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![]() 2018-11-12 | Antecedentes | MapucheNi armas, ni molotovs, ni terroristasAbsolvieron a los acusados por haber ayudado a los mapuches ante un operativo represivoLos hechos ocurrieron en Chubut, meses antes de la muerte de Maldonado. Los cinco aún esperan que arranque otra causa, la que iniciaron contra el Estado, porque los policÃas y empleados de Benetton que los secuestraron y torturaron siguen impunes. “Los vamos a desaparecer”, les habÃan dicho cuando los detuvieron, en lo que fue la antesala de la cacerÃa del 1º de agosto tras la cual Santiago Maldonado estuvo desaparecido, hasta que su cuerpo sin vida apareció el 17 de octubre de 2017 en el rÃo Chubut, en la Pu Lof en Resistencia de Cushamen.
“Estamos felices, es un nuevo comienzo, una victoria de todos, fueron cinco audiencias escuchando a los policÃas que nos golpearon y torturaron, que nos ningunearon y dispararon, fue muy intenso tenerlos a dos metros, pero también estaban amigos y amigas, conocidos y desconocidos que se solidarizaron porque sabÃan de nuestra inocencia”. Gustavo Jaime resumió asÃ, ante PáginaI12, el final del juicio en el que resultó absuelto junto a Ivana Huenelaf, Jorge Buchile, Daniela “Rojita” González y Javier Huenchupan, quienes habÃan sido acusados de uso de arma de fuego agravado, atentado, daños, lesiones graves con pedidos de altas penas. Fue por los hechos ocurridos en enero de 2017, cuando ellos y los hermanos Pablo y Gonzalo Seguà en realidad fueron vÃctimas: sufrieron persecución policial y apremios ilegales luego de haber acudido para solidarizarse con la comunidad mapuche de Cushamen que pedÃa ayuda frente al operativo represivo desplegado por GendarmerÃa y la policÃa de Chubut. “El panorama quedó claro”, señaló Jaime luego de escuchar el fallo del juez MartÃn O`Connor, porque no se pudo demostrar lo que le imputaban a él y a sus compañeros. “Es un primer paso, con esto iniciamos el camino”, dijo el defensor público Marcos Ponce. “Asà se visibiliza lo que está ocurriendo en la zona con la respuesta del Estado a la protesta social y polÃtica”, agregó. Una hora y media duró la lectura del veredicto, en medio de las sensaciones encontradas de los imputados, que fue armando el mapa de todo lo que sucedió aquel 10 y 11 de enero de 2017. “Apareció la palabra absolución y se abrió algo nuevo en nuestras vidas, porque hasta acá solamente vimos injusticias”, resumió Jaime. Hubo una sola condena, la de Buchile, porque el magistrado consideró que cometió “resistencia a la autoridad”, por haber esquivado al patrullero desde el cual los policÃas de Chubut les disparaban a ellos. Le dieron diez meses de prisión en suspenso, que será apelada por su abogado defensor, Edgardo Manosalva. El reino del revés Los cinco aún esperan que arranque otra causa, la que iniciaron contra el Estado, porque los policÃas y empleados de Benetton que los secuestraron y torturaron siguen impunes. “Los vamos a desaparecer”, les habÃan dicho cuando los detuvieron, en lo que fue la antesala de la cacerÃa del 1º de agosto tras la cual Santiago Maldonado estuvo desaparecido, hasta que su cuerpo sin vida apareció el 17 de octubre de 2017 en el rÃo Chubut, en la Pu Lof en Resistencia de Cushamen. El 10 de enero de ese año, Huenelaf, Buchile, Huenchupan, González y Jaime –junto a los hermanos SeguÃ, sobreseÃdos por abigeato– respondieron los pedidos de ayuda porque FM Alas relataba que habÃa heridos graves en la Lof. “Fue muy triste y desconcertante, mujeres dijeron que se iban a incendiar junto con sus hijos si volvÃan los gendarmes”, recordó Jaime. Al llegar a la Pu Lof vieron los destrozos y la comunidad pidió autos para ir a buscar sus caballos, que habÃan sido robados por los efectivos. “Me sumé con dos amigos con su camioneta, pasó un camión con caballos, alguien gritó ‘vamos a ver si son los nuestrosÂ’, intentamos ponernos adelante para pedirles que se detuvieran, y ahà la persona que manejaba saca una pistola y empieza a disparar”, relató Jaime. “Se sumó otro vehÃculo que nos disparó con armas largas. Decidimos llegar a El Maitén, pero se interpuso un patrullero y desde ahà también nos dispararon. Hubo balazos y un fierro me pegó en la escápula”, agregó. Durante el juicio quedó en evidencia que no habÃa ninguna prueba para sostener el relato policial de que los agredidos habÃan sido los agentes de seguridad. El juez consideró que la “duda razonable” beneficiaba a los imputados. Consultado por PáginaI12, el abogado Manosalva sintetizó asà la sentencia: “Ni armas de fuego, ni molotovs, ni lesiones, ni terroristas: la gambeta judicial de la ‘duda razonableÂ’ para no desenmascarar por completo el armado policial”. Según el abogado, “las fuerzas de seguridad habÃan emboscado a un grupo de civiles, les dispararon con balas de plomo y antitumulto, los persiguieron, los tuvieron detenidos sin dar información durante doce horas en diferentes lugares y armaron un montaje con pruebas que nunca aparecieron. Es evidente que borraron las que los comprometÃan, trucharon actas y mintieron en las declaraciones”. Manosalva agregó: “Benetton prestó camionetas y personal ese dÃa para salir a cazar mapuches, su mayordomo admitió que manejaba una junto a policÃas”. Cuando llegaron al hospital viejo de El Maitén, los golpearon y los llevaron a la cárcel de esa localidad. A pesar de los gritos de las mujeres mapuches, a quienes los policÃas les habÃan dicho “indias sucias”, el fiscal Carlos DÃaz Mayer las desconoció. Estaban desaparecidas porque la policÃa las habÃa detenido pero no lo reconocÃa. En Esquel aparecieron otros tres integrantes del grupo de apoyo, Ariel Garzà –quien en abril conocerÃa y se harÃa amigo de Maldonado–, Ricardo Antihual y el hermano menor de Facundo Jones Huala, Nicolás, también muy golpeados. “Detrás de toda esta gran patraña polÃtica mediática y judicial están Benetton, Bullrich, Nocetti y el difunto Mario Das Neves”, dijo el abogado Carlos González Quintana, desde Córdoba. Él habÃa logrado sacar a las mujeres de la cárcel de El Maitén, a pesar del ninguneo del fiscal DÃaz Mayer. Durante las audiencias dos empleados del magnate italiano, Ronald Mac Donald y Gonzalo Graña, habÃan permanecido muy serios pero luego de la sentencia absolutoria se retiraron visiblemente ofuscados. En cambio, los absueltos salieron de la sala con el puño en alto y gritando “marichi wew” (diez veces venceremos). En su alegato final, Jaime habÃa dicho: “No me arrepiento de ser una persona solidaria y consciente, volverÃa a hacer lo que hice aún cuando nuestra propia vida está en riesgo”. Por: Adriana Meyer Fuente: Página 12 |
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