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![]() 2013-08-27 | Antecedentes | IndoamericanoTres pilares para una nueva relación entre el Estado de Chile y los pueblos indÃgenasLa relación del Estado de Chile con los pueblos indÃgenas se encuentra cerca de un punto de inflexión. El ciclo actual, iniciado con los acuerdos de Nueva Imperial en 1989, está llegando a su fin, y si bien no se pueden desconocer los avances alcanzados en estas décadas, el surgimiento de un potente movimiento social indÃgena, da cuenta de una enorme deuda pendiente, en buena medida culpa del desconocimiento que la sociedad chilena tiene y de los errores de las polÃticas públicas. Una reciente encuesta graficó un creciente respaldo por las demandas del pueblo mapuche, pero abunda la falta de comprensión.Cuando hablamos de ânuestrosâ pueblos, o nos referimos a ellos como âetniasâ, o decimos que son âlos pueblos originarios de Chileâ, emerge una manera de acercarnos a esta relación con un serio déficit semántico para entender al otro. Si hacemos un ejercicio de comparación respecto de cómo se abordó el tema indÃgena en la campaña presidencial de 2009 y cómo está apareciendo en la actual, la evaluación es dispar. Por un lado, existe hoy un mayor interés de parte de las candidaturas por tener posturas definidas (independientes de su enfoque), pero, por otro lado, pareciera seguir siendo un aspecto secundario de la campaña presidencial. En las primarias realizadas por la Nueva MayorÃa y la Alianza por Chile, no fue un tema relevante en ninguno de los debates y en general se le dedicó un espacio menor en el seguimiento que la prensa hizo del proceso que concluyó el 30 de junio, siendo que a lo menos dos candidaturas presentaron propuestas ambiciosas (Claudio Orrego, en cuya âPropuesta para un Chile Plurinacionalâ colaboré en la formulación, y José Antonio Gómez). Además, los frentes indÃgenas de los partidos de oposición, hicieron públicos los que deberÃan ser los lineamientos de un futuro gobierno en este ámbito, algunos de cuyos integrantes forman parte de la recién nombrada Comisión de Pueblos IndÃgenas de Michelle Bachelet. Marco Enriquez-Ominami, Marcel Claude, Roxana Miranda, Franco Parisi, Tomás Jocelyn-Holt y Alfredo Sfeir también han planteado âcon diversa profundidad- sus posturas en el tema. De la candidatura de Evelyn Matthei por el momento sólo se sabe los nombres de quienes liderarán la formulación de la propuesta. Paralelamente, desde el mundo indÃgena no han faltado los invitaciones. Las organizaciones detrás de ellas, esperan que sus ideas sean recogidas por las candidaturas. Destaco, entre otras, las â10 Propuestas para un Chile Plurinacionalâ, presentadas por ENAMA, y los planteamientos realizados por Wallmapuwen. Sin embargo, pese a las múltiples propuestas y planteamientos, se mantiene la duda sobre el perfil y el peso especÃfico de la polÃtica indÃgena en el futuro gobierno. En este contexto, cabe detenerse en cuáles deberÃan ser los pilares de la nueva relación entre Chile, su Estado y su sociedad, y los pueblos indÃgenas. A mi juicio, son tres: asumir la plurinacionalidad del Estado de Chile; basar la relación en un enfoque de derechos; y proyectar el vÃnculo a partir del perdón y reparación de los pueblos indÃgenas. La plurinacionalidad del Estado de Chile es una idea cada vez más presente en el debate. Sin embargo, la construcción de voluntades polÃticas que permitan avanzar en su implementación, es una tarea compleja, ya que incluso sectores que simpatizan con la causa indÃgena, lo hacen desde la premisa de entender a Chile como un paÃs uninacional. Son muchos los que siguen sosteniendo como dogma de fe que Chile es una sola nación, en la que coexisten diversas tradiciones culturales, siendo deber del Estado crear las condiciones que aseguren su preservación. Quienes plantean esta mirada, abogan por el reconocimiento constitucional de los pueblos indÃgenas. Es decir, sin desvirtuar la esencia unitaria del Estado de Chile (heredera de la tradición liberal), creen necesario reconocer la diversidad identitaria de quienes viven en el territorio, promoviendo acotados derechos sociales, culturales y lingüÃsticos. Por su lado, quienes abogamos por el Estado plurinacional, lo hacemos desde la premisa de que en Chile coexisten varias nacionalidades. Este reconocimiento, que se construye desde la idea de que las naciones y pueblos son anteriores a los estados -y que incluso pueden no necesitar de ellos para existir-, entronca con una perspectiva más comunitaria del Estado. Es la tradición estatal presente en paÃses con los que nos gusta comparanos, tales como Bélgica, Canadá, Noruega o Nueva Zelandia, u otros de los que nos creemos distintos, como Bolivia y Ecuador. La plurinacionalidad implica reconocer derechos polÃticos a las naciones y pueblos indÃgenas, los que se traducen en distintos regÃmenes de autonomÃa y autogobierno. La discusión sobre una nueva Constitución para Chile, sea cual sea la caracterÃstica del proceso constituyente, es el momento para abordar esta pregunta y encontrar la respuesta, porque como señaló hace algún tiempo Maximiliano Prado, âla cuestión indÃgena debe ser entendida como una cuestión constitucional, que impone definir un nuevo modelo de relaciones interculturales frente a la diferencia indÃgenaâ. Diseñar e implementar polÃticas públicas con enfoque de derechos deberÃa ser el segundo pilar de la nueva relación con los pueblos indÃgenas. El Estado de Chile ha suscrito un conjunto de tratados y convenios internacionales que norman esta relación: Convención Americana de DDHH, Pactos Internacionales de DDHH, Convención para la Eliminación de la Discriminación Racial, Declaración Universal de los Derechos Humanos, Declaración sobre los Derechos de los Pueblos IndÃgenas, Convenio 169 OIT. Por lo tanto, no queda al arbitrio de nuestro Estado definir qué tipo de relación mantenemos, sino que estamos ya obligados a salvaguardar y hacer respetar los derechos indÃgenas. No es la buena voluntad de Chile, sino el cumplimiento de sus obligaciones internacionales, la que debiera regir la relación a partir de ahora. No es un acto de generosidad, sino de derecho, lo que se impone. Por ello, cabe preguntarse âsiguiendo un debate que será abordado en los próximos dÃas en un seminario organizado por la Identidad Lafkenche- si es posible un nuevo pacto social en Chile sin considerar de manera adecuada a los pueblos indÃgenas en su formulación. Dado que una nueva constitución afectará derechos indÃgenas, ¿cómo se vincula el proceso constituyente con la consulta indÃgena establecida en el Convenio 169 de la OIT? Por último, no parece posible siquiera hablar de una nueva relación entre el Estado de Chile y los pueblos indÃgenas, si ésta no se construye desde actos sinceros de perdón y reparación. Desde su independencia, la República de Chile ha violado sistemáticamente derechos indÃgenas, muchas veces por incompresión (asimilando a los pueblos indÃgenas con el campesinado pobre) y otras deliberadamente (porque reconocer la diversidad se opone u oponÃa a modelos de desarrollo del paÃs). El informe emanado el 2003 de la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato fue concluyente en este sentido, pero en la última década la relación ha avanzado hacia grados mayores de conflictividad, tal como afirmó para el caso mapuche el Relator de la ONU Ben Emmerson. Noticias recientes siguen dando cuenta de este agravio, como la absolución de doce comuneros mapuche a los que se pretendió condenar por ley antiterrorista, o la condena por parte de la Corte Suprema al carabinero que asesinó a Jaime Mendoza CollÃo (aunque con una pena de tres años de presidio remitido que incluso podrÃa permitirle seguir en las fuerzas policiales). ¿Cuál podrÃa ser una polÃtica efectiva de perdón y reparación de los pueblos indÃgenas? ¿Cómo podrÃan estos reconocer que ahora sà el Estado de Chile estarÃa avanzando de buena fe en esa dirección? Varias medidas podrÃan implementarse, pero creo que ninguna tendrÃa la fuerza de renunciar a la aplicación de ley antiterrorista contra los pueblos indÃgenas y una amnistÃa para todos los presos indÃgenas que no estén vinculados a delitos de sangre. El futuro de la relación pasa, en alto grado, por reconstruir confianzas, y ésta son quizás las medidas más simbólicas a través de las cuales el Estado de Chile puede reconocer sus errores. Por Enzo Abbagliatti Fuente: El Mostrador |
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