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![]() 2020-02-10 | Cultura | IndoamericanoCuando se va la naturaleza, atrás viene la pobrezaLÃÂder indÃÂgena del Amazonas Davi KopenawaVivir bien, hemos vivido bien, hace 50 años. Era maravilloso: no habÃÂa buscadores de oro, pero llegaron y luego volvieron para atacarnos. Jair Bolsonaro nos va a seguir mandando sus garimpeiros. El horizonte es que nosotros vamos a morir si es necesario junto con nuestro pueblo. Es una lucha para vivir, no vamos a morir callados.
Cuando en 1971 la fotógrafa suizo brasileña Claudia Andújar se internó por primera vez en la AmazonÃÂa todo le parecÃÂa esencial. Quien lo hizo visible a sus ojos fue Davi Kopenawa, el chamán y portavoz del pueblo yanomami. Andujar expone hasta el 10 de mayo lo que captó con su cámara en la Fundación Cartier de arte contemporáneo de ParÃÂs: la muestra más grande dedicada a una sola artista que hayan organizado. La exposición fue curada por Thyago Nogueira del Instituto Moreira Salles de San Pablo, quien se pasó 4 años hurgando en el archivo de la fotógrafa. Davi Kopenawa voló a Francia para la inauguración. En 1989 Kopenawa salió por primera vez de Brasil para recibir el premio Right Livelihood, conocido como el Nobel alternativo, en nombre de la ONG Survival International, que nació en 1969 denunciando el genocidio a pueblos indÃÂgenas del Amazonas. A fines del año pasado Kopenawa volvió a recibir el Right Livelihood en Estocolmo, pero ahora a tÃÂtulo personal, junto con Greta Thunberg, entre otros lÃÂderes mundiales. Según la ONU, aproximadamente el 80% de la biodiversidad que queda en el planeta está en territorio indÃÂgena y Davi, de 63 años, es un emblema entre los guardianes de lo que queda. Por eso se enfrenta a Jair Bolsonaro y a los buscadores de oro. No es la primera vez que en sus salas se evocan referentes indÃÂgenas latinoamericanos: hace dos años Freddy Mamani, el arquitecto aymara del Alto de La Paz, fue la estrella de una muestra. A cien metros del cementerio de Montparnasse (donde yacen Jean Paul Sartre, Simone de Beavouir y Julio Cortázar), en una mañana de inicios de febrero menos fresca que lo habitual, Davi tarda en desabrigarse tras entrar a la sala calefaccionada de la Fundación Cartier. En una de las pantallas hay un video de Davi semi desnudo haciendo rituales, pero él no le presta demasiada atención. Se quita el gorro de lana para colocarse su corona de plumas y se quita la campera de plumas para dejar ver su collar tradicional. Mira las fotos colgadas de Claudia Andujar donde la luz es tan protagonista como los personajes iluminados. Aparecen Bruce Albert, el antropólogo francés que vive en Uruguay, junto a Claudia Andujar, que ya con 88 años y en silla de ruedas, entra brevemente solo para verificar que todo esté en su lugar y se va a descansar. Faltan minutos para una de las vernissages y Davi comenta algo con su hijo Dario de 27 años, que va con él a todas partes, está subiendo todo a las redes sociales de la asociación Hutukara. Afirman que la armaron para la lucha fuera de la selva. Dario postea: lo único que buscamos es que se respeten nuestros derechos territoriales y nos dejen tranquilos. -No sólo es el protagonista de las fotos, también ha acompañado a Andujar a presentar el material por el mundo. Y junto a Bruce Albert escribió el libro La caÃÂda del cielo. ¿Cómo es para una cultura oral usar el libro y la fotografÃÂa para transmitir un legado? -El blanco, que no conoce nada del bosque, necesita ver y leer para recordar. Si hablo con usted, usted va a olvidar lo que dije. Pero con el libro, usted va a seguir leyendo, al dÃÂa siguiente va a leer de nuevo, y asÃÂ. Bruce es un un antropólogo que conocimos recolectando nuestro conocimiento de sabidurÃÂa, que nosotros tenemos guardada en la memoria. El blanco piensa que el indio no piensa, que no sabe explicar, que no sabe hablar, que no conoce el futuro. Encontré muy bueno que Bruce me ofreció grabarme. Y yo le conté del origen de todo, de Omama (el creador para los yanomami), que creó el pensamiento. Yo querÃÂa mostrar mi sabidurÃÂa, el conocimiento del pueblo yanomami, para que el blanco entienda que sabemos hablar, explicar por nuestra propia cuenta nuestra propia historia yanomami. No es para nosotros, es para ustedes. Para los estudiantes, que necesitan ver de otra manera la selva. El libro llegó a las universidades y eso es lo que querÃÂa. Si van a usar árboles del bosque para hacer el papel, que sea para un libro asÃÂ. -Usted es conocido como el Dalai Lama de la selva. ¿Qué piensa de que lo llamen asÃÂ? -Somos una legión. Estamos en diferentes lados, lado derecho, lado izquierdo del mapa. El Dalai Lama, Raoni (el lÃÂder indÃÂgena kayapó)... Estamos todos ligados a la naturaleza, a la tierra. Nuestra salvación es la selva donde está todo lo que hace bien a la salud: agua limpia, todo es puro. Por eso somos asÃÂ, hijos de la tierra, ella cuida nuestra riqueza. ¿Qué es la riqueza? Es comida: frutas, castañas, asaÃÂ. Los blancos también son hijos de la tierra, pero sin los indÃÂgenas en la selva todo va a ser peor, va a haber más lluvias, más cambios climáticos. Ya está sucediendo, se meten en nuestro territorio, contaminan nuestros rÃÂos, matan nuestros peces. Yo confÃÂo en la fuerza de la naturaleza. Nosotros no vamos a matar ningún hombre blanco, la que lo va a matar es la naturaleza. Estoy luchando para defender mi pueblo para cuidar la tierra, defender la tierra para cuidar los saberes de mi pueblo. Bolsonaro es un garimpeiro En 2019, según diversas organizaciones indÃÂgenas de Brasil, al menos 10.000 garimpeiros (buscadores de oro) han invadido la tierra de los yanomamis y su contacto con las comunidades generó una epidemia de malaria y de contaminación con mercurio en muchos de los rÃÂos. Aunque la mayorÃÂa de los yanomamis mantienen contacto con la sociedad no indÃÂgena, se sabe que un grupo no contactado habita no muy lejos del área que está siendo invadida. -¿Cómo está la situación con los garimpeiros hoy? -Los garimpos (campos de minerÃÂa ilegal) continúan. Donde haya oro, donde haya riqueza, se pueden ir pero regresan. Donde no hay oro, no van. La policÃÂa a veces los saca pero a las tres, cuatro semanas, ellos regresan porque saben que hay oro. Entonces hoy están volviendo a la tierra yanomami. -¿Cuánto cambió la situación con Bolsonaro en el poder? -La situación siempre fue un poco igual. En los años 91,92, el Gobierno sacó 40 mil garimpeiros; después de eso todo se habÃÂa calmado un poco, pero al tiempo volvieron, porque ya vieron oro. Hoy en 2020 están ahÃÂ. Están talando el bosque, entran y salen, ellos están juntos con la policÃÂa federal, con las autoridades, hay empresarios, senadores, polÃÂticos. Están más fuertes que antes. Bolsonaro es un garimpeiro, su papá era garimpeiro, el presidente los está empujando para que crezca la minerÃÂa. El propio presidente es un garimpeiro. -Recientemente Bolsonaro dijo: cada vez más el indio es un ser humano como los blancos. -Es lo que él piensa. El no reconoce la tierra yanomami, nunca visitó nuestra comunidad, ninguna comunidad, está diciendo que es un enemigo de los indÃÂgenas. No conoce los pueblos de la selva, por eso dice esas cosas. Piensa que somos salvajes, como los monos, los cerdos. No sabe nuestra lengua. Tiene solo preconceptos. Lo que sÃÂ, somos seres humanos diferentes al blanco, porque nosotros conocemos la montaña y la selva. Bolsonaro dice esas cosas porque no le gustamos, siempre está diciendo cosas para que nos enojemos. La situación está peor que siempre. Bolsonaro es como la dictadura militar, como el presidente Figueiredo que mató a mi pueblo yanomami y a nuestros parientes wamiri atroaris. Por eso siempre habla mal de nosotros. -Survival International define la situación como un riesgo de genocidio legislativo. ¿Cómo se están organizando? -Estamos luchando para que seguir viviendo. Para criar nuestros hijos, para cuidar de nuestro lugar, de nuestra casa. Nadie está peleando por dinero. Y hay hijos de Omama también entre los hombres blancos. Por eso nos ayudan. Y los otros pueblos indÃÂgenas en Colombia, Ecuador... Estamos frente a la misma lucha, los mismos problemas. El origen de la maldad Los yanomamis utilizan cerca de 500 plantas para comer, elaborar medicinas y construir casas. Ningún cazador come la carne que ha cazado sino que la reparte y a cambio recibe carne de otro cazador. Asàhan vivido siempre. Hasta 1940, cuando Brasil mandó gente para delimitar la frontera con Venezuela, los yanomamis no habÃÂan entrado en contacto continuado con el resto de sus contemporáneos. Ese contacto trajo epidemias de sarampión y gripe. En la década de 1970 fueron vÃÂctimas del gobierno militar y desde los años 80, de los buscadores de oro y del avance de la frontera agrÃÂcola-industrial. Hoy son unas 38 mil personas en casi 18 millones de hectáreas (un territorio grande como Uruguay), si se cuentan los territorios ancestrales que reclaman en el norte de Brasil (donde ya fueron demarcados) y en Venezuela (donde aún no ocurrió). El de los yanomamis es el mayor territorio indÃÂgena selvático del mundo. -¿Podemos decir que la principal diferencia entre los blancos en las ciudades y los indÃÂgenas es la conexión con la tierra? -Los pueblos de las ciudades sàtienen conexión con la tierra: para extraer riqueza, petróleo, oro, diamante. Asàes como están conectados con los bosques. -En la cosmovisión yanomami hay una interpretación sobre el origen de la maldad ¿verdad? -La gente mala es hija de Yoasi, que era el hermano del creador Omama. Omama era una buena persona, honesto, sabÃÂa tratar, sabÃÂa cuidar. Yoasi no. Comenzó como loco a matar, a derrumbar los árboles para hacer casas, a acabar la tierra para comerciar con otros pueblos. Entonces se volvió enemigo de Omama y este se fue bien lejos. Yoasi continúa entre nosotros, hizo crecer su propio pueblo, y hoy está presente en el hombre blanco, en la mercaderÃÂa, en las ciudades. Nosotros, los yanomamis, no somos mercaderia, somos guardianes de la selva, para que quede en pie, los hijos de Omama la cuidamos de los hijos de Yoasi. -¿Yo asi serÃÂa el capitalismo? -Yoasi es el capitalista, moderno, que se viste bonito y roba las tierras. El que mató y continua matando, es el espÃÂritu que manda a los garimpeiros que matan a los indios. Ahora está peor. El año pasado, cuando asumió Bolsonaro, liberó la compra de armas en las ciudades contra las mujeres, hombres, para matar cualquier persona. Los garimpeiros están armados porque Jair Bolsonaro autorizó la compra de armas de fuego. -Los yanomamis también están presentes en Venezuela, ¿cuál es la situación de ese lado de la frontera? -Allá es peor. Porque los yanomami de allàno tienen su tierra demarcada, está solamente delimitada. Allá está lleno de buscadores de oro también. Algunos fueron refugiados en San Pablo, Manaos, Brasilia. Muchos yanomamis están en la montaña, porque ahàestán protegidos por la fuerza de la naturaleza. Salvaciones El cielo está lleno de humo porque nuestra selva está siendo talada y quemada. Las lluvias llegan tarde, el sol se comporta de manera extraña. Los pulmones del cielo están contaminados. El mundo está enfermo. La selva morirá si los blancos la destruyen. ¿A dónde iremos cuando hayamos destruido nuestro mundo?, se pregunta Davi en uno de los archivos de Claudia Andujar. El padre de Claudia Andujar era judÃÂo, oriundo de Transilvania. Se separó de su madre suiza protestante antes de la guerra y fue asesinado en el campo de concentración de Dachau. Claudia se habÃÂa enterado que la Gestapo estaba yendo a buscarlo y habÃÂa ido a avisarle, pero su padre no quiso escaparse. Claudia se refugió en Estados Unidos, se casó, pero se separó de su marido español (de quién adoptó el apellido abandonando el de Claudine Haas) antes de que este vaya a la guerra de Corea. Luego fue a Brasil, donde habÃÂa migrado su madre.Yo siempre estaba huyendo escribió, recordando esa época. Cuando Andujar intentó tomarle las primeras fotos a los yanomamis ellos se negaron porque decÃÂan que lo que podÃÂa huir con las fotos es el alma: puede escapar y quedar para siempre deambulando. Claudia siempre se sintió culpable por no poder salvar a su familia y seres queridos, dijo la persona que la conectó con los yanomamis, el misionero italiano Carlo Zacquini. Por eso cuando llegó a la tierra de Davi insistió para convencerlos, les decÃÂa que solo asàpodÃÂa denunciarse el genocidio a los indÃÂgenas. No conozco a otra persona artista en ninguna otra parte del mundo que haya salvado a todo un componente de nuestra familia humana dijo el director de Survival, Stephen Corry. Tras aceptar ser fotografiados, el lÃÂder Davi debió aprender a manejarse fuera de la selva: Ahora tenÃÂa que usar palabras externas a su universo como naturaleza o pobreza dice Bruce Albert. En la inauguración de la muestra Davi dijo que eso le salvó la vida. -¿La naturaleza va a ganar la batalla? ¿Siempre vence? -(Se rÃÂe) No, no siempre vence, pero desaparece. Y cuando se va la naturaleza, atrás viene la pobreza. -Usted dijo nosotros los chamanes sabemos que nuestro planeta está cambiando, conocemos la salud de la Amazonia. ¿Cuál es el diagnóstico? -El cambio climático no va a parar. Está quemando. La invasión de la AmazonÃÂa está en marcha. No hay remedio para curar nuestro planeta tierra. Las ciudades están creciendo, no hay más lugar para construir, el ser humano está enfermo y se sigue enfermando. La enfermedad ¿como la llaman ustedes? ¿el cáncer? Hay un cáncer en el aire, por eso no va a parar, por eso el cambio climático, por eso se quema la selva. -¿Hay una utopÃÂa en el horizonte o esto siempre va a ser asÃÂ? ¿cómo serÃÂa el mundo de los pueblos indÃÂgenas si los motivos para resistir desaparecieran? -El peligro ya entró en el mundo y la señal de peligro entró en las tierras indÃÂgenas. Pero estamos luchando. Hay muchos lÃÂderes buscando la manera, denunciando, el peligro está ahày no va a parar. Vivir bien, hemos vivido bien, hace 50 años. Era maravilloso: no habÃÂa buscadores de oro, pero llegaron y luego volvieron para atacarnos. Jair Bolsonaro nos va a seguir mandando sus garimpeiros. El horizonte es que nosotros vamos a morir si es necesario junto con nuestro pueblo. Es una lucha para vivir, no vamos a morir callados. Por Daniel Wizenberg Fuente: Página 12 |
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