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1. Por la gracia del Señor, ha terminado el ayuno que realizaba
la Srta. Patricia Troncoso, acogiendo una invitación que le han
formulado amplios sectores de la comunidad nacional y varios obispos
a apreciar el valor de la vida como un don maravilloso y deponer su huelga
de hambre.
2. En una carta que le envié hace unos días y que se
encuentra disponible en el sitio web Iglesia.cl,
le he expresado a Patricia que su esfuerzo no ha sido en vano porque
el tema mapuche se ha instalado en la sociedad chilena. No es un tema
de fácil resolución, pero la Iglesia compromete su palabra
y su acción para que lo podamos abordar como sociedad en su conjunto.
3. Hemos dialogado con altas autoridades del Gobierno, que han manifestado
en las últimas horas su disposición a concederle a Patricia
los beneficios que ha solicitado, para sí misma y para otras dos
personas -don Juan Millalen y don Jaime Marileo- a través de este
obispo.
4. Las gestiones que he realizado han sido motivadas por nuestro inclaudicable
compromiso en favor de la vida, frente a la situación que ha vivido
Patricia Troncoso en los últimos meses. Pero también expresan
la necesidad de una solución profunda a la situación del
pueblo mapuche, que requiere respeto y diálogo, como hemos expresado
recientemente en nuestra declaración “La Paz en la Araucanía,
fruto de la Justicia”.
5. Hacia estas decisiones de fondo han apuntado las gestiones realizadas
por mis hermanos obispos Manuel Camilo Vial, Ricardo Ezzati, Sixto Parzinger
y Carlos Pellegrin. A ellos agradezco su colaboración y preocupación.
Una especial gratitud quiero expresar al P. Fernando Varas, capellán
del hospital de Chillán, por su acompañamiento pastoral
a la ayunante y su apoyo constante a mi labor de facilitador.
6. Agradezco públicamente a las autoridades de Gobierno con las
que hemos tomado contacto. En ellos hemos encontrado acogida y buena
voluntad para ayudar a superar esta situación particular. Esperamos
que el Comité Interministerial también pueda avanzar, con
la misma generosidad, en la resolución de las cuestiones de fondo
que este conflicto nos demanda a la sociedad chilena en su conjunto.
7. A todas las personas e instituciones directa o indirectamente involucrados
en este conflicto, les pido su mayor generosidad para evitar nuevas situaciones
de violencia. Cualquier polarización, lejos de procurar soluciones
y acuerdos, los entrampa.
8. A la Santísima Virgen María, madre de la vida, confiamos
estas intenciones, en especial las de nuestros pueblos originarios.
† Alejandro Goic Karmelic - Obispo de Rancagua
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile
Rancagua, 28 de enero de 2008