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Bahía Blanca (Buenos Aires), 15 de abril de 2004.
UNA NUEVA MIRADA AL PASADO
por
Hernán Guercio/Especial para "La Nueva Provincia"

Adiós a los mitos sobre los aborígenes

Una serie de descubrimientos arqueológicos al sur de la provincia de Buenos Aires está cambiando varias concepciones sobre los grupos indígenas que habitaron la región. Gustavo Martínez, arqueólogo de la Universidad Nacional del Centro, halló restos óseos en la estancia Paso Alsina, sobre el río Colorado y a pocos kilómetros del límite con La Pampa. Estos hallazgos están demostrando que estas sociedades poseían una complejidad cultural mucho mayor que la que se pensaba hasta ahora.

 
Dr. Gustavo Martínez. (Sebastián Cortés-LNP)
Gracias a diversos descubrimientos arqueológicos en esta región del sur bonaerense, los mitos sobre la vida de los aborígenes cazadores-recolectores que habitaron estas tierras antes de la llegada de los conquistadores españoles, comienzan a desmoronarse como castillos de naipes.

Hasta ahora se creía que estas sociedades estaban conformadas por grupos nómades que se movían permanentemente tras su alimento cotidiano (animales y alimentos de la tierra), viviendo "al día" y satisfaciendo sus requerimientos básicos de subsistencia.

Sin embargo, los nuevos descubrimientos permiten suponer que la situación socioeconómica de estos seres humanos era mucho más compleja.

El hallazgo de ciertos artefactos en lugares que podrían ser considerados como campamentos base (donde residirían grupos importantes de personas), así como de indicios que indican que trabajaron rocas que no pertenecen al lugar y que poseían organizadas prácticas funerarias, denota que los antiguos moradores de estas tierras poseían un modo de organización mucho más complejo que el descrito anteriormente.

Gustavo Martínez, licenciado en Antropología con orientación Arqueológica y doctor en Ciencias Naturales (Universidad Nacional de La Plata), investigador del Conicet y docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Centro, está llevando adelante el proyecto arqueológico.

Uno de los lugares en donde se desarrolla el estudio es el valle inferior del río Colorado, en los distritos de Villarino y Patagones, aunque la investigación -que ya lleva algunos años- se extiende en un arco de territorio que va desde el norte de Chubut, pasa por el sur bonaerense y llega al oeste de La Pampa.

Estos trabajos permitieron descubrir asentamientos aborígenes y áreas de entierro que poseen una antigüedad aproximada de 3 mil a 500 años antes del presente (AP).

"El mundo de estas sociedades indígenas es mucho más complejo de lo que se piensa. Es importante desmitificar el estereotipo de que los cazadores-recolectores fueron grupos de personas que vivían tratando de satisfacer sus necesidades cotidianas más próximas, que es la imagen que generalmente se tiene de ellas", comentó Martínez a "La Nueva Provincia".

"A estas poblaciones, que hasta llegaron a ser caracterizadas como 'salvajes', hay que darles una dimensión distinta, ya que no eran tan simples como se piensa. Presentaron una gran riqueza en diversos aspectos de su modo de vida, desde su subsistencia hasta un elaborado mundo espiritual", continuó.

Según explicó, estas sociedades poseían conocimientos económicos, tecnológicos, de asentamiento, ideológicos y religiosos que formaban un complejo entramado.

Por lo general, estaban divididas en "bandas" -según el término utilizado por los investigadores- de entre 15 y 30 personas, con un alto grado de movilidad. Se establecían por un corto tiempo (pocas semanas) en un lugar del paisaje, para luego volver a moverse. Así seguían sus circuitos anuales o estacionales.

"No eran productores de alimentos ni tenían agricultura o ganadería, sino que cazaban y sacaban la parte comestible de algunos árboles o arbustos del lugar, como el algarrobo, el chañar y piquillín, entre otros", remarcó Martínez.

"También sabemos que tenían un rango de movilidad interesante y que usaban piedras que no son propias de esta región (alóctonas) para confeccionar sus herramientas. Estas rocas fueron extraídas de los sistemas serranos de Ventania y de Tandilia (ubicados a 200 y 400 kilómetros de la región que recorrían, respectivamente)", agregó.

El acceso a estas rocas alóctonas podría hacer sido producido tanto por grandes circuitos de movilidad como por intercambio entre las diferentes "bandas" de cazadores-recolectores.

El reciente hallazgo de once entierros secundarios en el sitio Paso Alsina plantea la hipótesis de la existencia de un complejo tratamiento de los muertos, además de la posibilidad de que determinados lugares del paisaje tuvieran un significado especial para estas sociedades, ligado a la esfera de lo ideológico y religioso.

"Creo que estas áreas de entierro demuestran una estrategia intencional de depositar a sus muertos en determinados lugares que, seguramente, poseían para estas sociedades un significado especial", destacó.

Otros de los aspectos remarcados es que estas sociedades no eran estratificadas, sino básicamente igualitarias.

"No había líderes como los que conocemos hoy en día en nuestra sociedad, aunque siempre había alguien con más carisma o status. Asimismo, existían personas muy especiales como los shamanes, quienes se comunicaban con otras esferas del mundo", explicó el arqueólogo.
 

Entierros secundarios y "fardos" funerarios

En los trabajos que Martínez y un grupo de alumnos de la carrera de arqueología de la Facultad de Ciencias Sociales de Olavarría (UNC) realizaron en el sitio Paso Alsina -entre el 22 de marzo y el 5 de abril últimos-, se excavó un área de entierros indígenas de unos nueve metros cuadrados de superficie.

De esta expedición participaron Gustavo Flensborg, Luciana Stoessel, Ana Bonetti, María Clara Alvarez, Roberto López y Evangelina Guttlein.

Según explicó el arqueólogo, en un entierro primario, el individuo era sepultado con todos los huesos en su posición articular original (es decir, los huesos ocupan el lugar que anatómicamente tienen en el cuerpo). En cambio, en un entierro secundario se forma un fardo o "paquete funerario" compuesto de huesos aislados que muchas veces pueden corresponder a más de un individuo.

"Suponemos que los indígenas volvían al lugar donde habían enterrado a sus muertos originalmente, los desenterraban y posteriormente armaban estos paquetes funerarios, que en general presentan la siguiente disposición: cráneos en los extremos, huesos largos en los costados (fémures, tibias, radios, cúbitos y pelvis), y el lugar central era completado con costillas, vértebras, mandíbulas y otros huesos", explicó Martínez.

"Seguramente, estos fardos se cubrían y ataban con cueros o tientos, aunque estos materiales no se preservan", señaló.

Otra posibilidad respecto del tratamiento de los cuerpos es que podría existir una exposición de los mismos al ambiente natural que habría favorecido la desecación de los tejidos blandos. En un paso posterior se volvería al lugar donde se encuentran los cuerpos y se armarían los fardos funerarios.

Un dato significativo es que gran parte de los huesos que componen los entierros del sitio Paso Alsina están pintados de rojo, lo que significa que no sólo había un tratamiento especial para sus muertos en cuanto a la conformación de entierros secundarios, sino que los pintaban o espolvoreaban con ocre (algunos fragmentos de este pigmento han sido encontrados entre los huesos).

No se hallaron signos de violencia en los restos óseos ni algún tipo de ajuar funerario, aunque Martínez destacó que el hecho de que los huesos estén pintados ya es bastante significativo.

"Si tenemos en cuenta la similitud de la estructura de la composición de los entierros, además de los datos cronológicos de este área y de regiones vecinas, los entierros de Paso Alsina podrían ser ubicados cronológicamente entre los 1.000 y 300 años AP. Esto será fehacientemente determinado con fechados radiocarbónicos realizados sobre algunos de los huesos del sitio", calculó Martínez.

Tampoco descartó la posibilidad de encontrar más restos, tanto a los costados como abajo de los hallados.
 

Un caso especial

De los restos óseos hallados, lo sorprendió un "paquete" más grande que los demás, con un mayor número de huesos. "Es más complejo y más grande. Además, es el primero que encontramos con la parte del cráneo que corresponde a la cara mirando hacia arriba. Parece estar formado por un entierro central y dos 'subsidiarios' a sus costados, también secundarios, cuyos cráneos están de costado mirando al entierro principal. Este entierro parece diferenciarse de los demás, pero aún faltan análisis detallados para certificar esto", dijo.
 

Gracias a la Fundación Antorchas

* El proyecto arqueológico se denomina Investigaciones Arqueológicas en el curso inferior del río Colorado (Inarco), y está financiado por la Fundación Antorchas.

* Pertenece a la Facultad de Ciencias Sociales de Olavarría, dependiente de la Universidad Nacional del Centro.

* Los trabajos se realizan en el Departamento de Arqueología, dentro de un proyecto mayor llamado Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas en el Cuaternario Pampeano.

* El proyecto en el valle inferior del río Colorado comenzó a mediados del 2001 y el área de trabajo esta delimitada entre las localidades de Teniente Origone y Villalonga, en sentido norte-sur, y entre el meridiano V, en el oeste, y el mar, en el extremo este.

* "Es un 'ecotono' geográfico; es decir, una zona de transición entre el sector norpatagónico y la región pampeana. Parece que ha tenido influencia sobre las poblaciones indígenas que habitaron el área, y creemos que podría ser una especie de ecotono cultural donde se produjeron diferentes tipos de adaptaciones y contactos entre poblaciones de la Patagonia y la región pampeana", aseguró Martínez.

* Martínez ya estuvo en Paso Alsina a fines de 2001 y principios de 2002, tras escuchar noticias de que habían sido vistas manifestaciones indígenas como puntas de flechas y restos óseos humanos. En aquella oportunidad no descubrió nada.

* El sitio en el que sí se hallaron restos fue descubierto por Néstor Ferragutti, quien dio aviso al encargado de la estancia, Ariel Varela. Este se comunicó inmediatamente con Martínez, quien unas semanas más tarde se dirigió al lugar.

* "El hecho de que nos avisaran inmediatamente del hallazgo es destacable, ya que este tipo de conductas hacen que los arqueólogos podamos tomar cartas en el asunto rápidamente", indicó.

* "Así, interrumpimos el proceso de destrucción y pérdida de los artefactos y restos óseos, a la vez que protegemos el patrimonio cultural del área", destacó Martínez, quien se mostró muy agradecido con el apoyo recibido de la gente de la estancia, además del de su dueño, Oscar Jaratz.
 

Otros hallazgos importantes

Otro de los sitios importantes con entierros humanos es el sitio La Petrona, también ubicado en el sur bonaerense. Aquí se hallaron dos entierros primarios y dos secundarios y los fechados, efectuados con carbono 14, indican que estas inhumaciones datan de entre 500 y 300 años AP.

En otros sitios, como en el Paraje El Tigre, se encontraron puntas de proyectil de piedra, cerámica y restos de animales y peces con evidencias de consumo humano fechados entre 1.500 y 2 mil años AP, mientras que en el sitio La Primavera, en colaboración con la arqueóloga Cristina Bayón (de la UNS), se detectó un entierro primario que data de 2.800 años AP.

En el sitio Loma Ruiz, a 5 kilómetros de Mayor Buratovich, se hallaron fragmentos de cerámica, artefactos de piedra y huesos de animales (guanaco) con rastros de consumo humano entre 1.600 y 1.900 años AP.

"Lo interesante de esta zona es que estamos viendo un asentamiento complejo, porque encontramos campamentos base en los que se realizaban distintas tareas, como confección de puntas de flechas y cerámicas, y se consumían guanacos, ñandúes y algunos peces", explicó el arqueólogo.

Además, el hallazgo de las áreas de entierro muestra la existencia de otros sitios arqueológicos ligados a otra esfera diferente de la subsistencia: las prácticas funerarias.

Los descubrimientos que se vienen sucediendo desde el inicio del programa, en el año 2001, ya permiten a los arqueólogos realizar hipótesis sobre los modos de vida de estos grupos aborígenes, de su existencia y de sus hábitos alimentarios (consumo).

"También trabajaban bastantes artefactos tallados en piedra, con rocas tanto del lugar como alóctonas, lo que nos permite ver aspectos de su cultura material en lo que tiene que ver con la producción de sus artefactos y sus instrumentos, además de prácticas mortuorias. Y todo esto lo vemos en un corte temporal que involucra los últimos 3 mil años AP", manifestó Martínez.

El arqueólogo también reconoció que es posible que hacia el 1.000 AP se diera un cambio, dentro de estas culturas, hacia sociedades un poco más sedentarias que permanecieran más tiempo en un lugar y cuya movilidad fuera menor.
 

Lo que viene

El futuro, para el arqueólogo, implica estudiar los restos óseos humanos que encontró en el sitio Paso Alsina, dentro de las instalaciones del departamento de Arqueología de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNC en Olavarría.

"Trataremos de recomponer los huesos en lo que tiene que ver con su conservación, para que no se deterioren, y también trataremos de determinar de qué huesos se trata, además del sexo y la edad de los individuos representados en los entierros secundarios", indicó.

Los trabajos de campo continuarán en septiembre y, si lo que hallen en esa ocasión amerita otras campañas, seguirán trabajando.

"Lamentablemente, estos 15 días fueron insuficientes para tener un diagnóstico completo del sitio arqueológico. La de septiembre será una campaña más larga y obtendremos una imagen más completa", consignó el profesional.
 

¿De qué aborígenes se trata?

Según Martínez, es muy difícil saber, desde el punto de vista arqueológico, qué tipo de poblaciones había en esta zona. "Los relatos de los cronistas demuestran un panorama etnográfico complejo, porque están las denominaciones indígenas y, por otro, están las denominaciones de ciertas etnias, dadas por españoles, criollos o por otras sociedades indígenas, lo que dificulta el rastreo", subrayó.
 
 

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