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2011-03-07 | Documentos de Trabajo | Mapuche

Libertad Mapuche en “el lugar hasta donde llega la tierra” (1881-1885)

Mapuche y Tewelche

El trabajo se detiene en los hechos anteriores a las rendiciones del Futra Lonko Sayweke y otros ñizol (principales) más o menos célebres, como Foyel o Inakayal, al frente de sus respectivas parcialidades. Destaca que los escenarios que albergaron los últimos conatos de Resistencia Armada Mapuche corresponden al centro y al oeste de las actuales provincias de Chubut y Río Negro, en ocasiones en coincidencia con las tierras que hoy ocupa la Compañía de Tierras Sud Argentina (Grupo Benetton). También establece que la presencia Mapuche en esas áreas es muy anterior a la "Conquista del Desierto" y que las relaciones entre Mapuche y Tewelche conocieron prolongados lapsos de fluidez e intercambio pacífico. Asimismo, pretende despejar equívocos sobre las identidades de ambos Pueblos y sobre la conducta que adoptaron algunas de sus autoridades originarias ante el avance de las tropas. Por último, esboza un intento de introducir nuevas perspectivas en la etnohistoria al reformular el significado de ciertos términos del Mapuzugun que hasta el momento se han traducido por lo menos, en forma no del todo exacta.




Saihueque: Inchiñ pewenchegeiñ apeimafiñ tufachi pu winka
“Los que somos Pewenche acabaremos con el extranjero” (inchiñ pewenchegeiñ apeimafiñ tufachi pu winka)


Por Adrián Moyano *

“Sólo recientemente los occidentales han advertido que lo que ellos dicen de la historia y las culturas de los pueblos ‘subordinados’ puede ser desmentido por esos mismos pueblos que hasta hace muy poco veían como todo, desde sus culturas y territorios hasta sus historias, era absorbido directamente por los grandes imperios y los discursos de sus diversas disciplinas”. Edward Said [1]

Fue en el centro y oeste de las actuales provincias argentinas de Chubut y Río Negro donde se desarrollaron los últimos intentos significativos de resistencia armada mapuche. La observación puede constatarse cuando se reconstruye el itinerario de las campañas que comandó el teniente coronel Lino Oris de Roa desde la segunda mitad de 1883. A partir de sus crónicas se advierte que las diversas comunidades que tenían como lonko a Sayweke, Foyel e Inakayal, entre otros, todavía permanecían en libertad en esas zonas cuatro años después de perpetrada la Campaña al Desierto propiamente dicha, que había liderado el general Julio Roca.
No está de más recordar que a pesar de las consideraciones oficiales y los comentarios periodísticos, no le alcanzó a los efectivos militares arribar a la confluencia de los ríos Limay y Neuquén para terminar con la oposición de las diversas parcialidades mapuche. Después de 1879 hicieron falta varias expediciones más para que la resistencia se agotara, entre ellas la que penetró por segunda vez en el actual territorio neuquino y la que condujo Conrado Villegas hasta el lago Nahuel Huapi.
En rigor, las comunidades pewenche que reconocían la guía de las autoridades originarias que se mencionaron, encontraron al sur del Limay momentáneo refugio ante el avance del ejército argentino porque para ellas esos campos no resultaban extraños, como se desprende del testimonio que dejó el viajero inglés George Musters, quien transitó por la región al acompañar partidas tewelche entre 1869 y 1870 [2]. En su periplo, el extranjero anotó la presencia de grupos a los que denominó araucanos, desde Esquel hacia el norte. En consecuencia, parece insólito que se afirme que el pueblo mapuche recién se instaló al interior de Patagonia con posterioridad a las incursiones militares de 1879 [3].
Quizá sea necesario detenerse en la manera en que los mapuche se piensan a sí mismos. Sobre el antiguo territorio ancestral o Wallmapu se distribuían diversas parcialidades o identidades territoriales. Antes de la incorporación a la soberanía argentina, vivían en libertad no sólo los pewenche, sino también los mamülche, rankülche, williche y chaziche. Además, en los momentos previos a la Pacificación de la Araucanía todavía mantenían su independencia los wenteche, nagche, también los williche, los lafkenche y los mismos pewenche [4]. Parece central tener en cuenta esta caracterización porque como bien se afirmó, “el tratar a las colectividades mapuches de ambos lados de la Cordillera como etnías diferentes no es el camino correcto en la búsqueda del conocimiento sobre su pasado. Es el manejo del concepto de identidad territorial, como instancia intermedia entre la comunidad y la nación originaria, lo que permitirá analizar debidamente las particularidades de cada unidad local y las de la cultura mapuche en su generalidad" [5].
Las alternativas de las campañas que llevó a cabo Oris de Roa “al interior del territorio patagónico” fueron rescatadas por Emilio Bidondo en ocasión del Congreso Nacional de Historia sobre la Conquista del Desierto, que se llevó a cabo en General Roca (Fiske Menuko) en coincidencia con el centenario de la incursión militar. Para su trabajo [6], se basó en los escritos que dejó el propio jefe.
Antes de partir el oficial suponía que Sayweke y su gente se encontraban “a unos seis días de marcha (40/45 leguas) al norte del río Chubut, a partir desde el punto en que el Senger desemboca en ese río (sic)”. Con relación a las órdenes que tenía, las tolderías del lonko “manzanero” se ubicaban al frente de la columna argentina, mientras que las parcialidades de Foyel e Inakayal quedarían a su izquierda, siempre según los informes anteriores al inicio de la marcha, que partió desde el remoto asentamiento de Puerto Deseado.
El 8 de agosto de 1883 el diminuto contingente –no superaba los 30 efectivos- alcanzó el Senguer “en más o menos la mitad de su curso”, 16 días después de abandonar la costa marítima. Durante las tareas de reconocimiento, los soldados consiguieron apresar a 32 “indios de lanza”, según la caracterización de la época, junto a cinco mujeres. Para Oris de Roa pertenecían a los grupos de Inakayal y Foyel, entre otros. También había “manzaneros”, es decir, gente de Sayweke. Nótese la magnitud de la diáspora mapuche.
Luego de recorrer durante 10 días la margen derecha del Senguer, los uniformados se toparon con la gente de un cacique de nombre Chacamatra, que no tuvo mayores inconvenientes en someterse porque ya había parlamentado con Vintter. Con posterioridad a este suceso, el teniente coronel se retiró hacia Rawson, distante sólo 18 leguas del punto más occidental que había tocado. Allí su superior le ordenó dirigirse al valle de Valcheta, en la actual jurisdicción de Río Negro. Hacia el 21 de octubre del mismo año, sus hombres se encontraron explorando los alrededores de Sierra Colorada, donde sólo hallaron rastros de “indios”, quienes según las estimaciones de los baquianos, habían pasado por allí un mes atrás aproximadamente. Reinició la marcha a fines de noviembre de 1883, ahora con claro rumbo oeste y con refuerzos que le permitieron incrementar su contingente a 140 hombres, entre ellos “indios” auxiliares. Pero como parte del camino ya había sido explorado, torció hacia el sudoeste para “batir los grandes paraderos de los indios, denominados Tromenieyo, Maquinchao, campos inmediatos y Yalalababat, en algunos de los cuales esperaba hallar a la tribu de Saihueque” [7].
Después de una travesía sin mayores alternativas, las tropas argentinas alcanzaron la margen izquierda del río Chubut el 7 de diciembre y acamparon para recuperarse del intenso calor. El expedicionario situó su vivac “en el paraje que se denomina Paso de la Concepción, distante 105 leguas de la desembocadura del río Chubut en el océano”, según Bidondo, 45 leguas al sudeste del Nahuel Huapi. Desde el sitio que actualmente se conoce como Paso de los Indios, iniciaron las columnas varias exploraciones que tuvieron como resultado la captura de varios prisioneros “procedentes de las tribus de Huichaimilla, Huenchunecul e Inacayal”. Después de los interrogatorios, Oris de Roa concluyó que a pocas jornadas de marcha y sobre las primeras estribaciones de la cordillera, situaba sus toldos el lonko que menciona en segundo término. Unas 20 leguas más al norte permanecía la gente de Kumilao, probablemente, en campos que hoy pertenecen a la Compañía de Tierras Sud Argentina. Se preocupó el teniente coronel, porque sus cautivos confesaron que los mapuche que se situaban al sur de Kumilao “se habían invitado recíprocamente con Saihueque que estaba en el Norte para unirse y pelear a las tropas hasta morir. Que la vigilancia que se tenía de los toldos era grande, y que de ellos nos se separaban los hombres más que en reducido número y por pocas horas para bolear, teniendo al propio tiempo el encargo de bombear campo y cortar rastros en todo rumbo” [8].
El oficial dispuso que se atacara a Kumilao y Wenchunekul pero advertidos, los mapuche se escabulleron y sólo dejaron en el campo unos pocos prisioneros. Subordinados de Oris de Roa encontraron un lago hasta entonces desconocido para los argentinos, al que rápidamente rebautizaron con el nombre del jefe: Vintter. Ese espejo de agua está varios kilómetros al sur de la actual localidad de Corcovado. Fue uno de aquellos cautivos el que legó un valioso testimonio, según el cual “hacía como un mes que en Schuniqueparia había tenido lugar un gran parlamento, al que concurrieron Inacayal, Foyel, Chagallo, Salvutia, Rayel, Nahuel, Pichi-Curuhuinca, Cumilao, Huichaimilla, Huenchunecul, Huicaleo y otros caciquillos en representación de sus tribus y Saihueque con todos sus capitanejos... Que en el parlamento se arribó a la conclusión de no entregarse ninguno a las fuerzas del Gobierno y de pelear hasta morir, debiendo prestarse recíproco apoyo las tribus entre sí... Que los tehuelches, cuyo número alcanzaría a unos 400 hombres, se hallan recostados, unos en el Alto Deseado y otros hacia el río Santa Cruz y que ninguno de los caciques había concurrido al parlamento” [9].
La aseveración anterior echa por tierra la suposición que hizo corriente determinada corriente de la investigación, según la cual los lonko mapuche Inakayal y Sayweke eran tewelche. Que entre sus mayores figurara -supuestamente- ascendencia günuna kuna es un ingrediente que no alcanza para soslayar su pertenencia al pueblo mapuche, en particular a la parcialidad pewenche, como se verá más adelante. El prisionero le transmitió con justeza a Oris de Roa que los tewelche no habían participado del trawün (parlamento). En ese aspecto no tenía por qué mentir y además, no podía avizorar las discusiones posteriores que con pretensiones académicas, les adjudicaron origen “argentino” a los tewelche y “chileno” a los mapuche.
Finalmente, el único entrevero tuvo lugar el primer día de enero a media tarde, sobre el río Senguer, a donde la columna había llegado bajo las presunciones del oficial. Según el militar, una fracción de sus subordinados enfrentó a un grupo de 300 hombres, 100 de los cuales portaban armas de fuego. Otra también fue atacada por un grupo de 60 weichafe [10]. Oris de Roa informa que fueron los mapuche quienes se retiraron. Llama la atención que pese a ese retroceso, fueran los efectivos del ejército quienes consideraran conveniente replegarse hacia el río Genoa primero, para luego continuar su marcha hacia la costa atlántica, en forma paralela al río Chubut. Allí finalizaron las incursiones “al interior del territorio patagónico”.
Como puede advertirse, lejos estuvo la campaña de finalizar con las hostilidades. En definitiva ni Sayweke, ni Inakayal ni Foyel habían capitulado, entonces Vintter consideró oportuno levantar un fortín con el ánimo de proteger a las colonias galesas de la costa atlántica. Varios meses después -octubre de 1884- los weichafe y kona que quedaban bajo la orientación de los dos inan lonko [11]se hicieron presentes ante las empalizadas de la fortificación, pero dudaron ante la presencia de efectivos que consideraron numerosos. Finalmente, el combate tuvo lugar el 18 de ese mes en cercanías del río Genoa y según fuentes militares, terminó con el desbande de los mapuche, quienes dejaron en el campo 30 caídos [12].
Para capturar al líder “manzanero” se pusieron en marcha otras tres columnas argentinas, las que para su alivio no tuvieron necesidad de entrar en nuevos combates. El futra lonko se presentó el 1ro. de enero de 1885 en Junín de los Andes, por entonces un fuerte. Lo acompañaban 700 hombres en condiciones de guerrear, además de 2.500 mujeres, niños y ancianos. Pertenecían a las comunidades de Inakayal, Wenchunekul, Nawel, Pichi Kurruwinka, Kumilao y Foyel, entre otros. Su rendición es considerada como el fin de la resistencia armada del pueblo mapuche.

Dos pueblos distintos

Prácticamente 15 años antes de ese hecho, se había desarrollado en la ruka de Sayweke un singular parlamento, del que habían tomado parte los dueños de casa y las parcialidades de Inakayal y Foyel, junto a otras. También estuvieron presentes durante aquellas jornadas del otoño de 1870 representaciones tewelche, entre las que llamaba la atención la participación de un extranjero, precisamente el inglés Musters.
Como se sabe, el marino había iniciado su travesía en Punta Arenas y en la isla Pavón se sumó a grupos tewelche que tenían previsto viajar al norte para parlamentar con los araucanos –según su terminología- y aprovisionarse en Carmen de Patagones, por entonces la población argentina de relativa importancia más austral. No viene al caso reconstruir todo su itinerario, pero sí señalar que después de mucho andar se toparon con el primer grupo de mapuche en un sitio que el geógrafo Rey Balmaceda situó en coincidencia con el emplazamiento del actual aeropuerto de Esquel [13]. El lonko de estas comunidades era Kintuwal. Por entonces, corría enero de 1870. De las descripciones del viajero se desprende claramente que a pesar de la existencia de varias relaciones familiares entre mapuche y tewelche se trataba de dos pueblos distintos, que hablaban en idiomas diversos, se vestían de otra manera y llevaban a cabo otras prácticas económicas, entre más rasgos diferenciadores. Además y pese a la presencia de suspicacias y mutuos recelos, el tono general de las relaciones era de cordialidad y respeto. A tal punto Kintuwal y su gente eran mapuche, que días después del encuentro llegó un werken que provenía de los toldos de Foyel. El mensajero traía un encargo del mismísimo Kalfükura, quien invitaba a sus distantes hermanos a guerrear contra Buenos Aires. Musters consideró oportuno reproducir literalmente la invitación: “Tengo el caballo pronto, el pie en el estribo y la lanza en la mano, y voy a hacer la guerra a los cristianos, que me tienen cansado con su falsía”. La gente de Kintuwal no aceptó el convite pero su propia formulación alcanza para ilustrar qué tan aceitado era el mecanismo de las comunicaciones entre las distintas identidades del pueblo mapuche. Además, no sabemos qué rastrilladas recorrió el emisario, pero si calculamos que entre la ruka del mítico futra lonko y latitudes tan australes median más de 1.000 kilómetros, hay que suponer que semejante periplo sólo pudo realizarse gracias al respaldo logístico de las comunidades que el jinete encontraba a su paso.
Con posterioridad, la partida conjunta acordó continuar en dirección a Las Manzanas y cruzó el río Chubut al noreste del actual caserío de Leleque, escenario del conflicto todavía sin resolver entre la Compañía de Tierras Sud Argentina SA y las comunidades que se asientan en esa zona. A comienzos de marzo se toparon con mensajeros que llegaban desde la ruka de Sayweke (Cheoeque decía Musters), quienes traían consigo manzanas como presente. A través de sus emisarios, el futra lonko se disculpaba porque no dispondría de muchos kona para salir a recibir a los viajeros, ya que la mayoría de su gente estaba atareada recogiendo manzanas y piñones de pewen. Jornadas después, el contingente viajero se encontraría con las tolderías de Foyel, en un lugar al que Rey Balmaceda ubicó a orillas del arroyo Chenqueniyen o bien, en las márgenes de Las Bayas, en la actual jurisdicción de la provincia de Río Negro. Al relatar el primer encuentro entre el lonko y el tewelche Casimiro, el inglés escribió que hubo “una breve conferencia entre los dos caciques, aunque conviene recordarlo, ninguno de los dos podía entender el lenguaje del otro”. Resulta muy llamativo entonces que con posterioridad, se le haya atribuido identidad günuna kuna a Foyel porque supuestamente sus mayores pertenecían a ese pueblo. De hecho, al llevarse a cabo la ceremonia de encuentro, Kintuwal y Foyel formaron del mismo lado, el “araucano”.
A fines de marzo de 1870, los mapuche y los tewelche acampaban juntos donde hoy se levanta Pilcaniyeu, localidad que está rodeada por las posesiones del Grupo Benetton. Rey Balmaceda apunta que parcialidades de ambos pueblos tenían como costumbre reunirse allí en la misma época del año, es decir, a comienzos del otoño, por lo menos desde fechas contemporáneas a los viajes de Villarino (1783) y Menéndez (1793). A partir de este y otros datos, puede arriesgarse que la presencia mapuche al sur del Limay reconoce una antigüedad mayor a la que generalmente se da por sentada.
El parlamento al que concurrían Inakayal, Foyel, Kintuwal y el tewelche Casimiro tuvo lugar en el “campamento ancestral” de Sayweke, Musters dixit. Según el geógrafo al que estamos recurriendo, esos toldos se levantaban donde el valle del río Caleufu se cruza con las franjas de tierra que cruza el Collon Cura, en la actual provincia de Neuquén. De esta junta también participó gente pikunche, según observó el inglés. Durante su transcurso el futra lonko informó que tiempo antes había recibido a otras autoridades mapuche que habían llegado de la Araucanía y le habían solicitado ayuda en la guerra contra Chile. Anunció el “manzanero” que probablemente, enviaría una pequeña fuerza “para ayudar a sus paisanos”. Musters también consignó que a la hora de discutir sobre la invitación de Kalfükura, Sayweke consideró “más provechoso recibir las raciones anuales que saquear y desbaratar las colonias de Río Negro”. Por eso, el trawün resolvió solicitarle al lonko de Salinas Grandes que limitara su revancha a Bahía Blanca. Sus participantes le mandaron decir que en caso de necesidad, ellos protegerían Carmen de Patagones.
He aquí varias aseveraciones de importancia. Para estos momentos, la alianza que mantenían los wenteche y los pewenche databa de al menos, una década y media. La había impulsado por el lado wenteche el futra lonko Magin, padre de Kilapan. Este ahijado de Kalfükura es considerado por los historiadores chilenos como el último gran toki del pueblo mapuche. Seguramente fue él quien ante la ofensiva chilena de 1869 envió sus werken al otro lado de la cordillera para solicitar la colaboración militar no sólo de Sayweke sino también de Purran, que vivía al norte del “País de las Manzanas”. De ese entendimiento también participaba Salinas Grandes y de hecho, consta en las crónicas periodísticas de la época la presencia de “indios argentinos” entre los jinetes que lideró Kilapan [14]. Musters explica que entre la gente de Sayweke también se aprobó marchar hacia al occidente de las montañas. ¿Por qué lo harían si se tratara de tierras extrañas y de pueblos ajenos, como se afirma en forma corriente? También hay que destacar que la negativa ante el ofrecimiento de Kalfükura no se funda en la supuesta pertenencia a etnias distintas y menos aún ante el carácter “chileno” o “argentino” de unos y otros, sino en cuestiones muy pragmáticas.

El testimonio de Pascual Koña

Existen otras referencias que permiten reafirmar la pertenencia al pueblo mapuche de las parcialidades de Sayweke, Foyel, Inakayal y otros lonko que tuvieron su tuwün (origen) en las actuales provincias de Neuquén, Río Negro o inclusive Chubut. Insistimos con estas aseveraciones no sólo ante la intención de adjudicarles identidad tewelche a estas y otras autoridades originarias, sino también porque se llegó a afirmar que al primero de los lonko “cabe reconocerle como mérito póstumo que en todo momento se sintió argentino, prefiriendo entregarse antes de huir a tierra extranjera” [15].
Es verdad que ante el fracaso de su política de convivencia pacífica con Buenos Aires, el lonko utilizó como recurso diplomático proclamarse “argentino”. Los efectivos nacionales ya habían entrado en Neuquén cuando en cartas que envió a los gobernantes, se calificó a sí mismo como titular del “gobierno aborigen argentino desde el Río Limay”. Afirmaba también para persuadirlos del ataque que “no era extraño de otro país, sino nacido en esta tierra y un argentino leal al gobierno”. Inferir desde estas líneas, seguramente escritas desde la desesperación, que el lonkopewenche, parece por lo menos desproporcionado. efectivamente se consideraba argentino en desmedro de su condición.
Esas misivas fueron redactadas en abril de 1881. Seis meses demoró Sayweke en comprender que de nada le valdría adoptar otra nacionalidad. En noviembre envió mensajeros a Gulumapu para invitar a sus hermanos a tomar parte de un futra malon. “A causa de esta gran aversión contra los huincas se complotaron en todas partes los indígenas para levantarse contra ellos. El primer impulso lo dieron los caciques pehuenches (argentinos) en un mensaje al chileno Neculmán de Boroa, con el contenido de que prepararan la guerra en Chile, así como ellos los caciques pehuenches, se alistaban en la Argentina. Además enviaron un cordón con nudos que indicaba cuándo estallaría el malón general” [16].
“Al llegar aquel mensajero, oriundo de los indígenas argentinos, avisó: ‘Me han mandado los caciques Chaihueque, Namuncura, Foyel y Ancatrir; me encargaron: ‘Vas a ver a los nobles de Chile’. Ese es el motivo de mi llegada. Por orden de mi cacique os digo, a los caciques chilenos, lo siguiente: ‘Hay, pues, los huincas; nosotros nos sublevaremos en contra de ellos; los indígenas argentinos acabaremos con los extranjeros; que ellos hagan otro tanto con los suyos, que los ataquen también; de mancomún vamos a guerrear contra ellos”. Esta es la transcripción que tomó el sacerdote que escuchó los relatos de Pascual Koña, a quien las editoriales “ascendieron” con el correr de los años a lonko. El viejo mapuche formuló su dictado casi 40 años después de los sucesos que describía y digamos al pasar que no sólo no tomó parte de esa gran sublevación, sino que empuñó su lanza del lado del ejército chileno. Así y todo su testimonio resulta de particular importancia porque originalmente estuvo formulado en mapuzugun. En la fonética que anotó quien lo escuchaba, Wilhelm de Moesbach, puede leerse “wene werkülparkei denu pu pewenche lonko Nekulmañ gulu-mapu lonko meu, Forowe melelu”, es decir, nada dice aquí de “argentinos” o “chilenos”. Simplemente se habla de pu pewenche lonko (los orientadores de la gente del pewen) y de Nekulman gulumapu lonko mew, Forowe melelu (el orientador Nekulman de la tierra donde se pone el Sol, que está en Forowe). En rigor, Koña jamás habló de indígenas “argentinos” o “chilenos”, sino de pu pewenche. Un ejemplo más: “Iñchin mai iñ pewenchegen apeimafi iñ tefachi pu winka”. “Nosotros los que somos pewenche acabaremos con el extranjero”, mandó decir Sayweke junto con Foyel y otros. Curiosa la interpretación posterior de Walther. En esta coyuntura histórica, el futra lonko consideraba extranjeros a los argentinos y también a los chilenos, nunca a los mapuche que habitaban del otro lado de la cordillera. Aquella tierra no era extranjera para él.
No fue precisamente un historiador amigo de los mapuche quien precisó que los pewenche “se distribuían territorialmente a ambos lados de la cordillera, transitaban por ella desde fines de la primavera a fines del otoño y ocupaban, en ese mismo período, algunos de sus valles y quebradas interiores. La presencia de ellos desde el Maule hasta la altura de Chillán era sólo esporádica y más bien constituía irrupciones de los que habitaban al otro lado de las montañas". Es decir, para la gente del pewen la cordillera no sólo jamás representó un obstáculo, más bien era su medio. El chileno Villalobos también sostuvo que "la existencia de los pehuenches al otro lado de la cordillera estuvo indisolublemente ligada a los que vivían aquende los Andes, reconociendo una perfecta unidad" [17].
El investigador argentino Walter Delrio coincide con esa apreciación, que es también la de los mapuche. El aporte de este historiador reviste importancia porque tuvo la oportunidad de llevar a cabo tareas de campo a uno y otro lado de la cordillera, para luego confrontar esos relatos con las fuentes históricas. “En primer lugar, desde el punto de vista de los antepasados mapuche -recontextualizado en las historias relatadas- se contempla aquel lugar de origen como un espacio sin fronteras internas, representando la unidad y la alianza indígena” [18]. Delrio desarrolló sus entrevistas en Colonia Cushamen (Chubut), pero también en las comunidades de Huanpoe, Loncofilo, Llafenco y Palguin, en la IX Región de la Araucanía. Aquel “lugar de origen” es el que argentinos y chilenos denominaban País de las Manzanas durante el siglo XIX.
Por otro lado, el historiador considera que de las crónicas que dejaron el sargento mayor Mariano Bejarano y el explorador Francisco Moreno, también se desprende que el cordón montañoso jamás fue considerado un límite para las comunidades pewenche, las que acostumbraban a desplazarse en forma corriente a través de los boquetes. Fueron los sucesivos gobiernos de Chile y Argentina con sus respectivos grupos de investigadores e historiadores, quienes institucionalizaron la noción de la cordillera como frontera. Antes, durante y después de las expediciones militares que ordenaron. Para los pewenche en particular y los mapuche en general “el espacio habitado y compartido en el cual fundaban sus sentidos de pertenencia no tenía sus límites en dicho cordón montañoso”, insiste Delrio.
Bejarano estuvo en estas latitudes en 1873 con el objeto de espiar a los futuros adversarios y para fiscalizar el cumplimiento de los tratados que varios de los lonko tenían firmados con las autoridades argentinas. Como resultado de sus observaciones, dibujó un croquis que comenta su itinerario. El militar no llegó a la cordillera, sólo la observó desde la distancia. Por eso se supone que para completar su esbozo, se valió de los informes de sus acompañantes mapuche. En sus dibujos, el volcán Villarica se sitúa al este de la línea de altas cumbres, muy cerca de las tolderías de los “manzaneros”. Según Delrio ese desplazamiento hacia el oriente desnuda el punto de vista de los informantes. “Para los grupos indígenas del País de las Manzanas el espacio habitado y compartido en el cual fundaban sus sentidos de pertenencia no tenía sus límites en el cordón principal de Los Andes. Las fronteras espaciales e identitarias incluían la vertiente occidental, donde estaban establecidas otras agrupaciones emparentadas, aliadas o simplemente donde ellos mismos iban a intercambiar productos o trasladar estacionalmente el ganado. Estos pasos cordilleranos conocidos también como pasos de Villarrica conectaban a los habitantes de un amplio territorio en el cual se establecían identidades comunes, relaciones de intercambio y parentesco”. Es Bejarano quien ordena los espacios territoriales según el discurso de los respectivos Estados y entonces sitúa una frontera –la argentino-chilena- sobre las cumbres montañosas e incluye a todo el País de las Manzanas al este de una línea que en rigor, todavía no existía. Por su parte, las crónicas de Moreno también evidencian la existencia una alianza de comunidades a la cual pertenecía Sayweke ya que fue en el curso de un futra trawün o gran parlamento que se resolvió negarle al explorador la posibilidad de cruzar la cordillera. En definitiva, para el ñizol lonko los territorios occidentales no eran “tierra extranjera” como pretendió Walther, ni extraños los mapuche que allí vivían.
En esta línea, cabe revisar ciertos vocablos del mapuzugun cuya traducción algo simplificada pudo dar origen a equívocos. En la actualidad e inclusive al interior del pueblo mapuche, se suele identificar al Puelmapu como territorio mapuche del este, en precisa coincidencia con las zonas que fueron usurpadas por la República Argentina. También se llama Gulumapu al territorio del oeste, que desde fines del siglo XIX está bajo jurisdicción chilena. Pero hete aquí que entre los mapuche parlantes no siempre se adjudica una absoluta correspondencia al puel con el este y al gulu con el oeste, como demostró José Ankan Jara. Este investigador reconstruyó en el curso de sus trabajos el itinerario del viaje que Koña llevó a cabo al Puelmapu (en su acepción más difundida), es decir, las regiones que ocupaban los mapuche inmediatamente antes de 1879 y que luego fueron anexadas a la soberanía de Buenos Aires [19]. Como resultado de las entrevistas que llevó a cabo en varios lofche (noción mapuche de comunidad), Ankan Jara halló que algunos ancianos se refieren a puel mapu como “lugar hasta donde llega la tierra. Si doy un paso más, piso el mar...” También le dijeron al estudioso que “puel es llegada, mapu es tierra... Donde llega la tierra dura, donde podemos pisar”. Desde estas perspectivas cabe preguntarse, quiénes serían efectivamente los famosos puelche del Nawel Wapi a los que hacían referencia las primerísimas crónicas. Quiénes aquellos puelche que según Alonso de Ercilla, formaron parte del ejército con que Kawpolikan enfrentó a los españoles... A la luz de estas traducciones, resulta imprecisa aquella asociación automática con la “gente del este”. Nótese además que tanto el poema épico del soldado español como el testimonio del capitán Juan Fernández –el primero que se refirió a los antiguos habitantes del gran lago- son muy tempranos, todavía no había comenzado el proceso al que denominan Araucanización de Pampa y Patagonia. ¿Serían los puelche la “gente de la tierra dura”, es decir, otra parcialidad mapuche en lugar de un pueblo distinto, como suponen buena parte de quienes detienen su mirada sobre estas materias?
Otros de los significados que aporta Ankan Jara pueden echar más luz sobre tantos claroscuros. Por ejemplo, para designar a las tierras que están detrás de la cordillera, los guluche se refieren a la wizuf mapu. Inclusive para una abuela mapuche que reside en la zona de Junín de los Andes, wizuf mapu es toda tierra que está detrás de un cerro. En este sentido, si la denominación puelche hubiera resultado de ubicaciones relativas, como generalmente se da por sentado, será más propio referirse a wizufche, gentilicio que en realidad no existe o por lo menos, no está difundido. Cuando el mismo Fernández remontó el río Puelo y se topó en una segunda maloca con dos indios “el uno Puelche, y el otro de la tierra adentro que tenia las narizes oradadas”, ¿por qué diferenció si los dos vivían al este de la cordillera? Esa discriminación suma a nuestra hipótesis, según la cual los puelche constituían otra parcialidad mapuche y no un pueblo distinto que habitaba detrás de las montañas. Del relato del expedicionario ibérico también resulta que ese puelche hablaba mapuzugun, porque se refiere “a los Guincas, que assi llaman a los Españoles” y le explica que “llamase esta tierra Tipayante, que quiere dezir nacimiento del Sol, y el Cazique della toma el mismo nombre”. Ese episodio tuvo lugar al sur del lago Puelo, bastante más abajo del río Limay.

Quién usurpa a quién

Sólo cuatro años después de la rendición mapuche se conformó la Argentina Southern Land Company, la primera en reconocer como objeto específico de su accionar la adquisición de tierras en Patagonia [20]. Nació durante el auge de las inversiones que desde la City de Londres se dirigían hacia la Argentina. Por entonces, la presidencia de Juárez Celman procuraba paliar sus serios inconvenientes presupuestarios a través de una enajenación en gran escala de las tierras que menos de un lustro antes, la República Argentina le había arrebatado al pueblo mapuche y también al tewelche.
La Compañía de Tierras Sud Argentina adquirió concesiones por 298 leguas cuadradas en los actuales territorios de Chubut y Río Negro, de acuerdo a la Ley Avellaneda (1876). Con posteriores movimientos superó el máximo que preveía esa ley, que estaba fijado en 80.000 hectáreas. Para sortear ese inconveniente, bajo la gestión directa del presidente se amplió el cupo a 360.000 hectáreas mediante la utilización provisoria de otras denominaciones, como Chubut Company Ltd. Más tarde, una vez adjudicados los campos fueron transferidos a la “Compañía”, como hoy se la denomina en los parajes vecinos. “Esta forma de acumular extensiones mayores que las permitidas por la ley no era sin duda infrecuente en el período, y en general se realizaba con la connivencia de las autoridades argentinas, como lo señala la Investigación Parlamentaria sobre concesiones de tierras en Patagonia realizada en 1911 [21].
Como se sabe, en 1991 la CTSA fue adquirida por la corporación Benetton, trasnacional que tiene su sede en Italia. En 2002 se desató un conflicto que todavía perdura entre el grupo empresarial y un sector del pueblo mapuche, que recibió en repetidas oportunidades la solidaridad de sus hermanos de todas latitudes. En una de las alternativas del diferendo, un portavoz de la “Compañía” no tuvo mejor idea que disimular su accionar –demanda de desalojo, denuncia penal por usurpación- caracterizando de invasores a los mapuche, quienes le habrían quitado sus tierras originales a los tewelche. Puede encontrarse un argumento similar en un dictamen relativamente reciente que el asesor legal de la Municipalidad de Lago Puelo emitió para oponerse a la titularización de tierras que reclaman familias mapuche. Éstas residen allí hace varias generaciones. En verdad, la noción que identifica hasta de manera grosera a los mapuche con los chilenos no tiene nada de inocente. En el predio Santa Rosa son 545 las hectáreas en disputa, en Lago Puelo ascienden a 674. Nótese qué importante es el grado de operatividad política que adquirió el pensamiento autor de aquella hipótesis, jamás probada con suficiencia y afortunadamente en la actualidad, en franca retirada.
El vistazo que hemos echado sobre los últimos momentos de vida mapuche independiente no sólo no corrobora la aseveración del directivo de Benetton, más bien marcha en sentido contrario. Por otro lado, durante el año que Musters convivió con los tewelche de Casimiro, jamás escuchó relato alguno sobre la pretendida usurpación mapuche ni muchos menos sobre esa supuesta hegemonía militar. Es más, el inglés menciona una conversación con Hinchel, uno de sus compañeros de travesía. Éste le contó que “muchos años antes, aquel lugar [22] había sido teatro de una gran batalla entre los tehuelches y los manzanares, en la que él, aunque sólo era un muchacho entonces, había sido volteado por una bola perdida y había recibido un lanzazo estando en el suelo; esa batalla había terminado con la victoria de los tehuelches”. Es decir, los supuestos usurpados también conocieron momentos de supremacía en las armas. El relato que aportamos evidencia quiénes fueron los reales usurpadores y cuáles los beneficiarios de esa apropiación territorial.

Notas

* Licenciado en Ciencias Políticas, especialización en Relaciones Internacionales. Periodista. Autor del libro "Crónicas de la Resistencia Mapuche".
[1] “Cultura e imperialismo”, Edward Said. Anagrama. Colección Argumentos. Barcelona. 1996.
[2] “Vida entre los patagones”, George Chaworth Musters. Editorial Solar. Buenos Aires. 1964.
[3] “Araucanos o mapuches en la Patagonia”, Rodolfo Casamiquela. Diario “Río Negro”, 13 de abril de 1998.
[4] Equipo de Educación Mapuche Mapuncezugulekayayiñ (seguiremos hablando el idioma de la tierra). “Wiñoy xipantu. Año nuevo en el territorio ancestral mapuche”. Folleto. Neuquén. 1998.
[5] "Migraciones y contactos entre los pueblos originarios de Chile y Argentina en el período prehispánico y en los siglo XVI y XVII”, Carlos Ruiz Rodríguez, Universidad de Santiago de Chile. Trabajo que formó parte de la investigación "Población indígena de Chile central: asentamientos, poblaciones, cacicazgos y aculturación (siglos XVI-XIX)"
[6] “Exploraciones al interior del territorio patagónico. Campaña del teniente coronel Lino Oris de Roa 1883-1884”, Emilio Bidondo. Congreso Nacional de Historia sobre la Conquista del Desierto. Tomo II. Academia Nacional de la Historia. Buenos Aires. 1980.
[7] “Memoria” del Ministerio de Guerra y Marina presentada al Congreso de la Nación por Benjamín Victorica en 1884. Citado por Bidondo en “Exploraciones...”.
[8] Ibídem.
[9] Ibídem.
[10] Según establece la memoria histórica de los mapuche, el weichafe era quien dentro de su organización social desempeñaba el rol de guerrero. No sólo se preocupaba por los aspectos específicamente militares de los enfrentamientos, sino también por cuestiones de retaguardia. En el momento histórico en que nos detenemos, cuando ya había certidumbre sobre la inminente derrota, el weichafe analizaba por ejemplo quiénes se harían cargo de los huérfanos que dejaría el próximo entrevero (charla entre Mauro Millán, werken de la Organización Mapuche Tehuelche “11 de Octubre”, y el autor). Sin embargo, fue la voz kona la que se difundió como sinónimo de combatiente. Gracias a que la memoria histórica mapuche está viva y en reconstrucción, hoy sabemos que “en tiempos antiguos, aquellos jóvenes mapuche encargados de atender las necesidades de las comunidades y sus familias, acompañar a los lonko y apoyarlos en sus labores cotidianas, eran conocidos como kona”. (“Los jóvenes kona de Neuquén”, por Pedro Cayuqueo. En Periódico Mapuche Azkintuwe, Temuko. Año 1. Nro. 11. Diciembre de 2004). Puede adivinarse que ante las invasiones sucesivas de españoles, chilenos y argentinos, los kona tuvieron que convertirse en guerreros. En la actualidad, la Coordinadora de Organizaciones Mapuche de Neuquén reivindica la función del kona como “servidor” para su pueblo.
[11] Inan lonko: el que le sigue al lonko. Respecto del ñizol lonko Sayweke, Foyel e Inakayal eran inan lonko.
[12] Juan Carlos Walther, “La conquista del desierto. Síntesis histórica de los principales sucesos ocurridos y operaciones militares realizadas en la Pampa y Patagonia contra los indios (1527-1885). EUDEBA. 1970.
[13] Ibídem nota 1.
[14] José Bengoa, “Historia del pueblo mapuche. Siglo XIX y XX”. Editorial Lom, Santiago de Chile (2000).
[15] Juan Carlos Walther, “La Conquista del Desierto”.
[16] “Lonco Pascual Coña ñi tuculpazugun. Testimonio de un cacique mapuche”. Pascual Coña, texto dictado al padre Ernesto Wilhelm de Moesbach. Pehuén Editores (1984).
[17] Sergio Villalobos, “Los pehuenches en la vida fronteriza". Ediciones Universidad Católica de Chile. Santiago, 1989. Citado en "Migraciones y contactos entre los pueblos originarios de Chile y Argentina...” Ruiz Rodríguez.
[18] Walter Delrio, “Memorias de expropiación. Sometimiento e incorporación indígena en la Patagonia (1872-1943). De inminente aparición al momento de redactarse estas líneas.
[19] José Ankan Jara, “Retransitando la huella de Pascual Koña al Puelmapu”, Actas del Primer Congreso Internacional de Historia Mapuche. Siegen (Alemania) 2002.
[20] Eduardo José Míguez, “Las tierras de los ingleses en la Argentina. 1870-1914”. Buenos Aires (1985).
[21] Ibídem.
[22] Precisamente, Pilcaniyeu.

Fuente: Foro Escandinavo por los Derechos de los Pueblos Indígenas

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