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2012-05-02 | Opinión | MapuchePor Domingo NamuncuraViolencia y no violencia mapuche¿Somos violentos los mapuches?Â…No más que cualquier mortal cuando se siente herido o afectado por una injusticia, llámese de cualquier manera.
Mi padre habÃa emigrado de su comunidad en Loncoche para buscar un mejor horizonte. Hizo el servicio militar en la Armada y ahà se quedó, hasta que jubiló y aún cuando compartÃa con nosotros algo de su cultura nunca fue suficientemente explÃcito para “enseñarnos a ser mapuches” en la ciudad. Ser indÃgena era raro. Tener apellido mapuche sonaba excéntrico. “Indio” era más fácil. Recuerdo que una en una ocasión llegó al curso un señor que hizo una exposición sobre Pueblos IndÃgenas y llevó varios instrumentos, entre ellos, una trutruca, un cultrun y pifilca. Nos habló de los indÃgenas y cantó en mapuche. Fue hermoso para mÃ, pero mis compañeros se reÃan de su apariencia y sólo aceptaron su diálogo porque el profesor nos hacÃa guardia. En el fondo algunos de ellos se burlaron de él.Del expositor aún recuerdo su imagen y sus palabras, porque decÃan algo importante de mi identidad. Mi padre nunca nos enseñó mapudungu plenamente. Seguramente pensaba que era mejor “integrarnos” a la sociedad y navegar en ella como pudiésemos y sobrevivir.Nuestros padres sólo podÃan dejarnos como herencia la educación. Mi madre era lavandera. Mi padre, luego que jubiló de la marina, fue obrero de la construcción. Me decÃan “indio” casi todos las semanas. TenÃa buenos amigos entre mis compañeros y los recuerdo con afecto, pero siempre hay uno o dos pesaditos y cargantes. Un dÃa no aguanté más y como sentà que uno de ellos me dijo “indio” (tal por cual) y que lo dijo con desprecio, le aforré un puñetazo y comenzamos una gresca en el patio. No sé cómo, porque yo nunca habÃa peleado, entre golpes que iban y venÃan, al parecer yo iba ganando la contienda, hasta que de pronto quedé encima del susodicho y le propiné más de algún golpe certero. Los dos quedamos con “chocolate” (jerga escolar de la época para indicar que salÃa sangre de nariz y de la boca). Mi salvación vino del Inspector que nos separó y, por cierto, nos castigó por desorden y entonces citaron al apoderado, en este caso mi madre. El dÃa habÃa sido aciago para mÃ. Pero sentà que algo habÃa cambiado cuando varios de mis compañeros después de la pelea me palmotearon y me decÃan “..buena Namuncura..”, “le sacaste la cresta”, “te hiciste respetar”….”bravo”… Mi madre acudió al colegio. Previo tuve que decir en la casa lo que habÃa pasado. Ella se preocupó mucho pero me querÃa demasiado. Mi padre me miró, dijo pocas palabras y sólo señaló que estaba bien que me defendiera y que no permitiese que nadie me ofendiese. “Cuida tu dignidad y cuida a tu gente”. Fueron sus escasas palabras. (Los mapuches de esos tiempos hablaban poco, pero siempre con sabidurÃa). Al dÃa siguiente, el profesor nos hizo ponernos de pié a mà y al contendiente. Lanzó un discurso sobre el compañerismo y que las peleas no eran un camino para entenderse. Pero a continuación agregó algo que me impactó mucho: “Ustedes tienen un compañero mapuche. Eso es muy importante. Ellos estuvieron aquà antes que todos nosotros. Son un pueblo. Tienen una cultura propia y ustedes tienen que respetarlo”. Nunca más me dijeron “indio” (tal por cual) en el Liceo. Quizás temÃan mi bravÃa (bastante camuflada por lo demás, por mi temperamento real). Quizás sólo fue una pelea más de estudiantes. Pero, al menos, después de ese incidente, ya no era “el indio” o “el mapuche” burlado. Era, simplemente “Namuncura”, el cro de la clase. El amigo y ahora relativamente temido. No recuerdo mucho ahora a mi contendiente, pero igual fuimos buenos amigos hasta salir del Liceo y después recordábamos la pelea como una humorada, pero a mà me marcó para siempre y luego de ello supe que sólo con la fuerza, la determinación y la lucha era posible hacerse respetar. Pero mi fuerza no es la violencia. Es la opción polÃtica por un mundo más justo. Por la formación de actuales y nuevas generaciones. Por eso soy profesor en la UAHC. Y soy dirigente de un Partido polÃtico el PPD (a pesar del estado calamitoso de los polÃticos de hoy), porque creo que la polÃtica (de verdad) y la toma de conciencia son “armas” magnÃficas en la lucha por la Justicia. Entiendo muy bien entonces la rabia que se acumula cuando te discriminan; cuando eres objeto del odio y la intolerancia. Durante la dictadura militar, estuve en la cárcel por promover los DDHH. VivÃ, con muchos compatriotas la violencia estructural de un régimen oprobioso. Lo combatimos, la mayorÃa sin armas, pero sà con la organización y movilización ciudadana hasta que sacamos al dictador. Pero en las comunidades mapuches todavÃa se viven tensiones y conflictos. Las tierras de nuestros ancestros fueron usurpadas. Hay que leer las crónicas de la época para apreciar, con vergüenza, cómo el Estado permitió el robo a destajo de nuestro patrimonio y además lo amparó con medidas legales. Lo indÃgena fue “invisibilizado” por décadas por una sociedad arribista (los “ingleses” de América), por un paÃs que se avergonzaba de tener “indios”. Eso ha ido cambiando. Hoy lo indÃgena es sinónimo de orgullo y Chile tiene el honor de contar entre los suyos a sus pueblos originarios. El problema es que algunos todavÃa no lo entienden. En general, nuestro Pueblo no es violento. Los mapuches no saben de movimientos “subversivos”. Sà saben de lucha contra la discriminación. Y por décadas su lucha ha sido no-violenta. El Estado se equivoca cada vez que criminaliza nuestras demandas y extiende un manto de sospecha “terrorista” en contra de los que ha discriminado a destajo. Pero confiamos en que a mayor democracia, hay mayor conciencia y que más temprano que tarde se producirá el ansiado “encuentro” entre chilenos y mapuches. Fuente: Radio Cooperativa |
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