tierras y no tenemos que conversar con nadie. Ese es problema del gobierno", señaló el lonko de la comunidad Rucañanco -a las orillas del lago Lleu Lleu-, Ivan Llanquileo, quien participa en la entidad.Esta organización agrupa más de 160 comunidades indígenas de las provincias de Malleco y Arauco, además de tener miembros en la Región Metropolitana. Sin duda, son los que tienen un discurso más fundamentalista, donde más allá de las tierras, quieren recuperar absolutamente toda la identidad y cultura mapuche. En sus filas hay algunos que han llegado del Ad Mapu, otros con formación político-militar en partidos de izquierda y también una cantidad considerable ha estado en iglesias evangélicas. Por convicción, no beben alcohol y muchos de sus líderes ni siquiera fuman. Todo lo ajeno a su cultura tratan de enajenarlo, incluso la religión, ya que también quieren recuperar el contacto y fuerza ancestral con la naturaleza, que es su propio dios. En la Coordinadora Arauco-Malleco todos los werkenes mantienen
una posición dura, principalmente Alihuén Antileo (frente
urbano), José Huenchunao (Arauco) y Víctor Ancalaf (Malleco).
Este último, ahora en la clandestinidad, señaló que
"no vemos la diferencia entre dictadura y democracia" y que su lucha la
desarrollan sólo mapuches, por lo cual incluye hasta métodos
mágicos que realizan la machis.
DIFERENCIASSi bien tanto el Consejo de Todas las Tierras como la Coordinadora Arauco-Malleco comparten el discurso de crear una nación mapuche con su propia identidad, el primero no ha dudado en entablar negociacioens con el Gobierno para cumplir ese objetivo. La Coordinadora, en cambio, tiene una posición más
ortodoxa y radicalizada. con una mejor organización político-militar,
cree que el cambio debe nacer desde el pueblo mapuche sin injerencia externa.
"Jamás hemos permitido la instrumentalización de elementos
ajenos a nuestra cultura, en la cual nosotros tenemos nuestras propias
formas y métodos de dar la pelea, porque de peleas nadie nos ha
enseñado, todo lo contrario,el propio Ejército de Chile nos
ha copiado", asegura Víctor Ancalaf.
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