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2011-02-15 | Cultura | MapucheEnsayoPoesía mapuche o poética de la resistenciaJuan Paulo Huirimilla es chileno, nacido en la isla de Calbuco (1973) y tiene en su haber infinidad de publicacioanes: El ojo de vidrio (2001, Ed. Kultrun, Valdivia); Cantos para niños de Chile (2005, Ulmapu ediciones) o publicaciones enrevistas y antologías del siglo XXI. Ha grabado con Víctor Cifuentes, el compilador del libro, el disco Puramtunül: el canto que aparece entre nosotros (2004, Fondart). Ha organizado junto al poeta Jaime Huenún el "Encuentro de poetas mapuche-huilliche" en 2002. Su obra ha sido traducida al inglés, catalán, gallego y holandés.
Juan Paulo Huirimilla propone desde Chile algunas claves de interpretación de esta poesía y ofrece una selección de poetas mapuche contemporáneos, que evidencian esta marcada relación entre poética del testimonio y política. Partimos del hecho de que cualquier discurso poético evidencia cierta representación social, cultural y política, no es neutro, ya que el imaginario, esquema mental del poeta, enuncia el mundo y el texto es el inconsciente colectivo de un pueblo, en nuestro caso particular, una nación que ha luchado históricamente por el mantenimiento y control territorial. A este respecto, la poesía mapuche ha sido desde sus inicios cantada, manteniéndose esta tradición hasta hoy día. Ejemplo de lo anterior, son los discursos etnoliterarios tales como el ül: poema cantado, el nütram(la conversación histórica), el gulamtun(el consejo), el epewtun(los relatos donde los protagonistas son seres reales e imaginarios), entre otros discursos. Sin embargo, los poetas mapuches contemporáneos, han apostado a combinar la oralidad con la escritura poética, generando discursos poéticos que coexisten paralelamente a la tradición poética chilena, argentina o latinoamericana y aportan nuevas miradas o fuerzan al lector a reconocer en la poesía mapuche: un pueblo diversos cuyos habitantes deambulan entre el campo y la ciudad; una nación que lucha por la tierra, su madre y padre; el respeto a la naturaleza con todos los seres que cohabitan en ella, nuestros hermanos y hermanas; el respeto y valoración de la palabra de nuestros abuelos y abuelas, base del conocimiento mapunche; el desmontaje de los discurso del poder; la preocupación por los problemas ecológicos actuales, entre otras temáticas. Los escritores mapuche que han apostado a la escritura como instrumento de testimonio poético-político, en los años 60 fueron: Anselmo Ragileo, creador del alfabeto para la codificación del mapunchedungun(lengua de la gente enraizara en la tierra); Sebastián Queupul, profesor y el José santos Lincomán, lonco(jefe) de Chilhué, uno de los primeros dirigentes políticos, que ingresó a la escuela del estado de Chile y enseñó la lengua Huilliche(gente del sur). Toda esta escritura poética ha sido compilada en el libro Poesía Mapuche: Las Raíces Azules de los antepasados, editado por la Universidad de la Frontera. Frente a la revolución capitalista (globalización) en este continente, que pretende privatizar las riquezas de las naciones, usurpar nuestro histórico territorio y trasformar nuestras relaciones humanas en mercancía, surge una generación poética mapuche solidaria, colectiva, hermanada y que apuesta a la palabra por sobre el fuego del poder. Por último, invitamos a leer una serie de registros poéticos de poetas mapuche contemporáneos, que evidencian esta marcada relación entre poética del testimonio y política, ya que los enunciantes de estos discursos desentierran la historia no dicha y elaboran discursos que desesterotipan los blanqueados discurso poéticos-políticos oficiales. Poetas mapuches contemporáneos ____________________________________ GRACIELA HUINAO / Walinto Salmo 1492 Nunca fuimos El pueblo señalado Pero nos matan En señal de la cruz LEONEL LIENLAF / Alepúe Le sacaron la piel Tres veces vino el malón tres veces lo rechazamos pero ahora viene otra vez y no podemos luchar El winka está disparando Escondámonos debajo de la montaña y que se vaya nuestro espíritu a dormir sobre la tierra y que sobre las estrellas se duerma todo este campo Cuando recién descansaba mi mano muchas armas nos rodearon tomando a nuestro Cacique mientras a nosotros nos golpeaban Le sacaron la piel de la espalda y cortaron su cabeza a nuestro valiente Cacique y la piel de su espalda la usaron de bandera y su cabeza me la amarraron a la cintura Vamos llorando y nuestra sangre riega la tierra De rato en rato bajo la mirada a la cabeza que llevo en la cintura y me parece que ya va a hablar pero continúa en silencio De Se ha despertado el ave de mi corazón. BERNARDO COLIPÁN / Rahue Pulotre 1916 Varias veces la muerte intentó cuajarse en el aire y con su dedo dibujó el perfil de un rostro que no era el mío. Llegó buscando la señal tatuada en las hojas del latúe. Ahí se desarmó toda esa familia. Trataron de sonreír, pero algo en sus cuerpos se desprendía. Y luego los envolvieron a cada uno en sus frazadas. Y yo sólo contaba quince años cuando vi a la vida huir como un perro arrojado a las cenizas. Entonces le dije a mi hermano: Te mostraré lo que es el miedo en un puñado de polvo (Eliot) Permanece tranquilo. La muerte es un accidente, lo demás no tiene importancia. De "Arcos de Interrogación". JAIME HUENÚN / Osorno Ceremonia de la Muerte Uno (Forrahue) «...alzaban sus manos ensangrentadas al cielo...» (Diario «El Progreso» de Osorno 21 de octubre de 1912) No hablábamos chileno, mi paisano, castellano que lo dicen. Copihue sí, blanco y rojo, flor de michay, chilco nuevo. No sabíamos de Virgen ni de Cristo, padrecito, ni del Dios en las Alturas. Jugábamos tirándonos estiércol de caballo en los potreros; robábamos panales a los ulmos y a los moscos, y pinatras a los hualles de la pampa; mirábamos desnudas bañarse a las hermanas con manojos de quillay en el arroyo. Malo era. Sí. Por eso vino envidia y litigio y carabina; por eso se volvieron lobos los venados y los peces. Malo era, paisanito, malo era. Comíamos caliente el crudo corazón de un cordero en el lepún; rezábamos huilliche al ramo de laurel junto a la machi; matábamos con fuego al que mete huecuve contra el cuerpo y contra el alma. ¡Brujo diablo, anda vete! decíamos escupiendo, y el bosque más espeso escondía a la lechuza. Malo era, malo era. No sabía vivir el natural antes amigo, no sabía. Las mujeres se preñaban en lo oscuro y en lo claro, y los hijos se criaban a la buena de los bosques y los ríos. Así era, mamita, así fue: las estrellas dejaron de alumbrarnos la sangre de repente, y tuvimos que ocultarnos como zorros en montañas y barrancos. De Ceremonias. RICARDO LONCÓN / Santiago Descendencia Ana Francisca Raimán Liencheo En la tarde de lluvias torrenciales Y lágrimas que brotaban de tus ojos Por efecto de los gases lacrimógenos En los campos de Lumaco en 1967. Tu voz fortalecía la esperanza De recuperar un día esas tierras Mientras tu esposo era introducido en un camión Por los agentes del Estado. Ricardo Antileo Raimán, Los barrotes de las cárceles De Angol, Traiguén, Temuco Y las paredes del Regimiento Miraflores No doblegaron Tu espíritu rebelde, tu altiva frente que humilló El rostro de los viles verdugos. Elisa Huaiquimil Queupo, La niña que creó huérfana de padres, Nieta del guerrero José Miguel Queupo, Que con cálida dulzura Hilaba la lana de las ovejas que criaba Para abrigar nuestros sueños infantiles, Nuestro llanto y risas con que alegrábamos Sus días y sus pensamientos. Antonio Antipi Huaiquín, Weupife, vocero de la historia, Descendiente del linaje Lonkomill, Nombre que ahuyentó a los sicarios De Saavedra, Urrutia, Pedro Lagos. Ustedes, mis abuelos Son este rostro que flameando llevo al viento Son mi canto, mi bandera Que jamás permitiré sea mancillada. De La Memoria Iluminada: poesía mapuche contemporánea. ERWIN QUINTUPIL / Saltapura Manuel Melín Cuando mataron a Manuel algo se rompió de nuevo en mi interior. (¿Sería pequeño y moreno o tal vez tuvo ojos claros?) Todo es verde las hojas y los tallos. Delgados chorillos reflejan el cielo y me llenan los ojos desbocándose. Manuel, joven como yo y de igual vocación en mi sangre encabritado moría y nacía diez veces en cada golpe que le dieron. Texto inédito. DAVID AÑIÑIR / Cerro Navia Mapurbe Somos mapuche de hormigón Debajo del asfalto duerme nuestra madre Explotada por un cabrón. Nacimos en la mierdópolis por culpa del buitre cantor Nacimos en panaderías para que nos coma la maldición Somos hijos de lavanderas, panaderos, feriantes y ambulantes Somos de los que quedamos en pocas partes El mercado de la mano de obra Obra nuestras vidas Y nos cobra Madre, vieja mapuche, exiliada de la historia Hija de mi pueblo amable Desde el sur llegaste a parirnos Un circuito eléctrico rajó tu vientre Y así nacimos gritándoles a los miserables Marri chi weu! En lenguaje lactante. Padre, escondiendo tu pena de tierra tras el licor Caminaste las mañanas heladas enfriándote el sudor Somos hijos de los hijos de los hijos Somos los nietos de Lautaro tomando la micro Para servirle a los ricos Somos parientes del sol y del trueno Lloviendo sobre la tierra apuñalada La lágrima negra del Mapocho Nos acompañó por siempre En este santiagóniko wekufe maloliente. De Marpurbe. EMILO GUAQUIN / Chilhué El silencio y el grito Anda el silencio creciendo como una fuerza irrefrenable, organizando cuadrillas de voces mordidas, de basurero en basurero juntando el músculo y el fuego, desde el humo de las barricadas desde las bancas nocturnas desde sus frazadas de cartón, rompe el capullo y comienza su marcha. Para convertirse en un grito feroz ha juntado todos los silencios en el último silencio y quedado a la espera en primera línea de la voz clandestina que llame al avance sin considerar ni una sola vez la duda con el corazón limpio y latiendo. incendiando el miedo venciéndolo desde el alma. Texto inédito. LILIANA ANCALAO / Comodoro Rivadavia Esperando a Inakayal Volvió Inakayal. Los huesos del lonko habían permanecido Desvelados demasiado tiempo en la vitrina de un Museo. Volvió para descansar en la tierra. Mis paisanos lo esperaban en Tecka. Puntuales estaban Allí: Fabiana y Silvia. Las imagino celestes El frío en las polleras El corazón desandando la impaciencia Las veo celestes De espaldas a la luna Atentas a los signos de la tierra Sagradas y en silencio Por no perderse ni un latido Del tiempo aquel que regresó ese día A tocarles las manos y los ojos Y las halló tempranas Sin esquivarles la mirada al viento Merecedoras del rumor en Chezungun Inakayal lonko piwke en remolinos hasta aquietar la espera del fondo azul recortó sus figuras y las traigo desde antes y hasta el horizonte Antiñir Cayupán Anay hermanas. De Tejido de lana cruda. Domingo Quintupuray Canto de guerra Mapuche* Que vengan mis señores caciques, Me tendrán compasión mis señores caciques. Juntaré mis mocetones; está mi capitanejo, Está mi sargento, están mis fiscales, Buenos hombres. Ya la tengo compasión a mi señor coronel; Así me pondrá día señalado mi señor coronel; El día señalado todos tendré mis mocetones; Cuando aviso estoy listo, mi señor coronel; Me alegro pues que me acompañes, mi señor cacique; Ya están listos todos en conjunto mis mocetones. Los caciques llevaron sus mocetones a la guerra, A pelear llevaron su capitanejo, Llevaron sus sargentos, Llevaron sus fiscales, Los caciques cuatro caciques. Entonces llevaron pues un lenguaraz, Fue pues mi abuelo, Sabía el habla española, Llevaron su lenguaraz los caciques Maipú se llama la tierra, hay un río, al otro lado de ese río Tuvo lugar el combate. Traducción Víctor Cifuentes (2004) *se reproduce el texto tal como aparece en el libro Escribir en la muralla: poesía política mapuche / Cristian Aliaga (comp.) Marcial Colin Cordón de nudos Si mis palabras fueran lanzas y piedras, Si mis palabras fueran viento poderoso Y rayos de justicia. Si mis palabras bastaran para decirle A esta montaña que cambie de lugar, Te las regalaría y las enviaría a tus brazos Para que resucites a tus muertos Y encadenes a la más alta cruz del mundo A los asesinos, homicidas, explotadores, Rastreros y eunucos del imperio, Que roban la vida de los nuestros. Son sólo palabras. Pero aún así, cabalgaré de noche Y llevaré el cordón de nudos A todas las tabernas clandestinas. Ahí están los que no han sucumbido, Los vagabundos, los hombres y mujeres Que fuman hierbas y beben sus licores Fermentados con escupos de desprecio. Ahí están los poetas que prenden velas A sus obras, Solamente, Porque descifraron las lenguas de los árboles, Y amaron hasta la última gota del momento. Porque descifraron el rastro de los pájaros En el cielo Y evitaron batallas perdidas de antemano. Una flecha azul los lleva ahora al infinito Y al auténtico sabor de las mujeres. Por eso esperan en las tabernas clandestinas. Ahí están los que no han sucumbido. No habrán lágrimas de adioses, Sino tan sólo días desatando los nudos Del cordón. Un minuto de silencio no basta Para que la humanidad silencie Todas sus masacres. Un minuto de silencio Es suficiente para vaciar un mar de lágrimas Que se nos van hacia adentro, Si mis palabras fueran Si mis palabras pudieran Es mi palabra. Publicado en: Biblioteca David Yelin Fuente: http://campus.belgrano.ort.edu.ar/biblioteca/noticia/113736/escribir-en-la-muralla-poes-a-mapuche Por Huirimilla, J.P. |
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