Jóvenes son
más tolerantes
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¿Qué
se entiende por intolerancia? Los
especialistas la definen como una
disposición cultural de las personas
a rechazar, en cualquiera de sus formas,
la diversidad sociocultural. Por lo
mismo, quienes son intolerantes están
de acuerdo en restringir o controlar
el ejercicio de la autonomía de las
personas en sus maneras de vivir,
de pensar o sentir.
La
discriminación es entendida como la
disposición cultural a considerar
desiguales los derechos de los otros,
basándose en criterios tales como
la raza, la edad, el grupo socioeconómico,
el sexo, entre otros.
DATOS
De
acuerdo a la encuesta, en Temuco un
54% de las personas manifiesta actitudes
favorables a la tolerancia, pero sólo
el 32% es decididamente tolerante.
En tanto, los intolerantes suman un
46%, y un 18% los altamente intolerantes.
En
cuanto a discriminación, una mayoría
no manifiesta disposiciones abiertamente
discriminatorias 76,2% y una proporción
importante la rechaza decididamente,
38,6%. Sólo un 24,8% manifiesta actitudes
discriminatorias.
CATEGORIAS
Considerando
algunas categorías, la encuesta confirma
la teoría que los jóvenes, independientemente
de su sexo o condición social, son
más tolerantes que los adultos. Es
más, los grados de intolerancia aumentan
con la edad.
La
educación también está asociada con
la tolerancia, pues a mayor educación
mayor disposición a aceptar y respetar
las diferencias.
Otro
dato revelador señala que los grupos
medios y altos son más tolerantes
que los grupos bajos. Esto se relaciona
con la mayor educación e integración
social de los grupos altos que, por
lo tanto, pueden sentirse menos vulnerables
a las amenazas de lo diferente. Ellos
tienen menos prejuicios negativos
que los medios y éstos que los grupos
bajos.
El
estudio da cuenta, finalmente, que
existe una clara correlación entre
tolerancia y preferencias políticas:
mientras más a la izquierda se sitúe
una persona más probabilidades que
tenga actitudes tolerantes, e inversamente,
mientras más a la derecha, más intolerante.
Datos
que nos sacan las máscaras
Temuco
es una ciudad con altos grados de
clasismo. La encuesta revela que la
discriminación de clase se da en un
36%. Esto se devela claramente con
el apoyo formulado a afirmaciones
clasistas.
Por
ejemplo, más de un 40% de los encuestados
se muestra de acuerdo con la afirmación:
"los pobres son pobres porque no se
han esforzado en dejar de serlo";
mientras que un porcentaje similar
se muestra de acuerdo en que los empleadores
pregunten el lugar de residencia de
los postulantes porque existen sectores
donde "hay delincuentes y drogadictos".
Del
mismo modo, ante la afirmación "las
desigualdades sociales son necesarias
para el funcionamiento de la economía",
más del un 50% de los temuquenses
señalaron estar de acuerdo con la
frase.
Si
el clasismo es claro, el racismo hacia
los pueblos originarios no es menor,
ya que alcanza un 23% en la capital
de La Araucanía, un porcentaje cualitativamente
alto según los especialistas. El ejemplo
lo devela el que un tercio de los
encuestados se mostró de acuerdo en
la frase: "Por sus características
raciales los indígenas tendrán siempre
una limitación social".
HOMOFOBIA
En
Temuco, el prejuicio homofóbico llega
al 57%, es decir la predisposición
al rechazo a los homosexuales. En
cuanto a los rangos extremos -expresivos
de mayor intolerancia y discriminación-
son del orden del 16%.
Por
ejemplo, un 44% de los encuestados
señaló estar de acuerdo en que a los
homosexuales no se les debe permitir
ser profesores de colegios, y cerca
del 50% en que los especialistas deberían
buscar la causa de la homosexualidad
"para que no sigan naciendo", como
lo explicitaba la frase de la encuesta.
SEXISMO
Los
temuquenses se muestran en un 19%
tendientes al sexismo, lo que se refleja
en la aceptación de restricciones
a derechos de las mujeres por su condición
de tales. Ante la afirmación "Salvo
excepciones, las mujeres tienen menos
capacidad que los hombres para desarrollar
cargos de alta responsabilidad", un
21% dice estar de acuerdo, mientras
que un 70% no lo aprueba.
Al
mismo tiempo un 37% responde afirmativamente
a la frase "Es normal que los hombres
ganen más dinero que las mujeres pues
tienen una familia que mantener",
mientras que un 62% lo rechaza.
Es
más, más de un tercio, algo más del
32%, considera que "Un colegio adecuado
para las niñas es aquel donde pueden
aprender correctamente sus roles de
madre y esposa".
AUTORITARISMO
Las
inclinaciones favorables a considerar
la sumisión a la autoridad como un
valor, acompañada de agresividad autoritaria
alcanza niveles altos en la población
estudiada. La disposición favorable
al comportamiento autoritario es del
orden del 65% en Temuco y los rangos
extremos de mayor autoritarismo llegan
al 35%.
Así,
casi el 80% de los temuquenses está
de acuerdo en que "La obediencia y
el respeto a la autoridad son las
primeras virtudes que hay que enseñar
a los niños"; el 75% apoya la idea
que "lo que necesita la juventud es
autoridad, determinación y voluntad
de trabajar y luchar por la familia
y la patria"; el 68% sostiene que
"para que hagamos bien nuestro trabajo,
es necesario que patrones y jefes
nos indiquen cuidadosa y exactamente
qué es lo que debemos hacer y cómo"
DOGMATISMO
En
cuanto al dogmatismo, éste alcanza
niveles altos del orden del 49% en
las tres ciudades estudiadas, pero
los rangos extremos -expresivos de
mayor dogmatismo- se da en Temuco
en un 27%.
Esto
se advierte en forma clara cuando
un 47% de los encuestados se muestra
de acuerdo en que "un libro que contiene
ideas políticas erróneas debe ser
retirado de las librerías"; cuando
un 55% apoya la idea que "deben existir
personas que censuren lo que sale
en televisión, pues no se pueden difundir
valores equivocados".
Finalmente,
en cuanto a tolerancia religiosa,
se advierte un porcentaje medio-alto
de personas que rechazan las religiones
minoritarias, a los indiferentes y
ateos, al tiempo que aceptan el rol
tutelar de la religión en el Estado.
En
Temuco la aceptación de la intolerancia
religiosa llega al 41%, de ese porcentaje
y un ejemplo de ello es que casi un
tercio de los encuestados apoya la
afirmación que señala que "una persona
atea es menos confiable que una que
profesa una religión".
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Temuco es clasista
y homofóbico
Sixta Liempi y Ana Millanao,
sufrieron la discriminación y hoy luchan por
erradicarla.
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Texto: Pilar Reyes Villablanca.
Fotos: Osdcar Ravanal. Marcelo Larenas.
Una mujer joven, embarazada
y vestida en forma sencilla, entró a una farmacia en el centro
de Temuco a comprar una buena crema para proteger la piel
de su abdomen. La vendedora, tras mirarla de reojo, eligió
el producto más barato y de una calidad discutible. La clienta
insistió en una crema especial, pero la vendedora le advirtió
que eran demasiado caras, sin dejar de observar su vestimenta.
Molesta, la mujer le exigió que le mostrara las mejores cremas,
sin importar su precio, que ella elegiría. En su fuero interno
supo que la habían tratado mal por su apariencia.
En una villa del sector
oriente de Temuco un grupo de vecinos decidió adoptar medidas
para evitar robos. Uno de ellos sugirió que se prohibiera
que vendedores, trabajadores y personas ajenas al barrio circularan
por las calles. Sólo dos vecinas, más allá de las necesidades
de seguridad en su sector, defendieron el derecho de cualquier
persona a transitar por las veredas.
Hace algunos años, durante
la noche una pandilla de jóvenes perfectamente organizados
y armados atacó con linchacos y palos a un grupo de travestis
en la Plaza Teodoro Schmidt, dejándolos malheridos. No hubo
provocación, ni riña. Fue un acto movido por la homofobia.
INTOLERANCIA
Las situaciones descritas
son reales, ejemplos al azar de actitudes que hablan de rasgos
discriminatorios cada vez más acendrados en la sociedad chilena.
Nuestra ciudad no escapa a esta realidad y hoy aparece como
una de las más intolerantes de Chile.
Es lo que revela una encuesta
realizada en marzo de este año sobre Tolerancia y no Discriminación,
encargada por la División de Organizaciones Sociales del Ministerio
Secretaría General de Gobierno y que cubrió las ciudades de
Santiago, Temuco e Iquique.
Se entrevistó a 1.400 personas,
de ambos sexos, mayores de 17 años y de distintos sectores
sociales. En Temuco la muestra bordeó las 400 personas quienes
respondieron a una serie de preguntas que dieron cuenta de
sus actitudes hacia los pueblos originarios, mujeres, homosexuales,
pobres, judíos, entre otros.
Los datos más relevantes
arrojados por la encuesta revelan que en la capital regional
el rechazo a la homosexualidad alcanzó el 57% en relación
a un 56% de Santiago y un 46% de Iquique. El racismo dirigido
a los pueblos originarios fue de 23% en Temuco, 24% en Santiago
y 27% en Iquique.
En cuanto al clasismo,
este se empina sobre el 40% en la capital regional.
La xenofobia, dirigida
a grupos peruanos, es mayoritaria en Santiago, con 53%, en
Iquique arrojó 46% y en Temuco un 41%.
Clasismo puertas adentro
* Jóvenes mapuches, en
su mayoría, han sentido la discriminación...
Llegan desde Galvarino,
Los Laureles, Puerto Domínguez, de los pueblos más chicos
o de alguna comunidad rural. Cargan un bolso y buscan trabajo
en alguna casa particular. La mayoría no terminó sus estudios
y habitualmente el dinero que ganan lo entregarán a sus familias.
Son jóvenes mapuches y
en su mayoría han sentido la discriminación y el rechazo por
su condición de indígenas.
Sixta Liempi y Ana Millanao,
dirigentas de la Asociación de Trabajadoras de Casa Particular
saben que es así y lo corroboran con su propia experiencia
y con quienes día a día acogen en su organización.
"La primera vez que salí
a trabajar tenía 16 años, me costó aprender, y había que aguantar
todo. Hoy las cosas no han cambiado, las niñas del campo son
muy tímidas y existe maltrato. Yo sé de personas que ganan
40 mil pesos mensuales puertas adentro. Es peor cuando la
persona es mapuche, porque vienen del campo, tienen poca educación,
no se saben desenvolver y se les mira en menos. Conozco a
una mujer que ha trabajado 28 años en una casa y todavía le
dicen "esta india", y ella aguanta porque dice dónde voy a
encontrar trabajo a esta edad".
La dirigenta señala que
las jóvenes están dispuestas a aceptar todo porque en muchos
casos sus familias dependen de lo que ellas ganen.
MAS LEJOS
Otras se atreven a irse
lejos, a Santiago, donde el trato es mejor, y el sueldo es
más alto, pero las jornadas son muy largas. "Yo tengo una
hermana que trabaja desde las 6.30 de la mañana a las 11.30
ó un cuarto para las 12... pagarán mejor pero es mucho".
Ana Millanao trabajó como
"nana" a los 18 años, luego estudió contabilidad, pero hoy
se vio en la necesidad de volver a trabajar en una casa particular.
Afirma que sus actuales empleadores son comprensivos e incluso
le permiten estudiar, sin embargo recuerda que antes vivió
malas experiencias. "Por malos tratos me tuve que ir de varios
trabajos. En una ocasión me dieron un portazo, me sentí muy
mal pero me dije que eso no podía ser siempre y no me desanimé".
Ana señala que es común
que las "nanas" duerman 5 a 6 horas, los feriados no se respetan
aunque se trabaje puertas afuera. "Cuando una nana es mapuche
es peor porque las personas de campo por lo general aceptan
todo tipo de condiciones. Las de pueblo se enfrentan a sus
empleadores, porque saben más de sus derechos. Conocí a una
niña que estuvo 10 años en una casa, sin imposiciones. A ella
la veían, no sé, como un estropajo que sólo servía para limpiar,
incluso los niños la insultaban sin que los adultos lo impidieran".
DERECHOS
Ambas dirigentas admiten
que esta situación ha ido cambiando poco a poco, y muchos
empleadores hoy entienden y apoyan a las niñas que desean
superarse y estudiar. Pero son excepciones.
Conscientes de su realidad
como trabajadoras Sixta y Ana están empeñadas en fortalecer
su organización, cuya tarea principal es difundir los derechos
y deberes laborales, promover la capacitación y la formación
personal.
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