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![]() 2015-11-16 | Opinión | IndoamericanoDespués de ParÃsEl colonialismo mental que nos habitaUn fantasma recorre y corroe por estos dÃas Occidente: la hipocresÃa. No es que se trate de algo muy nuevo en esta parte del mundo y en esta etapa de la historia, pero a raÃz de los ataques terroristas en ParÃs recibiremos intensas y altas dosis de hipocresÃa y, tal vez, sea bueno vacunarse un poco.
El mundo lamenta hoy la muerte de franceses con vehemencia. En Chile se canta la Marsellesa, centenares de compatriotas visitan la embajada gala, se dejan flores, inscripciones, condolencias y un muy moreno senador afirma que âtodos somos francesesâ; otro moreno ministro nuestro dice que es un hecho âen lo personal muy dolorosoâ. Con apenas horas de diferencia otro ataque terrorista dejó medio centenar de muertos civiles, más de 200 niños y adultos heridos, pero nadie se lamenta. Es que claro, ocurrió en el LÃbano, paÃs de morenos. El mes pasado un hospital operado por Médicos sin Fronteras en Afganistán sufrió un ataque prolongado de la Fuerza Aérea de EE.UU.: doce miembros de esta organización, además de 10 pacientes muertos (tres niños entre ellos) fue el saldo de ese ataque terrorista. Pero no hubo lamento mundial ni medial, apenas una promesa de Obama de que âse efectuará una investigación completaâ. Claro, sólo se trataba de afganos y afganas, todos morenos y morenas que no pueden acostumbrarse a vivir bajo las bombas de la âAlianzaâ, encabezada por EE.UU. y huyen como refugiados a los paÃses que los bombardean, en busca de seguridad. Antes, buques y aviones franceses bombardearon durante tres semanas a Libia, el paÃs más laico de Ãfrica del Norte y aquel con el mayor Ãndice de Desarrollo Humano de su continente. 50 mil fueron los muertos esta vez, pero se trata apenas de 50 mil morenos. Morenos fueron también a quienes se les ocurrió casarse en diciembre de 2013 en Yemen y âpor errorâ recibieron el fatÃdico regalo matrimonial de un dron estadounidense: 13 muertos el dÃa de la boda. Justo un año después, diciembre de 2014, ocurre el mismo error, los morenos se casan esta vez en Afganistán, otro paÃs moreno, el regalo teledirigido estadounidense es algo más generoso y se cobra 26 muertos, novios incluidos. ¿Por qué nadie deja flores en la embajada del LÃbano? ¿Por qué ningún senador chileno dice âhoy todos somos afganosâ? ¿Por qué a nuestro ministro le duele en lo profundo Francia, pero ni pÃo sobre Yemen o Libia? Es la globalización de la hipocresÃa con la cual, en nombre de valores universales como la Democracia y los Derechos Humanos, solo se admite la universalización del dolor occidental. Los centenares de muertos blancos de Occidente duelen a la Humanidad, los millones de muertos morenos del resto del mundo son apenas una breve crónica, relatada objetivamente. HipocresÃa racista, colonial y capitalista con la que seremos bombardeados en estas semanas. Reaparece sin velos ese elemento racista que se remonta a la época colonial, en la que siempre hubo mucha preocupación por dejar bien claro que la muerte del colonizador (francés, por ejemplo) es mucho más importante que la del colonizado (árabe o haitiano, para el caso). Es la misma preocupación que tenÃan los españoles, quienes con ahÃnco querÃan demostrar racionalmente en la Junta de Valladolid, allá por 1.550, que los de este lado del mundo no tenÃamos alma, pues ¿cómo va a tener alma un no-cristiano? Y además, ¿cómo va a valer lo mismo la vida de un blanco cristiano con alma que la de un moreno desalmado? Y hoy somos testigos de cómo reaparece esa continuidad colonial que siempre ha necesitado y promovido que unos sean considerados naturalmente inferiores y otros superiores. Es lo que explica que los terribles asesinatos de aquellos âque además son claritosâ duelan y sean considerados más importantes que los igualmente terribles asesinatos de âlos otrosâ, que no casualmente son morenos. Un continuidad histórica y e ideológica del colonialismo que no solo es económica, geopolÃtica y militar, además es mental y hace que a un chileno la muerte de un francés le duela más que la de un haitiano o un libio, reproduciéndose asà en la periferia de Occidente la escala colonial del más y del menos importante. Se trata de lo que el famoso pensador peruano, AnÃbal Quijano, denomina colonialismo epistémico, es decir, el colonialismo que nos habita en la cabeza y que es, por supuesto, eurocéntrico. Este eurocentrismo genera una clasificación social de la población mundial que, si bien tiene raÃces coloniales, sus efectos se han mostrado duraderos hasta la actualidad, tal como estamos presenciando, de hecho, hoy mismo, con una escala del dolor que ante hechos similares provee lágrimas para unos, indiferencia paraâlos otrosâ. Y hablando de los ataques terroristas en ParÃs, solo ayer le comentaba yo a un taxista negro en MedellÃn lo terrible que me parecÃa que unas vidas blancas valieran más que unas morenas. âEs ciertoâ, me dijo, â¿pero por qué será que uno lo ve asÃ?â, se preguntó. DifÃcil pregunta, más aún las respuestas. Son muchas y complejas las causas, el eurocentrismo es una de ellas. Otra tiene que ver con la acción de los medios. El 80% de las comunicaciones mundiales son controladas por 6 corporaciones transnacionales, todas ellas lideradas por blancos hombres occidentales, admiradores y defensores del capitalismo. Son sus agendas, sus valores, su clasificación social y racial los que a diario se transforman en información mediática planetaria y se postulan como valores universales. De este modo, es normal que un horrible ataque terrorista en Francia sea escándalo globalizado y dolor mundial, en tanto, otro espantoso ataque terrorista en el LÃbano no más que una crónica informativa de un dÃa de duración. por Pedro Santander Fuente: El Mostrador |
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