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2016-09-09 | Antecedentes | IndoamericanoDebate sobre la naturaleza de los indÃgenasLa humanización del trato a los indÃgenas responde a dos motivaciones: escrúpulos morales, pero también el interés de los propios reyes en mantener vivos a sus súbditos y garantizar la continuidad de los ingresos americanos frente a la codicia de los encomenderos. La sincera preocupación de Bartolomé de las Casas por la suerte de los indÃgenas: Le parecÃa admisible una buena idea que salvo a muchos lugares de América de la despoblación (sobre todo a las Antillas), la importación de esclavos africanos, naturalmente más inclinados al trabajo que los débiles indios.
La Junta de Valladolid es la denominación habitual del célebre debate que tuvo lugar en 1550 y 1551 en el Colegio de San Gregorio de Valladolid, dentro de la llamada polémica de los naturales (indÃgenas americanos o indios), y que enfrentó dos formas antagónicas de concebir la conquista de América, interpretadas románticamente como la de los defensores y la de los enemigos de los indios: la primera, representada por Bartolomé de las Casas, considerado hoy pionero de la lucha por los derechos humanos; y la segunda, por Juan Ginés de Sepúlveda, que defendÃa el derecho y la conveniencia del dominio de los españoles sobre los indÃgenas, a quienes además concibe como naturalmente inferiores. No hubo una resolución final. Precedentes También se la considera parte de la más extensa polémica de los justos tÃtulos del dominio castellano sobre América, que se remonta a las Bulas Alejandrinas y los tratados con Portugal (tratado de Tordesillas) de finales del siglo XV y los recelos con que fueron recibidos en las cortes europeas. Se dice que Francisco I de Francia pidió retóricamente que le mostraran la cláusula del testamento de Adán en que tales documentos se basaban y que diera derecho a repartir el mundo entre castellanos y portugueses. El hecho de que se considerara necesaria una reflexión pública como la de esta Junta se ha considerado siempre excepcional, en comparación con cualquier otro proceso histórico de formación de un Imperio. No obstante, está en sintonÃa con la preocupación que la MonarquÃa Católica sintió siempre de mantener bajo un control paternalista a los naturales y que habÃa producido y siguió produciendo el gran corpus legislativo de las Leyes de Indias. El precedente en la generación anterior a la Junta de Valladolid fue la llamada Junta de Burgos de 1512, que habÃa asentado jurÃdicamente los derechos de los reyes a hacer la guerra a los indÃgenas que se resistieran a la evangelización (para garantizarse lo cual habÃa que leerles un famoso Requerimiento) y encontrar un equilibrio entre el predominio social de los colonizadores españoles y la protección al indÃgena, que se querÃa conseguir con la encomienda. Resultado de todo ello fueron las Leyes de Burgos (1512). Trascendencia del debate La discusión parte de bases teológicas, pues la TeologÃa era considerada superior a cualquier otro saber (philosophia ancilla teologiae). No discurrÃa en torno a si los indÃgenas de América eran seres humanos con alma o salvajes susceptibles de ser domesticados como animales. Eso hubiera sido herético, y ya estaba resuelto por la bula papal Sublimis Deus (1537). Algunas veces se entiende esta bula como respuesta a opiniones que pusieran en entredicho la humanidad de los naturales; pero el papa (Paulo III, incitado por dos dominicos españoles) no pretendÃa definir la racionalidad del indÃgena, sino que suponiendo dicha racionalidad en cuanto que los indios son hombres, declaraba su derecho a la libertad y la propiedad, asà como el derecho a abrazar el cristianismo, que debe serles predicado pacÃficamente. El propósito declarado de la discusión era ofrecer una base teológica y jurÃdica segura para decidir cómo debÃa procederse en los descubrimientos, conquistas y población de las Indias. Surgió de esta disputa el Derecho de gentes (ius gentium), principio del fin de la justificación del dominio en las diferencias entre unos hombres y otros, idea que se arrastraba desde Aristóteles. Participantes Participaron en la Junta de 1550, además de los dos clérigos citados, Domingo de Soto, Bartolomé de Carranza y Melchor Cano (que para la segunda parte del debate tuvo que ser sustituido por Pedro de Lagasca, pues él partió al Concilio de Trento). No es casualidad que todos ellos fueran dominicos: la Orden de Predicadores controlaba las universidades españolas a través de las cátedras y los colegios. Varios en esa Junta (Soto y Cano) eran discÃpulos de Francisco de Vitoria, muerto cuatro años antes, en 1546. Vitoria encabezó lo que se ha venido denominando la escuela de Salamanca (por desarrollarse en la Universidad de Salamanca). Carranza enseñaba en el mismo Valladolid, y Sepúlveda, que habÃa estudiado en Alcalá de Henares y Bolonia y se habÃa destacado por su antierasmismo, no era docente universitario, sino preceptor del propio prÃncipe (luego Felipe II). Fue su oposición a las Leyes Nuevas de Indias de 1542 (cuya revocación habÃan conseguido en los distintos virreinatos los encomenderos) lo que habÃa provocado la vuelta a España de Las Casas, que ocupaba el puesto de Obispo de Chiapas y no tenÃa formación académica. Comenzó una polémica intelectual entre los dos: Sepúlveda publicó su De justis belli causis apud indios y Las Casas replicó con sus Treinta proposiciones muy jurÃdicas. La Junta debÃa resolver el conflicto. Sepúlveda aportaba un trabajo titulado Demócrates alter, en el que sostenÃa que los indios, como seres inferiores, debÃan quedar sometidos a los españoles, y lo completó con más argumentación escrita en el mismo sentido. La ApologÃa de las Casas fue el texto clave en las discusiones. Los trabajos se desarrollaron entre los meses de agosto y septiembre de 1550. La Junta quedó inconclusa y por ello volvió a convocarse el año siguiente. En la disputa no hubo resolución final. Los dos exponentes se consideraron vencedores. Enfrentamiento de posturas El papel de Juan Ginés de Sepúlveda era la defensa de la guerra justa contra los indios a causa de sus pecados e idolatrÃa (de no haberlos creÃdo seres humanos, tampoco podrÃan pecar, y malamente podrÃan los españoles tener el deber de evangelización). También defendió su inferioridad, que obligaba a los españoles a tutelarlos. CorrespondÃa a Bartolomé de las Casas el esfuerzo de demostrar que los americanos eran iguales a los europeos. La contribución de Domingo de Soto a esta postura fue fundamental. En el mismo sentido que éstos últimos, el espÃritu intelectual que animaba el debate aun no estando presentes, Francisco de Vitoria, se habÃa cuestionado si desde un principio era lÃcita la conquista americana. Tesis de Ginés de Sepúlveda Sepúlveda (Democrates secundus, o de las justas causas de la guerra contra los indios) sigue argumentos aristotélicos y humanistas (que obtiene de Palacios Rubios y Poliziano). Propone cuatro "justos tÃtulos" que justifican la conquista: • El derecho de tutela implica la servidumbre o esclavitud natural de los indÃgenas. Les conviene por su propio bien someterse a los españoles, ya que son incapaces de gobernarse a sà mismos. • La necesidad de impedir, incluso por la fuerza, el canibalismo y otras conductas antinaturales que practican los indÃgenas. • La obligación de salvar a las futuras vÃctimas inocentes que serÃan sacrificadas a los dioses falsos. • El mandato evangelizador que Cristo dio a los apóstoles y el Papa al Rey Católico. El conjunto de argumentos que utiliza es complejo, lo desarrolló en varias obras más y pueden englobarse en argumentos de razón y derecho natural y argumentos teológicos. Respuesta de Las Casas y tesis de Vitoria Las Casas, que no le va a la zaga en aristotelismo, demuestra la racionalidad de los indÃgenas a través de su civilización: la arquitectura de los aztecas rebate la comparación con las abejas que habÃa hecho Sepúlveda. No encuentra en las costumbres de los indÃgenas americanos una mayor crueldad que la que pudiera encontrarse en las civilizaciones del Viejo Mundo o en el pasado de España: "Menor razón hay para que los defectos y costumbres incultas y no moderadas que en estas nuestras indianas gentes halláremos nos maravillen y, por ellas, las menospreciemos, pues no solamente muchas y aun todas las repúblicas fueron muy más perversas, irracionales y en prabidad más estragadas, y en muchas virtudes y bienes morales muy menos morigeradas y ordenadas. Pero nosotros mismos, en nuestros antecesores, fuimos muy peores, asà en la irracionalidad y confusa policÃa como en vicios y costumbres brutales por toda la redondez desta nuestra España" Frente a los "justos tÃtulos" que defendÃa Sepúlveda, Francisco de Vitoria habÃa expuesto una lista de "tÃtulos injustos" y otros "justos tÃtulos": • Las bulas de donación papal y el Requerimiento que se lee a los indÃgenas para justificar su sometimiento son tÃtulos menos seguros que los que darÃa la aplicación del derecho de comunicación, que si es negado por los indÃgenas permite a los españoles obtenerlo a la fuerza. • Niega el derecho de ocupación por la pura aplicación de la fuerza, pero defiende la libertad de transitar por los mares, argumento muy polémico también defendido por Hugo Grocio, y que no conviene al monopolio colonial del comercio con las Indias. • La evangelización no es una obligación de los españoles, pero sà un derecho de los indÃgenas. Conclusión: Motivaciones No conviene olvidar que, en la práctica, ambas posiciones justificaban el dominio castellano. La junta de Valladolid y el debate de los justos tÃtulos no sólo responde a los escrúpulos de conciencia de los Reyes, alertados por clérigos bienintencionados, sino a la necesidad de justificación (fundamentalmente ante las demás monarquÃas autoritarias de Europa Occidental) de un hecho que de ninguna manera se va a alterar, que es la colonización de América. Es cierto que después del debate hay un freno a las conquistas, a las que empezará a rebautizarse eufemÃsticamente como "pacificaciones". Llegan a darse incluso instrucciones para detenerlas, pero coincide con el hecho de que ya se han conquistado las dos grandes civilizaciones precolombinas (México y Perú), siendo las zonas selváticas y desérticas de poco interés para la ampliación del Imperio. La época de los conquistadores ha terminado. La humanización del trato a los indÃgenas es un tema diferente, que también responde a dos motivaciones: escrúpulos morales, pero también el interés de los propios reyes en mantener vivos a sus súbditos y garantizar la continuidad de los ingresos americanos frente a la codicia de los encomenderos. Ambas motivaciones, asà como el ambiente intelectual generado por la Junta de Valladolid y la polémica, inspiraron nuevas Leyes de Indias a añadir a las anteriores. La sincera preocupación de Bartolomé de las Casas por la suerte de los indÃgenas (que tan crudamente describe en la BrevÃsima Relación de la Destrucción de las Indias) le llevó a una notable propuesta que permite entender su concepción del indÃgena: Le parecÃa admisible una buena idea que salvo a muchos lugares de América de la despoblación (sobre todo a las Antillas), la importación de esclavos negros, naturalmente más inclinados al trabajo que los débiles indios. Un buen argumento aristotélico, sin duda, pero floja defensa de los derechos humanos, del que más tarde (1559 ó 1560) se desdijo: “Antiguamente, antes que hobiese ingenios, tenÃamos por opinión en esta isla [la Española], que si al negro no acaecÃa ahorcalle, nunca morÃa, porque nunca habÃamos visto negro de su enfermedad muerto... pero después que los metieron en los ingenios, por los grandes trabajos que padecÃan y por los brebajes que de las mieles de cañas hacen y beben, hallaron su muerte y pestilencia, y asà muchos dellos cada dÃa mueren.” Fuente: http://recursoslibart.blogspot.ca/2010/04/debate-sobre-la-naturaleza-de-los.html Fuente: Centro de Documentación Mapuche, Ñuke Mapu |
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