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Viernes 12 de septiembre de 2008
Señor Director:
Comprender la Araucanía implica considerar tres razones:
a) Históricas: la guerra contra los mapuches derivó en un "pacto
colonial" y en una "política de parlamentos" (siglos XVII y XVIII),
que trajo estabilidad económica y tranquilidad al país. En la
Independencia, las autoridades chilenas e indígenas negociaron el nuevo
escenario político y económico a través de la ley "reduccional" de
1866, que permitió el reconocimiento parcial de las tierras mapuches
(sólo medio millón de hectáreas). En el siglo XX, la expoliación
de las tierras reduccionales por particulares obligó a un nuevo "pacto" en
el que los diputados mapuches y el ministro Venancio Coñuepán
lograron crear la Dirección de Asuntos Indígenas (Dasin), institución
del Estado, dirigida por mapuches, para velar por el desarrollo de las comunidades.
La actual Conadi no es más que su prolongación.
b) Antropológicas: los pactos enunciados son entendidos por los mapuches
como pactos de sociedad (relaciones entre iguales) y no de sumisión.
Esto se une a que su existencia se basa en relaciones parentales (kupalme)
y territoriales (tuwun), en una identidad (mapuche, gente de la tierra) y en
sus organizaciones políticas.
c) Legales: la dirigencia mapuche conoce los instrumentos jurídicos
internacionales (Convenio 169, Declaración de las Naciones Unidas sobre
los Derechos de los Pueblos Indígenas) que permiten su reconocimiento
como pueblo, y por eso sus demandas adquieren un sentido "etnonacionalista" inédito.
Estas razones y no los fantasmas y chivos expiatorios invocados por el señor
Villalobos explican la situación en la Araucanía. Si aceptáramos
su lógica, la solución sería fácil: cerrar las
carreras de antropología, censurar periodistas y exiliar políticos,
en vez de un diálogo reflexivo que permita escuchar al "otro" y aceptar
su ineludible imbricación en el nosotros.
DR. ROLF FOERSTER
DRA. SONIA MONTECINO
Profesores Departamento de Antropología
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Chile